Él mismo dice que tal vez se hizo explorador polar porque lo lleva en su ADN nórdico (el mismo de Amundsen o de Nansen) o porque creció escuchando historias de hazañas extraordinarias, de hombres fuera de lo común que atravesaban la Antártida o cruzaban océanos helados casi sin pestañear…”Mi padre me leía a menudo un libro para niños que escribió Halmar Johansen sobre su viaje al Polo Norte junto a Fridjotf Nansen. La historias de Johansen me impresionaron y me gustaría decir que para mí, ahí empezó todo, pero la verdad es que entonces yo no tenía ni idea de que iba a convertirme de mayor en explorador polar. Lo que quería era ser pescador, como mi padre”, explicaba Borge Ousland en su reciente viaje a Madrid para recibir el Premio Internacional de la Sociedad Geográfica.
Su primera gran aventura polar fue la travesía de Groenlandia en 1989, que emprendió con dos amigos como si fuera una excursión, con jerséis de lana y con la única ayuda de un sextante (y, por supuesto, sin GPS, ni móviles ni goretex, que entonces no existían) . Después de atravesar la isla, cruzó en un bote de remos el Mar de Barents, recogió su bicicleta en el Norte de Noruega y regresó pedaleando a su casa de Oslo. Desde entonces no ha dejado de protanizar expediciones a los lugares más extremos del planeta y tiene en su haber cuatro récords polares: en 1996-97 fue el primero en cruzar en solitario y sin ayuda externa la Antártida, en 2002 hizo lo mismo en el Ártico y cinco años más tarde cruzó el Polo Norte con el sudafricano Mike Horn en pleno invierno y sin ningún apoyo, en la noche absoluta. Por último, en 2010 circunavegó el Ártico en un trimarán movido por la fuerza del viento.
A Ousland le ha pasado de todo en los polos, desde encontrarse con enormes osos polares junto a su tienda dispuestos a compartir el desayuno, hasta llegar exhausto al Polo Norte y contemplar atónico como un jeque árabe descencía de un helicóptero con su túnica y su turbante. También ha encontrardo muchas cosas raras en el camino, desde un extraño poste de madera plantado en medio de la nada más absoluta, hasta una piedra redonda gigante de origen desconocido con aspecto de huevo caído de otro planeta, o una excursión de turistas americanos haciendo fotos en el Polo Sur. Ousland ha tenido que coserse sus propias heridas, nadar con un traje especial de neopreno por mares congelados, o remar en un minúsculo bote de caucho entre gigantescas ballenas o impenetrables banquisas de hielo.
Borgue Ousland es un testigo privilegiados de los cambios que el calentamiento global produce en el planeta y está convencido de que sus exploraciones han contribuido a la ciencia. Pero además, ha demostrado que la pasión por el conocimiento y la aventura puede llevar al hombre a cualquier rincón del Planeta, por extremo y remoto que sea.