Aquí nos centraremos en la parte no fiscal de este lugar de ensueño. Las Cook son un grupo de 15 islas perdidas en la vastedad del océano y donde permanece viva todavía la imagen soñada de los Mares del Sur: islotes repletos de palmeras, picachos volcánicos cubiertos de vegetación exuberante, lagunas perfectas de aguas turquesas... Y con una cultura que gusta a todos aquellos que llegan a ellas en busca de playas. Y de algo más.
Las Cook son islas pero no están aisladas del resto del mundo. Aquí van seis razones no fiscales para viajar a estas islas con nombre de capitán.
Avarua es la pequeña capital de Cook. Y, al contrario de lo que ocurre en otras capitales del Pacífico, la vida parece desarrollarse todavía sin prisas. Desde la cubierta de un velero, Avarua muestra una imagen de otro tiempo, la de un pequeño puesto comercial del siglo XIX. Al saltar al muelle desde el barco y vagabundear por las calles se ven, naturalmente, coches, bancos y antenas de televisión, pero también viejas casas de amplias terrazas abiertas a la brisa del Pacífico, pequeños almacenes donde se vende un poco de todo, iglesias construidas con blanca piedra coralífera y un ambiente tranquilo perdido ya en otros muchos lugares.
La mejor forma de recorrer Rarotonga (la isla principal) y otras de las Cook, es perderse en moto por los caminos en busca de gentes y lugares. Alquilando una scooter se pueden recorrer las dos carreteras circulares que rodean la isla. Ara Tapu, la más nueva, sigue casi siempre el borde del mar, y es el medio más rápido de moverse. Siguiéndola se viaja de playa en playa, de hotel en hotel, de un pequeño poblado a otro.
Pero para conocer el interior profundo de Rarotonga hay que recorrer Ara Metua, la otra pista, que a veces parece sólo un sendero perdido en la vegetación tropical. Se pasa por los viejos maraes —los lugares de culto de los maoríes— o junto a antiguos cementerios. Desde Ara Metua se puede también acceder al interior de la isla, a los valles que se pierden por las montañas.
Pero la gran excursión consiste en cruzar a pie la isla desde un extremo al otro. Hay un sendero marcado que asciende entre el bosque tropical hacia las alturas cubiertas de niebla y luego desciende por los valles de la otra vertiente, hasta llegar al borde del mar.
Cook es uno de los pocos lugares de la Polinesia donde vale la pena ver los espectáculos de bailes tradicionales que se ofrecen en los hoteles. Los bailarines de Cook son famosos en todo el Pacífico, y con razón. Aunque si lo que se quiere es participar en la diversión local, lo que se impone es sumergirse en el ambiente nocturno de los bares de Avarua.
Un corto vuelo desde Raro permite llegar a Aitutaki y disfrutar de la imagen perfecta de isla del Pacífico, con sus islotes encadenados junto a una laguna de intenso color turquesa y perfectamente rodeada por una corona de corales donde vienen a estrellarse las olas.