Cuando Mara Torres anunció que no pensaba renovar temporada de Torres y Reyes por motivos profesionales -Torres presenta también las noticias de La 2 y, seguramente, no le compensaba ni en sueldo, ni en horario- los directivos de la cadena empezaron el baile de sillas. Del proyecto pronto se descolgó también Joaquín Torres, quien declaró que sin Mara Torres, su presencia no tendría sentido. Entonces, se les ocurrió una idea para no perder el programa y, de paso, justificar el cambio: renovar la extraña pareja de presentadores en cada edición. Así, contactaron con Javier Coronas, humorista curtido en el mundo de los monólogos, y con Alaska -que volvía a ponerse el frente de un programa desde el mítico La bola de cristal- para que se encargaran de la segunda edición, esta vez titulada Alaska y Coronas.
En un primer momento, el público se enfrentó con reticencias, pues no sabían ni cómo iba a funcionar la pareja, ni cómo iban a continuar la línea editorial que se había asentado en la primera temporada. No obstante, estos miedos se disiparon pronto, ya que Alaska y Coronas consiguió igualar a su predecesor -e incluso, superarlo-. Es cierto que el programa empezó con algunos fallos, sobre todo técnicos, pero fueron resolviéndose poco a poco y afianzando una audiencia que terminó superando la de sus predecesores. ¿Las razones? Aquí tiene cuatro ejemplos:
La química de la pareja
Como idea base del programa reside la unión entre dos mundos muy diferentes, materializados en las personalidades de los presentadores. En el caso de Torres y Reyes, el asunto estaba claro. Como hubiera sido posible, si no, que una finalista al premio Planeta hubiera terminado del brazo del creador de La hora chanante. Pero aun así -y pese al buen hacer y la intención- Torres no llegó a desprenderse del rictus de presentadora de informativos en ningún momento. En el caso de Alaska y Coronas, todo ha resultado más sencillo. El monologuista ha sabido ocupar el hueco de Joaquín Reyes -tarea nada fácil- y, a la vez, generar una proximidad con Alaska a través de un imaginario matrimonio. Claro está que la cantante está más que acostumbrada a lidiar en cualquier plaza.
El reclamo Alaska
Además de atraer a los fans incondicionales de la cantante -que los tiene y muchos- la presencia de Alaska ha hecho posible que personalidades como Camilo Sesto, totalmente apartado de la televisión, haya acudido a ser entrevistado al programa. Eso también ha conllevado la presencia de su inseparable Mario Vaquerizo en el último programa, aunque, siendo fieles a la verdad, el periodista se encuentra en plena promoción tanto de Fabiografía, la biografía de Fabio McNamara, como del nuevo disco de las Nancys Rubias. A Alaska, además, se la ha visto mucho más cómoda e integrada en las entrevistas y debates que su predecesora, demostrando la vasta cultura de la que siempre hace gala.
La variedad temática
Uno de los grandes hándicaps con los que tuvo que lidiar Torres y Reyes fue su circunscripción temática a la era internet. Durante trece programas, estuvieron analizando y debatiendo alguno de los aspectos más relevantes de internet -centrados, principalmente, en las redes sociales- y terminaron agotando el tema. En Alaska y Coronas se plantearon una apertura de temas que han permitido dinamizar el programa, así como ofrecer una variedad de invitados mucho más atractiva. ¿Dónde se ha visto que se pase de Pandemonia -la reina del látex y del arte- a Victoria Abril tumbada en una cama? El nuevo reto se sitúa en la presencia de estrellas internacionales, para que se lleven una imagen de España que no sea solo la de El Hormiguero.
La duración de la programación
El compromiso de Mara Torres con La 2 Noticias hizo que Torres y Reyes no empezara hasta las 11 y durara aproximadamente una hora. Con Alaska y Coronas, el programa ganó tiempo y permitió que las entrevistas, y sobre todo, las tertulias no fueran tan atropelladas. Esto supuso, además, un reto de guión y contenidos, que pese a los problemas del primer programa, consiguieron salvarse sin demasiada dificultad -y eso que el programa contaba con un único guionista-. El reto, utópico en el caso de la televisión española, sería empezar el prime time a las 21 horas y que todos pudiéramos descansar a una hora más razonable.
Ahora, una vez finalizada esta segunda temporada del programa, llega la incógnita. Ante la acogida por parte de la audiencia de este Alaska y Coronas, ¿se mantendrá fiel el programa y buscará otros dos presentadores para la próxima edición o, por el contrario, volverá a confiar en la misma pareja y dejará que el programa crezca solo? ¿Estarán dispuestos tanto Alaska como Javier Coronas a repetir formato? ¿Qué presentadores serían capaces de asumir este doble reto? De momento, no nos queda más que esperar al anuncio de los nuevos contenidos. Tengan paciencia.