Yashim Salhi, el sospechoso del atentado del pasado viernes en el este de Francia, ha confesado haber decapitado a su jefe y haber tratado de volar una planta química, pero no ha desvelado los motivos que le llevaron a cometer el ataque. Según indican fuentes próximas a la investigación, tras 30 horas de silencio ante los investigadores, el presunto autor de los hechos anoche comenzó a colaborar en los interrogatorios. El sospechoso, que tras un breve paso por el hospital se encontraba en las dependencias de la policía de Lyon, ha sido trasladado a los locales de la brigada antiterrorista situados a las afueras de París, donde seguirá en arresto provisional hasta ser presentado ante un juez antes del próximo martes.
Salhi, de 35 años y padre de tres hijos, ha confesado que asesinó en un aparcamiento a su jefe en la empresa de paquetería en la que trabajaba desde hacía unos meses y, posteriormente, le decapitó. Con la furgoneta de reparto en la que habitualmente hacía su trabajo, se dirigió a la planta que la empresa estadounidense Air Products tiene en Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon, tercera ciudad de Francia. Allí, tal como se desprende de las grabaciones de las cámaras de seguridad, le abrieron la puerta pensando que iba a hacer una entrega.
Colgó la cabeza de su jefe de una valla rodeada de banderas y estrelló su coche contra un almacén repleto de bombonas de gas
Salhi colgó la cabeza de su jefe de una valla y la rodeó de banderas con inscripciones musulmanas, antes de estrellar el vehículo contra un almacén repleto de bombonas de gas, lo que provocó una gran deflagración, aunque ninguno de los casi 50 trabajadores de la planta resultó herido. Levemente herido, se dirigió a otro almacén, donde fue reducido por un bombero cuando abría bombonas de acetona aparentemente con la intención de volar por los aires la fábrica, según su confesión.
Salhi no explica los motivos del ataque
Según publica el diario Le Parisien en su página web, Salhi explicó que atravesaba "dificultades personales ligadas a su trabajo y a su familia". La cadena de televisión BFMTV, por su parte, asegura que Salhi confesó haber tenido una fuerte disputa con su esposa la víspera del atentado, mientras que la emisora France Info señala que también reveló que había discutido con su jefe. Según la radio, Salhi reveló que había intentado inmolarse en la planta química.
Le Parisien: atravesaba "dificultades personales ligadas a su trabajo y a su familia". France Info señala que había discutido con su jefe
La esposa y la hermana del sospechoso continúan arrestadas en dependencias de la policía de Lyon, aunque el móvil que llevó al terrorista a cometer el atentado sigue siendo uno de los que tratan de aclarar los investigadores. Además de las banderas con inscripciones musulmanas que colgó junto a la cabeza de su jefe, las sospechas del carácter terrorista del atentado se alimentan con el hecho de que Salhi había sido seguido por los servicios secretos franceses por sus vínculos con medios salafistas entre 2006 y 2008 y, de forma puntual, entre 2011 y 2014.
Además, las pesquisas tratan de determinar los motivos por los que el sospechoso envió un selfi a través de su teléfono móvil con la cabeza de la víctima al número canadiense de un usuario que, posiblemente, se encuentra en Siria. El primer ministro francés, Manuel Valls, que suspendió su viaje a Colombia y Ecuador tras el atentado, ha concedido su primera entrevista tras el mismo y asegura que Occidente libra "una guerra de civilización" contra el terrorismo que "será larga". "No es una guerra contra el islám", ha precisado Valls al diario Le Monde y medios audiovisuales e indica que al frente de esa batalla debe estar "un islám de valores humanistas" contra otro que representa "la oscuridad y el totalitarismo".