Cuando uno se acerca por primera vez a Deiá, encuentra lo que espera. Una arquitectura cuidada, gente que pasea ajena a los problemas del mundo y esos paisajes pensados para la foto perfecta. No es un tópico, el buen gusto no molesta a nadie.
Eso mismo sucede en el Restaurante el Olivo. Su ubicación, dentro del hotel La Residencia, lo convierte en un valor seguro. El lugar fue la casa de Richard Branson entre los años 1987 y 2002, después de comprar la propiedad a Axel Ball, marido de su primera esposa, lo cual siempre es un detalle. Lo que era un antiguo molino cambio sus duras jornadas de trabajo por un ambiente romántico, pero que sabe huir de cualquier referencia cursi. Todo el sabor mediterráneo de sus construcciones del siglo XVI y XVII se puede disfrutar como alojamiento. Su restaurante, claro, no podía ser menos.
Un día de paseo por los senderos de la vecina sierra de la Tramontana, la lectura de algún relato de Robert Graves en edición barata con visita a su tumba, y un buen homenaje gastronómico en una de las pocas mesas desde las que se puede ver el mar justifica la visita a la isla.
¡Sin complejos! Una sopa de pan, un bacalao negro o un pollo de corral… Aquí todo suena tan bien que da gusto dejarse sorprender cada temporada. Primero fueron las gambas de Soller y luego los raviolis de cangrejo. Con la última copita de Binissalem, posiblemente la mejor D.O de la Isla, ya se piensa en el postre. Elección obligada: sorbete de cacao o agar-agar de naranja. Un paseíto hasta bajar al pueblo y mañana será otro día. Esta vez no ha sido gula; han sido 71 euros por cabeza y ha sido un auténtico placer. Lástima que mi amigo no me invite todas las primaveras…
Restaurante El Olivo
Deiá.
07179 Mallorca.
Tlf. 971 63 90 11
Tipo de concina: cocina de vanguardia con base tradicional.
Recomendación: los postres de chocolate.
Precio: alrededor de los 70 euros.
