Destinos

Sri Lanka se pone de moda

Después de años y años de guerra, la paz ha llegado a Sri Lanka. Y los viajeros han puesto su mirada en esa isla que parece desprenderse del sur de la India. Es cierto que siempre se ha podido viajar a Sri Lanka, pero dejando todo el norte fuera del alcance y con esa sensación extraña de disfrutar en un país que sabes que está en guerra. Ahora no, y todo el mundo aprovecha para conocer esta perla del Índico, una de las míticas islas de las especias.

Aunque es un país relativamente pequeño, hay que elegir bien los destinos porque hay tantas tentaciones que resulta imposible abarcarlo todo en un solo viaje. Aquí van siete etapas indispensables en un viaje:

- Polonnaruwa, una antigua ciudad que estuvo perdida en la selva durante siglos. Lo más espectacular es el conjunto de Gal Vihara, con sus cuatro grandes imágenes de Buda talladas sobre un gran bloque de granito. La gran figura del Buda reclinado, de 14 metros de largo, le muestra entrando en el nirvana. Y mirar su rostro sereno es enfrentarse a una civilización distinta a la nuestra, a otra forma de entender el mundo.

- Sigiriya es muy diferente. Es un peñasco que sobresale 200 metros sobre el bosque tropical. En lo alto estaba el palacio del rey Dhatusena, una especie de Versalles fortificado y tropical. Se sube por una escalera empinada y a medio camino, en un entrante de la roca, aparecen las doncellas de Sigiriya. Una galería de pinturas que desde el siglo V asombra a todos los que emprenden este camino.

- Kandy fue la capital de los últimos reyes cingaleses, que gobernaron la isla durante 23 siglos. Es famosa por el gran Perahera, una fiesta multitudinaria en los días anteriores a la luna llena del mes de Esala (julio o agosto). En cualquier otro momento muestra su cara cotidiana con sus calles bulliciosas y un mercado colorista. El corazón de la ciudad se extiende a las orillas de un lago artificial al que se asoma el Dalada Maligawa, el templo donde se guarda el diente sagrado de Buda, la reliquia budista más importante de Sri Lanka.

- De Kandy a Nuwara Eliya sólo hay 80 kilómetros, pero es una de las carreteras con más curvas de la isla. A unos 2.000 metros de altitud, Nuwara Eliya es una auténtica hill station, donde los ingleses se refugiaban del calor. Allí reprodujeron la arquitectura de la campiña inglesa. Estas colinas son el auténtico país del té, y las laderas empinadas de las colinas están cubiertas por las matas verdes del principal producto esrilanqués.

- La costa de Sri Lanka cumple a la perfección con la imagen tópica del paraíso tropical, con sus playas de arena blanca, palmeras y mar azul. En Negombo el horizonte se puebla con las velas de los oruvas y catamaranes (catamarán es una palabra tamil que significa "dos troncos unidos"), las embarcaciones más utilizados por los pescadores de la isla. Aunque otros prefieren el sistema de subirse a un poste clavado en un fondo poco profundo del mar, cerca de la costa, y pasarse horas con una caña. Se encuentran en la zona de Weligama.

- La esencia de Galle es su mezcla holandesa y asiática. Hace más de 300 años que los holandeses construyeron el fuerte que ahora está ocupado por la parte más antigua de Galle. Todavía se encuentran las casas burguesas con adornos de madera labrada, el faro sobre los bastiones y las tiendas de los joyeros que perpetúan el mismo negocio desde generaciones. En otro tiempo, en su puerto embarcaban hacia Europa los cargamentos de especias.

- Sri Lanka es, verdaderamente, la isla de las especias. Las tierras altas de la isla abundan en vainilla y canela, en clavo y cardamomo, en pimienta y jengibre. Muchas especias se cultivan por sus cualidades gustativas u olfativas, pero también curativas o afrodisiacas. La farmacopea ayurveda, la medicina tradicional, se basa en parte en las propiedades de las plantas. Al recorrer el interior de la isla es posible visitar varios jardines de especias.

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