San Andrés de Teixido, A Coruña
No llega al medio centenar el número de vecinos que disfrutan a diario de las espectaculares vistas de esta aldea sobre unos acantilados de infarto. Todos ellos pueden hablaros de las decenas de leyendas que se asocian a este lugar con mucho de mágico, donde según los entendidos se encuentra la puerta del más allá del mundo celta. Flanqueado por un entorno salvaje, la mayoría de los turistas dirigen sus pasos al Santuario de San Andrés. Pero también merece la pena recorrer las pocas calles empedradas que forman esta aldea como de cuento y dejar que el resto de sus encantos hagan su magia. En cuanto lo conozcas querrás volver. ¡Y hablamos por experiencia!
La Orotava, Santa Cruz de Tenerife
Es un pequeño paraíso dentro de otro paraíso natural, el que forman las Islas Canarias, así que tiene puntuación por partida doble. Se extiende en las faldas del Teide, donde la naturaleza explota sin medias tintas, mostrando una de las caras más verdes de Tenerife. Toda esa naturaleza es la que hace de marco a un casco urbano repleto de casonas, jardines, iglesias como la de la Concepción y construcciones emblemáticas como la famosísima Casa de los Balcones, construida hace casi cuatro siglos. Un rincón privilegiado como hay pocos.
Bárcena Mayor, Cantabria
Cuentan quienes visitan por primera vez esta pequeña localidad cántabra que tienen la sensación de que el tiempo se ha parado. Tanto que cada vez son más los que sostienen que este es el pueblo más antiguo de toda España. Se encuentra en pleno corazón de la Reserva del Saja, flanqueado por pequeñas colinas y sus 84 habitantes se distribuyen por dos calles principales, que conservan lo mejor de la arquitectura montañesa. Ese es precisamente el encanto de este lugar: que sigue respirándose el aire rural que impregnaba estas calles allá por los siglos XVII y XVIII, fecha de la que datan las casas. Los bosques de robles y hayas que lo rodean son otra excusa perfecta para darse una vuelta por este pequeño edén montañés.
Covarrubias, Burgos
La llaman la cuna de Castilla porque hace ya once siglos que el conde de Castilla Fernán González y su hijo García Fernández convirtieron este municipio en la capital del Infantazgo de Covarrubias. Pasear hoy por sus calles es también echar la vista atrás y repasar su historia, de la que quedan como símbolos un largo listado de monumentos encabezados por el Torreón de Fernán González, la única fortaleza castellana que se conserva de antes del siglo XI. Uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional bien conservada, con las famosas viviendas castellanas con entramados de vigas de madera, que merece la pena disfrutar con calma. Imprescindible parar a comer un buen cordero asado de la zona antes de volver a casa.
Guadalupe, Cáceres
Su monasterio fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993, pero Guadalupe es mucho más que este espectacular monumento donde se esconden algunas de las joyas artísticas más impresionantes de España. Es también la antigua judería, la plazuela de los tres chorros, los soportales de madera, los balcones plagados de flores... Un estupendo rincón para perderse donde lo bueno es que no tengas prisa por encontrarte.
Ujué, Navarra
Hay lugares tan especiales y únicos que hay que visitarlos al menos una vez en la vida. Uno de ellos es el para muchos desconocido Ujué, un pueblo perdido en lo alto de una meseta que se erige como mirador natural de la cordillera pirenaica y la planicie de la ribera. Ese aislamiento es precisamente parte de su encanto. El resto se lo proporciona el laberinto de calles que serpentean entre los muros de este auténtico pueblo medieval que culmina en lo alto en el santuario-fortaleza de Santa María de Ujué. Todo teñido de un color ocre que hace de este lugar un pueblo muy singular. ¿Alguien da más?
Morella, Castellón
Otro imprescindible en este ranking por méritos propios que merece olvidarse del reloj para disfrutarlo de verdad. Ya a lo lejos se divisa una postal de película, con un castillo coronando la cumbre del monte. Pero una vez en el propio casco histórico de Morella, las sorpresas siguen: el Acueducto de Santa Lucía, las Casas Solariegas, las empinadas callejuelas sobre las que se asoman pintorescas fachadas que recuerdan a otras épocas... Un placer para los viajeros que disfrutan de entornos únicos.
Arcos de la Frontera, Cádiz
Parece una especie de desafío: todo un pueblo retando al cortado vertical que se levanta sobre el río. Eso es Arcos del Frontera, además de un buen ejemplo de un todo en uno: naturaleza, patrimonio, originalidad, autenticidad... Conocido por ser uno de los pueblos blancos de la sierra gaditana, sus estrechas calles dirigen al visitante al castillo, el Palacio del Conde del Águila, el Convento de San Agustín, la iglesia de Santa María de la Asunción y un largo etcétera de monumentos que merece la pena conocer. Para nosotros lo mejor es la mezcla del pasado romano y musulmán que aún puede verse en este lugar. Un lujo para el visitante.