Llevan un par de semanas calentando motores, aunque el pistoletazo de salida de las fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy irá unido, cómo no, a la buena mesa: la cena típica de la Nit de l’olla o Noche de la olla, un potente guiso de alubias y distintos tipos de carnes y verduras que músicos y festers, para preparar el cuerpo a la que se les avecina, comparten el sábado en las sedes de las 28 comparsas o filàes. Tras desfilar a los postres por el casco histórico de la villa alicantina, la fiesta, entonces sí, podrá darse ya por comenzada.
Serán tres días de excesos en los que propios y extraños –más de 5.000 participantes y muchísimos más visitantes– dormirán lo estrictamente imprescindible para sacarle todo el jugo a esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional, que se viene celebrando desde el siglo XVI para conmemorar la defensa de la villa frente a las tropas árabes del 23 de abril de 1276.
En un Alcoy engalanado como en la Edad Media, el primer día, el llamado de las entradas, desfilarán entre riadas humanas y balcones atestados primero el bando cristiano y después el moro, en sus trajes a reventar de fantasía al paso de carrozas y ejércitos de bailarines, músicos y hasta animales. El segundo día será para honrar a San Jorge, representado aquí por el niño Sant Jordiet, cuya milagrosa aparición dicen que resultó crucial en la victoria ante las huestes del caudillo Al-Azraq. Y el tercero, el día del Alardo, tendrá lugar la gran batalla, con luchas dialécticas entre las Embajadas y mucha pólvora, aunque la batalla gastronómica no conocerá tregua durante todas y cada una de las tres jornadas, con platos tan imprescindibles en estas fechas como las fabes tendres o habas tiernas que se dejan caer por las mesas como entrada de los desayunos, al igual que el aspencat de atún, tomate, cebolla y aceitunas o los caldos con pelotas, todo un reconstituyente que, aseguran las malas lenguas, es mano de santo para sobrellevar con dignidad la resaca.
Guisos con nombres tan curiosos como las borretas de patatas, espinacas y bacalao o los hervidos de bajocas, así como los embutidos a la brasa o la imprescindible panceta o cansalá serán una constante para reponer fuerzas tomando taretes, que es como le dicen en Alcoy al arte de tapear. Entre los mejores bares para ello, el Víctor, La Tareta, Saragata, Sicania, La Raconá, Daily, El Templete, El Campanar, El Ideal o El Callejón. Y ya como restaurantes algo más serios, Casa Juliet, Lolo o el Brasil.
Información y venta de las 17.000 sillas que permiten al público disfrutar más cómodamente los desfiles, en www.associaciosantjordi.org y www.alcoyturismo.com.