Sin embargo, es tal el poder evocador de la literatura, tal la nostalgia del pasado, que Alejandría es el destino de muchos que decidieron viajar a esta ciudad para vivir un sueño. No está mal, hay muchos destinos turísticos cuya oferta es mucho menos interesante.
Ahora que se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Konstantino Kavafis, el viejo poeta de Alejandría, es un buen momento para intentar descifrar esa ciudad soñada que se esconde detrás de la ciudad real.
La Corniche —esa avenida costanera que a veces tiene aires de malecón habanero— recorre el Puerto Oriental. En esta bahía artificial flotan los barcos de los pescadores, de vuelta de una jornada en el mar. El fuerte Qaitbey parece defenderla de cualquier amenaza. Surge la pregunta: ¿el fuerte está sobre el mismo lugar donde se levantó el Faro, una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, y del que sólo queda un recuerdo difuso reconstruido por muchos siglos de imaginación? Sí, es posible, ya que entonces guardaba la entrada al puerto de la ciudad.
Parece que esta ciudad ha olvidado el recuerdo de su fundador, Alejandro, y también resulta inútil buscar las huellas de la divina Cleopatra. Sin embargo, la Nueva Biblioteca quiere recordar a ese antiguo centro de sabiduría que era mucho más que un almacén de rollos y papiros. El edificio actual es imponente.
Perderse por las calles
Dada la ausencia de grandes monumentos que se conviertan en visita inexcusable, Alejandría es una ciudad perfecta para callejear. De las plazas principales (midan Orabi y midam Sa'ad Zaghloul) salen casi todos los caminos. Una y otra vez habrá que pasar por sharia Salah Salem, prototipo máximo de calle comercial de otra época, donde todavía no hay apenas tiendas de ninguna cadena internacional. Todo ello permite atisbar comercios ya perdidos en otras ciudades. Por allí cerca se encuentran las huellas de la época cosmopolita de Alejandría, con la sinagoga, las catedrales copta, ortodoxa, católica y anglicana, además de la mezquita Attarine.
Al azar de los paseos se llegará a las famosas pastelerías alejandrinas (Trianon, Athineos, Délices, Pastroudis), muchas de las cuales han perdido encanto en aras de la modernización y el aire acondicionado. Pero siguen siendo uno de los recuerdos más claros de la ciudad de otro tiempo. En algunos de ellos un viajero voluntarioso podrá sentir la presencia de Kavafis, que frecuentaba algunos de estos cafés-pastelerías.
Siempre se afirma que en Alejandría no quedan restos de la época clásica, pero ésta es una verdad a medias. Los más curiosos son las catacumbas de Kom es-Shoqafa, en las que se descubre una sorprendente mezcla de elementos faraónicos y romanos, un buen ejemplo del sincretismo religioso y cultural que se dio en esta ciudad. A unos 500 metros se alza la Columna de Pompeyo que, a pesar de su nombre, estuvo dedicada a Diocleciano.
Alejandría es una ciudad fascinante para los amantes de la literatura, que encuentran campo abonado a sus fantasías. Lo primero es dirigirse al número 4 de la calle Sharm el-Sheikh (antigua rue Lepsius) para rendir culto a Kavafis en el museo que ocupa su casa. Los seguidores de Lawrence Durrell y su Cuarteto de Alejandría tiene toda la ciudad para seguir sus huellas, aunque la parada fundamental es el Hotel Cecil (16 Midan Sa'ad Zaghloul), completamente rehabilitado (lo que es bueno para el hotel y malo para la literatura). De cualquier modo, la mejor forma de recorrer la ciudad es con la clásica guía Alejandría, de E.M. Forster.
La ubicación exacta de palacio de Cleopatra es uno de los misterios más fascinantes de la arqueología, un reto que ha levantado pasiones durante siglos. Desde hace 20 años un equipo internacional explora los fondos marinos cerca de Alejandría en busca de indicios. Estos aparecieron en 1996, cuando se dio a conocer el descubrimiento de grandes recintos con columnas, pavimentos y esfinges. Existe el proyecto de crear el primer museo subacuático del mundo, con unos túneles transparentes que permitirían a los visitantes recorrer esta zona a varios metros de profundidad. Hasta ahora no es más que un sueño, otro sueño alejandrino.