Del acuario holandés al acuario japonés
El primer paso en este cambio fundamental de modelo fue el acuario de tipo holandés. En este tipo de acuario, el protagonista es la planta acuática. Lo que se busca es la creación de un jardín acuático, donde los peces son muy escasos. Para mantener el equilibrio químico y ecológico del acuario, los peces y demás animales “trabajan” para mantener el ciclo de nutrientes.
En este tipo de acuarios se esconde la maquinaria del acuario: filtros, aireadores, termómetros y calentador estarán ocultos para dar una sensación de naturalidad excepcional, aunque visualmente un poco loco, si atendemos a las reglas del acuario japonés, que veremos ahora.
Para entender el acuario japonés, hay que citar a uno de sus padres fundacionales: “Puede decirse que un acuario biotopo es realista, mientras que un acuario natural es impresionista” esta frase del Paisajista Takashi Amano es la base para entender cómo debe entenderse un acuario plantado natural.
Dos componentes fundamentales a la hora de crear un acuario impresionista: la filosofía zen y el número áureo: la proporción perfecta de la naturaleza. El quid de la cuestión es dar una apariencia totalmente natural, aunque absolutamente nada está por azar.
La proporción áurea
Cuando se realiza la composición del acuario, las rocas, sustrato y plantas se aplica siempre la proporción aurea: 1,618033... el número Fi está presente en todas las dimensiones de la naturaleza como las espirales del girasol, las conchas de todos los moluscos o la relación entre la longitud del antebrazo y la mano.
De esta manera, crearemos equilibrio en la composición. También olvídate de un sustrato plano donde ir emplazando la decoración. La naturaleza no es plana y un paisaje acuático tendrá suaves o dramáticos desniveles que darán una sensación de profundidad única.
CO2 en lugar de aire comprimido
El mantenimiento es bastante distinto a un acuario tradicional. Las claves del mantenimiento se basan en una iluminación mucho más intensa para llegar al fondo del acuario, un sustrato arcilloso permite el crecimiento de las raíces, abonado, una filtración hasta 5 veces más intensa y para mantener la composición se realiza la poda periódica de las plantas.
Otra cosa sorprendente es que es innecesario instalar un compresor de aire. La abundancia de plantas y la escasez de peces permiten un equilibrio de oxígeno adecuado. Es más, para fomentar el crecimiento rápido de las plantas se insufla CO2 durante las horas de luz para tener plantas en constante y vigoroso crecimiento.
Desde 240 € hasta el infinito
Si queremos ser los más cool de la aquariofilia, probablemente nos comparemos todo en la prestigiosa compañía Aqua Design Amano, donde nos ofrecen su visión de los acuarios y los equipamientos necesarios, con precios japoneses sí, pero con una calidad excepcional.
Como en cualquier afición, podemos gastar hasta el infinito y más allá en un acuario. No obstante, si lo que queremos es tener uno pequeño, completo y con la estética más zen, desde unos 240 euros podemos tener una joyita de unos 60 litros que nos haga las delicias.
Para que nos hagamos a la idea de cuánto podemos gastar, decir que el CO2 se ofrece con fragancias de los bosques húmedos de la Amazonia, Malasia y África… es decir, podrás gastar hasta el infinito y más allá.
Talleres, cursos y ponencias
Por suerte para los aficionados, existen talleres, cursos y ponencias que desde unos 60 euros nos darán las claves para empezar a componer nuestros cuadros vivos. Además, aunque no está muy extendido, algunos paisajistas acuáticos españoles han logrado colocarse entre los 60 primeros del concurso AGA International Aquascaping Contest, los oscars de los acuarios.
Si queréis dar el salto, acercaros a tiendas especializadas en paisajismo acuático como Iwagumi en Barcelona, Nascapers en Valencia o Arte Acuático en Madrid ofrecen asesoramiento, ideas y como no todos los artilugios para que crees un remanso de paz en casa. Y si eres un manazas, hasta te lo montan y mantienen.