Destinos

Vega de Granada: un manifiesto poético

En esta ocasión Joaquín Araujo nos acerca a la Vega de Granada a través de este manifiesto con cierto aire poético.

  • Sierra Nevada desde los caminos de La Vega. (www.lavegadegranada.es)


Conscientes de que ella, LA VEGA, nunca hospitalizó a la hospitalidad.
Agradecidos por siglos de fertilidad convertida en nutrientes para centenares de generaciones.
Admirados de que la sabiduría campesina sellara un pacto de asistencia mutua con las destrezas del agua y de la savia, con la sombra del álamo y la tenacidad de la azada.
Conmovidos por un paisaje donde la cultura y la natura empataban y así ambas ganaban.
Deudores del sudor de miles de hortelanos. Ese que nunca fue considerado una deuda contraída por todos.
Orgullosos, es más, de la belleza que irradió la VEGA hacia poemas y canciones...

Pero no menos:

Indignados por la agresión a los valores históricos, culturales, morales y ambientales de la Vega en aras de la superflua y tantas veces delictiva especulación urbanística tan propagadora de corrupciones.
Aterrados por la torpeza que supone destruir lo esencial.
Heridos por la profunda herida que ha supuesto la gestión de la VEGA a lo largo de los últimos decenios con una pérdida de la identidad de lo que, durante siglos, fue uno de los más privilegiados cultivares de nuestra península.

Y

Amparados por las normativas legales europeas, por la información científica, por nuestro preferir lo sencillo, lento, limpio, bello...
Ayudados incluso por el más elemental sentido común.

Recordamos que...

Si bien arrecia la traición, la lealtad a la tierra no se rinde. Es más, muchas de las más fértiles trayectorias humanas lo han sido precisamente por no desdeñar sus raíces sino más bien por todo lo contrario, por imitarlas; por ser, como ellas, una fuerza que sostiene y alimenta.  

Debemos respeto a todos los que convierten o convirtieron sus manos en hurgadoras de ese suelo que pisamos y aún así nos alimenta.
Sabemos que nos ampara el que no solo comemos los alimentos que llegan a nuestras mesas sino a la totalidad del paisaje donde crecieron.
Reconocemos que las palabras nutren nuestra comprensión cuando conocemos su íntimo significado. Y la palabra VEGA evoca un suspiro de alivio, una amenidad sencilla, una prolongación de lo sereno. Lugar de frescor crucial para el reposo y las huertas. El término árabe wakia del que proviene resulta casi equivalente a nuestra palabra campo, que tanto abarca. Un campo inmediato al agua que camina, a la acequia que domestica a los caudales. Un predio de feracidad asegurada por la misma juventud de los suelos aluviales. Fácil de trabajar y de generosa y segura cosecha.  

Por todo ello, demandamos:

La paralización de cualquier otra intervención urbanística en lo que de LA VEGA nos queda.
La reparación de los daños sufridos allí donde sea posible.
La divulgación de sus valores no solo en el sistema educativo sino también en los medios de comunicación y a través de cualquier otra actividad que se desarrolle en el entorno de LA VEGA.  

Es decir, que...

Declaramos a LA VEGA COMO MANIFIESTAMENTE INVALORABLE.

Gracias y que lo que queda de Vega siga atalantándonos.

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