El retrato que ha llegado hasta nuestros días de este explorador, médico y botánico ilustrado nos deja una imagen muy poco “aventurera”, alejada por completo de lo que hoy identificaríamos con un explorador: es un hombre ya mayor y corpulento, vestido de negro de los pies a la cabeza y con gesto algo malhumorado que los billetes dulcificaron del original y casi transformaron en sonrisa. Al ver a este sacerdote de aire respetable, resulta difícil creer que encabezó una de las expediciones científicas más importantes de su época y que gracias a él podemos conocer a fondo las riquezas naturales de lo que en su día se conocía como Nuevo Reino de Granada, la actual Colombia.
José Celestino Mutis (Cádiz 1732- Bogotá 1808) fue sin duda un hombre de su tiempo y está considerado como uno de los viajeros más interesantes de la España ilustrada. Había estudiado Cirugía y Ciencias en la Universidad de Sevilla y en Madrid completó con estudios de Física, Química, Historia natural, Fisiología y Patología. Ejerció como galeno y cirujano antes de embarcarse para América como médico del virrey de Nueva Granada.
Una vez embarcado en aquella aventura que era siempre ir a las Américas, a Mutis se le metió entre ceja y ceja que era necesario crear alguna institución que desarrollara y dirigiera nuevas expediciones científicas, tal y como se habían hecho en otro tiempo, para poder abordar el ingente trabajo que suponía el descubrimiento de la fauna, la flora de aquellas regiones que eran todo un tesoro por descubrir. A Mutis le admiraban las expediciones como la de La Condamine (con Jorge Juan Y Antonio de Ulloa) que se acababa de realizar, o como la que Felipe II envió en el siglo XVI a Nueva España encabezada por Francisco Hernández para estudiar la medicina y la flora y fauna mexicanas.
Expedición de 26 años
Como era de esperar nadie le hizo demasiado caso, pero él no dejó de trabajar hasta que el virrey arzobispo Caballero y Góngora se entusiasmó con la idea y logró que la Corona aprobase una Real Expedición, encabezada por Mutis y que llegó a ser la más importante del siglo para los hallazgos botánicos. Se desarrolló entre 1782 y 1808 y generó una enorme cantidad de materiales que ha servido a generaciones de investigadores posteriores.
Mutis tenía una verdadera obsesión por pintar plantas del natural y gracias a ello, hoy podemos admirar miles de bellísimas láminas que junto con su herbario y su biblioteca son su mayor legado. De la gran Expedición a Nueva Granada nos han quedado también sus primeras impresiones, que son las de un viajero prerromántico, enamorado de la belleza de los paisajes que contempla, pero como buen ilustrado, detrás de estas descripciones hay un estudio pormenorizado de las plantas que describe en su Historia Natural del Nuevo Reino de Granada con interesantes observaciones sobre las plantas y en especial de algunas como la quina a la que dedicaría numerosos trabajos.
Más de 6.000 láminas, una buena parte de ellas profusamente coloreadas, casi 4.000 documentos y un herbario de 20.000 pliegos, junto a una colección de semillas y maderas constituyen el fondo Mutis que se conserva en el Real Jardín Botánico, desde que en 1817 llegó a Madrid en 109 cajones, bajo la custodia de Antonio van Hallen, procedente de Santa Fe de Bogotá. El año anterior, el general Pablo Morillo, enviado por Fernando VII a tierras americanas con el objetivo de sofocar la rebelión independentista, ordenó el traslado de todo el material a España. Todo esto sucedió nueve años después de la muerte de José Celestino Mutis, quien fuera el promotor y director de la expedición.
Cinco botánicos y 40 dibujantes
La expedición en sí se gestó desde el Nuevo Mundo desde dos sedes (Mariquita y Santa Fe de Bogotá) y la formaban cinco botánicos –Juan Bautista Aguiar, Francisco J. Caldas, Eloy Velenzuela, José Mejía de Lequerica y Francisco J. Matiz– además de José Celestino Mutis y su sobrino Sinforoso, así como un gran número de dibujantes, que llegaron a 40 en el transcurso de toda la expedición. Entre los objetivos de la misma estaban el de “recoger todas las plantas y cuerpos preciosos que produce el Nuevo Mundo con las que llenar el Jardín y el Gabinete (el nuevo Real Jardín Botánico de Madrid)” como escribe Mutis a Carlos III en la carta petitoria de una expedición en el Nuevo Reino de Granada. Además se proponía estudiar a fondo las plantas que pudieran resultar útiles a la sanidad, al comercio y a la industria, a destacar la quina y la canela.
La enormidad de la expedición y de su obra botánica hace que a veces se olviden otros aspectos de su trabajo, como la fundación del Observatorio Astronómico de Bogotá en 1803, el descubrimiento de la variación nocturna del barómetro, la mejora de la extracción y administración de las minas de plata, o la organización de la Sociedad Patriótica de Nueva Granada para el desarrollo agrícola, industrial y científico, y para la educación popular.
Ordenado, metódico y riguroso en su trabajo, se mantuvo siempre en contacto con los padres de la botánica mundial, Linneo y Von Humboldt, que expresaron siempre su enorme admiración por Mutis.