Algunas de esas islas están separadas de la ciudad por un corto viaje por carretera hasta el embarcadero desde donde salen los transbordadores. Es el caso de Koh Samet. Pero antes hay una parada muy interesante en el camino, el Santuario de la Verdad en Pattaya. Está completamente construido en teca tallada hasta conseguir las más caprichosas de las formas. Cuando te dicen que se empezó a construir en el año 70, algo no te cuadra. Pero es que lo increíble es que ¡fue en 1970! Cuesta creer que ese prodigio de la habilidad escultórica tenga tan solo unas pocas décadas.
Koh Samet es una isla muy tranquila, con la playa de Diamond Beach como lugar con más oferta de alojamiento, restaurantes a pie de playa y diversión. Pero es muy fácil encontrar un rincón perfecto: cabaña de madera, hamaca en la puerta, arena blanca, palmeras y un buen plato de fruta fresca. En los restaurantes a pie de playa podemos cenar excelente pescado con el agua del mar acariciando nuestros pies, mientras disfrutamos de los espectáculos de malabares con fuego.
Luego están los imprescindibles masajes. Es uno de los clásicos de Tailandia, junto al paseo en elefante y la foto con un budista. Tienen su origen en la medicina ayurvédica y en el yoga, con algo de influencia de la medicina tradicional china. Los conocimientos se han transmitido oralmente desde más de un par de milenios y es fácil ver dibujos esquemáticos de las diferentes posturas en antiguos monasterios. El masaje se basa en un profundo trabajo corporal, para el que las terapeutas utilizan dedos, manos, codos, rodillas y pies. Para que resulte de mayor utilidad, debe ir acompañado de una respiración consciente por nuestra parte para acabar estableciendo una especie de danza, de movimientos parecidos a los de una clase de yoga.
Los beneficios son múltiples: aumento de la flexibilidad, mejora de la circulación, prevención de lesiones y fortalecimiento del sistema inmunológico entre otros. Conviene acordar el grado de intensidad del masaje antes de tumbarse en la camilla, ya que puede llegar a ser algo doloroso. La oferta está presente en todas partes y, lógicamente, el nivel de calidad irá en consonancia con el del establecimiento. Aunque nos podemos llevar alguna sorpresa si entramos en alguno de los lugares que tienen más demanda en la playa.
Koh Chang
La otra isla de moda entre la población local es Koh Chang. Es la isla principal del archipiélago homónimo, formado por más de cincuenta islas, y forma parte del Parque Nacional Mu Koh Chang. La traducción es isla elefante porque parece que el mapa de la isla recuerda a la forma del paquidermo. Precisamente, el paseo en elefante es uno de los principales atractivos que ofrece la isla. En Koh Chang hay un par de templos que merecen una visita, uno chino y otro budista.
También es interesante ver cómo afectan las mareas al bosque de manglares. Aunque ahora esté recibiendo turismo, la isla ha vivido siempre de la pesca. En los pueblos de pescadores de Bang Bao y Ban Salak Phet se puede ver el día a día de las familias de pescadores, sobre todo en el momento que llegan con sus capturas que ponen a secar al sol para que el pescado se conserve durante más tiempo. Aquellos que busquen la calma tienen en Koh Samet y en Koh Chang excelentes alternativas al resto de islas del golfo que están más saturadas de visitantes.