Niamey (Níger), primera hora de la mañana de un miércoles 26 de julio. Un grupo de militares irrumpe en el palacio presidencial y apresa Mohamed Bazoum, elegido en las urnas en 2021. Cuando los ciudadanos se disponen a empezar el día, un grupo de soldados del CLSP (Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria) aparece en televisión para anunciar la destitución del presidente, así como la suspensión de las instituciones. Pocas horas después, se hace oficial a través del canal nacional el apoyo del Estado Mayor del Ejército. Bazoum está fuera de juego, el último jefe de Estado civil del Sahel ha caído. Níger ha sufrido un golpe de Estado tras más de diez años de normalidad democrática.
Lo ocurrido no tarda en aparecer en la prensa internacional. Níger constituía uno de los últimos Estados afines a Occidente en la región y la llegada de militares al equipo de Gobierno limita las opciones de países como Francia o Estados Unidos en su territorio, que temen que la influencia de Rusia se extienda –cada vez más- por África. La Comunidad Internacional condena el golpe de Estado y el presidente Joe Biden exige la “inmediata liberación” de su homólogo en el país africano apelando al restablecimiento del gobierno democrático. Sin embargo, las calles de Niamey emiten otro mensaje al mundo: miles de personas se manifiestan en la capital nigerina para mostrar su apoyo al golpe.
Tras el éxito del movimiento militar, las embajadas europeas ponen en marcha dispositivos para sacar a sus ciudadanos del país. Entre los más rápidos, Francia, que urge a aquellos compatriotas que lo deseen a ponerse en contacto con la embajada desde donde se les proporcionará todos los instrumentos necesarios para volver a casa, pese al cierre de fronteras decretado por la Junta militar.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de España hace lo propio e informa a los españoles que se encuentran en Níger que ante "la ausencia de vuelos comerciales tras el cierre del espacio aéreo en Níger y la actual inestabilidad del país" el Gobierno de España pondrá a su disposición -en colaboración con otras embajadas- vuelos directos a Europa, así como toda la información que requieran.
En total, el ministerio dirigido por Albares tenía localizados a 70 ciudadanos españoles, de los cuales solo 47 han decidido abandonar del país africano. Este jueves, salieron los primeros 23 ciudadanos con nacionalidad española rumbo a París, pocas horas después, en la madrugada de este viernes, otros ocho llegaron a Hannover (Alemania). Por último, este viernes el Ejército del Aire y del Espacio evacuó desde Níger a bordo de un Airbus A330 a 74 personas de nacionalidades diferentes, entre los que se encontraban dieciséis españoles.
Voluntarios españoles en Níger
A pesar de la alarma social formada tras el Golpe de Estado en Níger, muchos españoles han decido quedarse en terreno. Entre ellos se encuentran Rafael Marco y Zakaria Camara, ambos voluntarios humanitarios que trabajan desde hace años en África, y cuentan su experiencia a Vozpópuli. Rafael Marco tiene 79 años y lleva más de medio siglo en el continente. Este sacerdote zaragozano reside en Dosso, una localidad a 157 kilómetros al sureste de la capital desde donde se dedica con mimo a su Iglesia y a ayudar a los locales desempeñando una encomiable labor con niños invidentes desde hace ya dos años, aunque lleva trece en Níger.
Desde esta población de entre 60 u 80 habitantes, Rafael ha sido testigo de cómo se ha vivido el golpe de Estado que ha sacuido el país desde hace casi dos semanas. "La verdad es que llevábamos doce años de una calma pues casi absoluta. Hubo unas elecciones en 2010, yo acababa de llegar, y bueno, pues se pasó bien, dentro de un régimen bastante democrático, aunque la oposición protestara y ha seguido protestando un tiempo, pero desde entonces hasta ahora prácticamente todo ha estado en calma. Por ello, no se veía un ánimo social, tensión, manifestaciones o violencia que hiciera sospechar. El golpe de Estado nadie se lo esperaba, todo el mundo se ha sorprendido", explica.
Sobre la reacción de los ciudadanos locales, el representante de Sociedad de Misiones Africanas cometa que "la gente ha reaccionado bastante tranquila" y cree que hay jóvenes que "han sido empujados a manifestarse".
A casi a doscientos kilómetros de Dosso, Zakaria Camara Kourouma, jefe de la delegación española de Cruz Roja en Níger, percibe la misma calma. Este gestor economista de 47 años, español de origen guineano, convive con las tensiones del país desde la capital nigerina donde atiende, como trabajador de la ONG internacional, a personas con graves problemas alimenticios u otros males que afligen a la salud de los locales como meningitis, dengue, cólera... Pero, a pesar del brusco cambio político vivido en la antigua colonia francesa, Camara afirma que existe "total normalidad" entre los locales.
"Personalmente, no me he encontrado con problemas de ningún tipo, y no conozco a nadie de mi entorno que haya sido víctima. Por precaución y por recomendación del CICR, me quedé en casa durante toda la semana del golpe de Estado. Después de esos días volví a trabajar en la oficina y en las calles de Niamey hay total tranquilidad y normalidad" detalla a Vozpópuli.
Acercamiento con Moscú
En contraposición a la tranquilidad que puede verse entre la población local, el golpe de Estado sí se ha vivido de manera diferente por parte de aquellos foráneos que han decidido salir del país. Tal y como desgrana Rafael Marco hay dos factores claves que generan recelo entre la población extranjera: por un lado, un sentimiento "anti-francés" y, por otro, la posible reacción de "Malí y de Burkina, vecinos del Sahel, y que por diversas razones de seguridad, entre otras, están prácticamente en manos o bajo una influencia importante de Rusia". No obstante, mantiene que "los franceses no tienen una razón objetiva de marcharse del país".
La bandera rusa se ha podido ver en las calles de Niamey estos días, una imagen que simboliza la notable injerencia de Moscú en esta zona del Sahel. La historia reciente de Níger ha estado marcada por la guerra en Libia y Mali, además de la creciente presencia de grupos yihadistas como Al Qaeda o Estado Islámico que han acrecentado la sensación de inseguridad de una población que -al igual que en otros países vecinos- empieza a confirmar más en la firmeza de un jefe de Estado militar que en un sistema democrático al uso.
Consecuencias del golpe de Estado para la población local
A pesar de la aparente calma que puede apreciarse entre los locales, las consecuencias directas de un cambio de régimen de estas características -como el cierre de fronteras o la clausura de la sede del BCEAO en la capital- dificultan el acceso de los bancos secundarios a la liquidez y repercuten directamente en el precio de los productos de primera necesidad en el mercado, reduciendo significamente el acceso a los alimentos a una de las poblaciones más pobres del mundo.
"Níger atraviesa una larga y difícil crisis de inseguridad a lo largo de sus fronteras con Mali, Burkina Faso y Nigeria. A esta precaria situación de seguridad se añaden los devastadores efectos del cambio climático, que se dejan sentir de forma muy cruel, provocando miles de desplazados cada año. La situación política actual agrava la compleja situación humanitaria provocada por los factores mencionados", detalla Camara.
La labor humanitaria es lo que retiene a personas como Rafael o Zakaria en terreno. "Necesitamos seguir ofrienciendo ayuda. Las personas que se benefician de los proyectos se encuentran generalmente en una situación de extrema vulnerabilidad, y más de la mitad de los beneficiarios son mujeres cabeza de familia con varias personas a su cargo", sentencia el jefe de delegación de la Cruz Roja Española en Níger.