Mientras la revuelta en Siria sigue luchando contra el régimen de Al Assad,muchos se preguntan por la situación de la mujer del presidente, Asma Assad, desaparecida de la vida pública desde hace meses. Hay quien apuesta por el incondicional apoyo a su marido, pero quienes la conocen más de cerca alegan que quizás esté afrontando una terrible situación como prisionera de sus propias circunstancias. Importantes medios internacionales, entre ellos The Times, han intentado analizar la perspectiva desde la que la esposa del presidente está viviendo la revuelta popular contra el dictador que se extiende ya desde hace meses por toda Siria.
El presidente sirio Bashar Al Assad tiene una rodilla hundida en la sangre. Para mantenerse en el poder sus fuerzas de seguridad están provocando matanzas, torturando y encarcelando a miles de desarmados ciudadanos. La represión salvaje de su régimen contra la revuelta popular ha sido condenada alrededor del mundo.
La cuestión es: qué piensa la esposa de Assad, una inteligente y educada mujer criada en la Gran Bretaña liberal y aparentemente dedicada al trabajo bien hecho, de los funestos hechos perpetrados a diario en toda Siria, incluso en la ciudad de su familia de Homs? Es Asma Assad, de 36 años, indiferente al sufrimiento infligido a sus compañeros suníes por los alauitas secuaces de su marido o está horrorizada? Se ha convertido la 'Princesa Diana siria' en su 'Maria Antonieta'?
Una de las primeras damas más visibles de Oriente Medio desapareció de la vida pública desde la revuelta que comenzó el pasado marzo (2011). No ha hecho declaraciones, no ha concedido entrevistas. No ha dicho nada de las atrocidades cometidas en el nombre de su marido.
Algunos observadores cercanos de los asuntos sirios declararon que ella está tajantemente con el régimen, otros que está en un estado de negación. Pero un tercer grupo afirma –bastante convincentemente- que es efectivamente una prisionera, obligada a permanecer en silencio y no autorizada a abandonar el país con sus tres hijos pequeños.
“ Debe estar horrorizada (por lo que está pasando)”, alega Malik al- Abdeh, editor jefe del canal sirio de la oposición Barada TV, quien creció en la misma calle West London que Asma Assad y que conoce a su familia. “Ella vivió la mayoría de su vida aquí. Su ética y moral se formaron aquí. Creo que debe estar en auténtico shock”.
“Lo siento por ella. Está en la más complicada situación que puedas imaginar”, comenta el principal comentarista árabe buen conocedor del régimen de Assad.
“Debe pesar mucho en su conciencia. Su propia familia viene de Homs”, dice Andrew Tabler, erudito americano y periodista que una vez trabajó para ella en Siria.
Sus orígenes
Ciertamente nada en la británica infancia privilegiada de la señora Assad la preparó para el rol de la esposa del tirano. Hija de un distinguido cardiólogo de Harley Street y de una formada diplomática siria, creció en un acomodado hogar en Acton. Cambió una escuela local de la iglesia inglesa, donde era conocida como Emma, por el colegio privado para niñas Queen´s College en Marylebone para clase alta, y finalmente por el King´s College de Londres, donde se graduó como ejecutiva bancaria. Después de un breve período en el Deutsche Bank se unió al banco de inversión J.P.Morgan, trabajando en Londres, Paris y Nueva York durante 3 años en fusiones y adquisiciones.
Conoció a su futuro marido, 10 años mayor que ella, durante los viajes familiares a Siria en la infancia y adolescencia. El contacto se estrechó cuando él fue a estudiar oftalmología a Londres en 1992, con su hermano mayor Basil en aquella época como aparente heredero de su padre. Se casaron en privado el último día de 2000, seis años después de la muerte de Basil en accidente de coche y seis meses después de que su marido fuera ‘elegido’ presidente siguiendo los designios de su padre.
Todavía desconocida, la señora Assad pasó 3 meses viajando alrededor del país de incógnito, aprendiendo sobre la gente y sus problemas. Abrazó causas progresistas como el desarrollo rural, empleo juvenil, artes y herencia y –irónicamente a la luz de los acontecimientos presentes- ‘ciudadanía activa’.
Tuvo unos pocos gestos agraciados. Ella y su marido escogieron vivir no en un palacio, sino en un confortable apartamento en Raouda, un barrio cotizado de Damasco. Prefirió llevar a sus hijos –Hafez, Zein y Karim, de 10, 8 y 7 años- a una escuela local de Montessori. Abrió una página de Facebook cuando la red estaba aún prohibida en Siria. Alardeó el pasado año de que su casa funcionaba con ‘principios salvajemente democráticos’.
Asma acapara cumplidos
Bella, dinámica con fluidez en 4 idiomas, la señora Assad se convirtió en la muy humana cara del régimen que supuestamente embarcaría el país en un proceso de liberalización después de 30 años de disciplina draconiana de su suegro, Hafez Assad.
Ella y su marido fueron bien acogidos en capitales extranjeras y recibidos por la reina en el Palacio de Buckingham. Fueron anfitriones de personajes como Brad Pitt y Angelina Jolie en Damasco. “Ella tiene el carisma de cautivar a cualquiera que está en su presencia y de hacerle sentir especial”, decía un sirio que había trabajado de cerca con ella. “Era nuestra esperanza por la influencia que estaba teniendo en el país”.
Vogue –en un artículo de su web después de que las revueltas empezaran- la llamó ‘la más fresca y magnética de las primeras damas’. Paris Matchla describió como ‘elemento de luz en un país lleno de sombras’. The Sunla calificó como ‘la británica sexy sacando a Siria del frío’.
Aunque Asma Assad desarrolló un gusto por los diseñadores y los zapatos de Christian Louboutin, hasta los firmes opositores del régimen dijeron que su gran labor eran más que un mero escaparate de ropa. “Era realmente genuina y entusiasta sobre el cambio en Siria, abriendo el país e introduciendo la sociedad civil”, comentaba uno de ellos.
El 'enemigo' en casa
Pero nunca fue del todo del agrado de la cábala en Damasco. Era demasiado occidentalizada, demasiado liberal e independiente. La familia alaouita de su marido había esperado que él se casara con una de su clan, no con una suní. La formidable suegra, Anisa, y su cuñada, Bushra, se mostraron antagonistas con ella. “Había resentimiento familiar sobre la importancia que había adquirido. Mucho resentimiento que ella había convertido en mucho cariño y ellos no. Era como los Borgias”, comentaba un observador.
Proyectos como el del libro que encargó a Brigid Keenan, la mujer de un embajador europeo en Siria, y un festival de artes internacional que encargó organizar al italiano escritor Gaia Servadio, fueron cancelados de golpe y sin explicación. “Fue para bloquearla”, admitía Servadio. “Es odiada en el entorno de su marido”.
¿Qué pasa con Asma Assad?
Entonces, ha hecho la Primera Dama siria ahora causa común con el régimen de su marido en horas de necesidad? Keenan comentaba que ella creía que Asma Assad se estaba convirtiendo en espoleada por tanto adulamiento. Tabler afirma que con el paso del tiempo mutó desde una reformista a una consentidora del régimen, y que se había convertido en más dura y dominante, en resumen, seducida por el poder. Comentaba también que la gente que la había conocido recientemente la encontraron "sólidamente tras Bashar” y confidente suyo, confiada de que el régimen saldría sin problemas de esta. Él argumentaba que su sorprendente apariencia tras su marido en el rally en Damasco este mes mostró que ella ‘estaba con su hombre’.
Otros argumentan lo contrario. Creen que fue forzada a aparecer en el rally para desmentir los comentarios de que había huído del país y consideraban su retiro de la vida pública algo significante. “Uno puede quizás leer en ello algo de angustia”, añade Chris Doyle, director del Consejo para el Entendimiento anglo-árabe.
Un periódico saudí recientemente proclamaba que ella había intervenido para ayudar a algunos empleados de sus sociedades que fueron arrestados por unirse a la manifestación antigubernamental. En septiembre según se dice, convocó a algunos asesores para aclarar lo que realmente estaba pasando en Homs, aunque aparentemente permaneció impasible cuando se lo contaron. Un amigo de la familia contó a la fuerza siria asentada en Londres que ella “no duerme por la noche porque está muy preocupada”.
Por supuesto, es posible que viviendo en la relativa calma de Damasco y estando rodeada de afines al régimen, Asma realmente crea la propaganda sobre la oposición como nido de terroristas. Es posible que lo niegue, especialmente como parece ser devota de su marido y bien puede creer que él solo puede mantener el disparatado país unido. Pero tampoco el escenario parece probable. “Ella es demasiado lista –demasiado inteligente- para ello”, alega el comentarista árabe. “Conoce todo. Es completamente consciente”, dice el colega diplomático sirio, quien insiste en que tiene total acceso a internet y los medios occidentales. “Es muy inteligente y conocedora del mundo. Veo muy difícil imaginar que ella comparta la visión de que es una conspiración de los saboteadores y de Al- Qaeda”, dice un amigo de su padre.
Difíciles expectativas
Todo el mundo está de acuerdo, sin embargo, en que si ella se horroriza por el problema, tiene poco que hacer salvo suplicar a su marido en la privacidad de su hogar. Tendría que hacer frente a terribles consecuencias si interviniese. Aún menos podría abandonar Siria, con o sin sus amados hijos. “Los servicios de seguridad nunca la dejarían marchar. Sería mucho más que una estocada para el régimen y su prestigio interno”, afirma Doyle. “Es una prisionera de su propia situación”, apostilla el comentarista árabe. “No tiene elección. Tiene que cargar con ello, pese a lo desagradable que debe ser. Tiene que pensar en su familia y sus hijos”, dice el sirio que trabaja con ella.
A pesar de – o a causa de- su brutalidad, el régimen caerá con el tiempo. Cuando lo haga, Assad será también aniquilado en el acto, o juzgado y ejecutado, o forzado al exilio en algún sitio más allá del Tribunal Criminal Internacional, como Moscú o Teherán. Asma Assad podría ir con él, da igual lo sombrío de la perspectiva. O presumiblemente puede volver con sus hijos a casa de sus padres en Acton, ya que conserva el pasaporte británico y que ella misma no ha cometido crímenes evidentes.