1. Disfrutar de Yafo, Tel Aviv. La cosmopolita capital financiera, permite hacer de todo: ir de compras por las bohemias tiendas de la calle Shenkin, darse un homenaje en alguno de los cientos de restaurantes de todos los rincones del mundo que se dan cita allí, visitar museos, disfrutar de la vida nocturna de esta ciudad... Pero además, hay una visita ineludible: la de Yafo, al sur de Tel Aviv. Es uno de los mayores atractivos de la ciudad que nunca duerme. Tanto que casi todos los recorridos turísticos comienzan en este pintoresco puerto pesquero rodeado de iglesias, museos y hasta de la casa de Ben Gurión, que está abierta para quien quiera echar un vistazo.
2. Pasear por la Ciudad Blanca. Es una parte de Tel Aviv que acoge el mayor conjunto arquitectónico de estilo internacional Bauhaus, una especie de museo al aire libre. Lo forman 4.000 edificios construidos durante las décadas de 1920, 1930 y 1940, de los cuales siguen en pie alrededor de 1.000. Para no perdérselo.
3. Visitar la fortaleza hospitalaria de Acre. Acre es una ciudad costera muy cerca de la bahía de Haifa con un patrimonio impresionante: los muros, fortalezas y castillos de la ciudad, además de sus iglesias, mezquitas y sinagogas, cuentan la historia de los múltiples soberanos que gobernaron Acre. Aquí se encuentra otro de los imprescindibles de la lista, la fortaleza hospitalaria. La orden militar de los hospitalarios -monjes que se dedicaban a tratar enfermos en Tierra Santa y proteger a los peregrinos que visitaban los lugares sagrados- fundó este impresionante centro en el noroeste de la ciudad, al lado de la muralla norte de Acre, en el siglo XII. Las excavaciones han permitido sacar a la luz esta fortaleza que hoy se puede visitar.
4. Esperar el amanecer en la fortaleza de Massada. La salida del sol en esta fortaleza -reconstruida como homenaje a los 960 celotes que residían aquí y optaron por el suicidio antes que caer como prisioneros de los romanos- es uno de los espectáculos que no hay que perderse. Se encuentra en el sur de Israel, en la cima de una meseta que fue testigo de muchas batallas, con el desierto al oeste y el Mar Muerto en el este.
5. Paseo en barca en Galilea. Si se pasa por la histórica región de Galilea -en el norte del país y situada entre el mar Mediterráneo, el mar de Galilea y el valle de Jezreel- una de las actividades casi obligadas es disfrutar de un paseo en barco. Zarpa desde el muelle de Tiberías, de Genesaret, del Parque Nacional de Cafarnaún o de Ein Gev, tras lo que el patrón apaga el motor para navegar con ayuda del viento sobre las aguas en las que dicen que caminó Jesús. Las mismas en las que calmó una tormenta y mostró a sus discípulos pescas milagrosas. Un clásico que casi nadie que visita Israel se pierde.
6. Conocer las cuatro sinagogas sefardíes de Jerusalén. Fue un centro de culto de los hebreos españoles que fueron expulsados en 1492, y aunque las cuatro sinagogas estaban parcialmente destruidas, se reinauguraron hace ya 40 años después de restaurarlas. Están en el corazón del barrio judío de la Ciudad Vieja.
7. Pasear por lo alto de la muralla de la Ciudad Vieja de Jerusalén. El mejor sitio para ver el contraste entre el Jerusalén moderno y el del pasado son las ‘Ramparts Walk’, que ofrecen una magnífica vista de toda la ciudad.
8. Pasarse por el mercado de Machane Yehuda. Es uno de los iconos de Jerusalén, donde los colores, olores y sabores se mezclan en una atmósfera que representan el corazón del verdadero Jerusalén. Con mucha actividad a cualquier hora del día, en este mercado puedes encontrar desde puestos de productos frescos a tiendas de ropa y algunos de los restaurantes más auténticos del país.
9. Conocer el Túnel del Muro. El Muro de las Lamentaciones se conoce como el lugar más sagrado del judaísmo, pero gracias a la ‘invitación’ del rey Salomón para que todo el mundo pudiera acudir allí a orar, no es raro encontrar fieles de todas las religiones. En los días de Bar Mitzvah y Bat Mitzvah, familias de todos los rincones de Israel y del mundo abarrotan la plaza para celebrar la primera lectura de la Biblia de sus hijos a los 13 años, lo que produce una curiosa mezcla de judíos de todos los continentes. A pesar de lo imponente que resulta la parte del muro al aire libre, la mayoría de sus cerca de 520 metros de longitud se encuentra por debajo de la Ciudad Vieja. Un regalo para los amantes de la arqueología.
10. Visitar la Ciudad de David. Se puede llegar caminando desde el Muro de las Lamentaciones y es uno de los rincones más visitados del país. Se trata de un parque arqueológico que relata el surgimiento de Jerusalén, la ciudad conquistada en el 1.004 a. C. a los jebuseos, donde el pueblo de Israel fue constituido bajo el mandato del rey David.