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Adolfo Suárez hijo en TVE: “En el colegio me convertí en el hijo puta”

Bertín siempre sorprende. Programa tras programa, ‘En la tuya o en la mía’ se ha ganado el respaldo de la audiencia, y esta semana ha querido mojarse un poco más en política. El invitado ha sido, además, su vecino. Adolfo Suárez Illana, hijo del primer presidente del Gobierno elegido democráticamente tras el franquismo. El abogado hace un retrato de su padre y relata cómo vivió la Transición cuando era un adolescente.

  • Nombramiento de Adolfo Suárez por el rey Juan Carlos (RTVE)

La amistad de Suárez con el rey

Adolfo Suárez Illana ha hablado de todo y también de la amistad de su padre con el rey Juan Carlos. Su primera entrevista con él fue “cuando todavía Juan Carlos no era ni príncipe. Hay una famosa anécdota de Franco, cuando le dijo a Juan Carlos ‘aquí tiene un plano de España, conózcala’, que me contó mi padre”.

La amistad con el rey empezó en Segovia en el año 79. “La amistad se cristalizaría cuando nombró a Suárez responsable para democratizar el país, en un momento en el que, entre ellos, ya había mucho”.

Cuando su padre fue director de TVE hizo mucho por la imagen del rey. “En aquel momento era la única televisión que existía, imagínate el poder que tenía la televisión en aquel entonces, que era la única”. “Mi padre se involucraba absolutamente, y llamaba al de continuidad. Estaba permanentemente metido en ello, gestionaba la parrilla, y ha vivido en directo”, ha contado su hijo.

Después fue subsecretario (el que ahora sería secretario de Estado) siendo Ministro Tejedor, “un tipo simpático y cercano e íntimo de mi padre”. “Cuando se mató en un accidente, mi padre se convierte en ministro para desmantelar el franquismo. Ese era el motivo, que no tenía sentido seguir las cosas como estaban, muerto Franco”.

El nombramiento de Suárez como presidente

¿Qué futuro esperaba España después de las elecciones sucesorias? Le preguntó Franco a Suárez. “El futuro será un futuro democrático”, le respondió él. “¡Pues habrá que prepararse!”, preveía el propio Franco antes de su muerte.

Adolfo estaba convencido de que sería presidente desde la universidad. “Tengo un presente desastroso, pero un porvenir muy bueno”, vaticinaba.

Él “nunca ha querido parecer, y el protagonismo le costaba pese a lo que la gente crea”, cuenta su hijo. “La ambición de mi padre ha sido siempre finalista, para hacer algo”, añade.

¿Cómo vivieron en casa todo esto? “yo tenía 20 años (cuenta Illana)” cuando su padre fue llamado por Zarzuela .“El rey le pegó un susto detrás de la cortina, con una amistad muy especial”. “Eran dos chavales, se tuteaban, y era una relación muy personal”, recuerda.

¿Alguien se esperaba este nombramiento? “Él sí, pero hubo un enfrentamiento con Torcuato Fernández-Miranda. Lo digo con prudencia y respeto pero la familia de Torcuato ha vivido con un año que es hora de olvidar”, comenta Illana.

Pero Adolfo Suárez se convirtió en presidente del gobierno, y “Torcuato, que era fino como pocos, organizó el consejo y el sistema de votación iba a cambiar. Vamos a ver quién no debe estar en la lista. Ahí las grandes familias empezaron a atacar al contrario. Al mindundi de Suárez nadie le votaba, pero se fue colando y esa fue la forma”, admite Suárez hijo.

Al día siguiente de ser nombrado presidente, “Suárez da un discurso en televisión con un programa de gobierno completo en donde se compromete a que antes de un año convocaría elecciones democráticas libres”. Nadie se preguntó nunca por qué ha hecho esa promesa siendo presidente y no creó un partido político antes. “¿Este no se entera? ¿Habría un plan en el que Suárez no se iba a presentar? No, él iba a llevar al país hasta las elecciones, y una vez estuviéramos ahí, serían otros los que pudieran llegar a la presidencia”.

Esa era la promesa de Adolfo, pero “a mi padre le empiezan a llegar datos de que el que va a arrasar es Felipe González con el PSOE y que Manuel Fraga se quedaba muy abajo. No es que fuese un drama pero el Felipe de antes no es el de ahora”, recuerda Illana.

Esto Adolfo lo empezó a transmitir, y Torcuato, por el contrario del rey, empieza a pensar que “mi padre es un traidor”.

Suárez aprueba el partido comunista

En ese momento, Adolfo Suárez empieza a agilizar las gestiones para crear la UGT, contando con Torcuato, pero él “dice que ni hablar, como Fraga”, por lo que comenzaron las dificultades para el presidente de la transición. “Las elecciones de abril del 77 curiosamente, el resultado de aquel sondeo se clava”, admite su hijo. “Casi no se dio la mayoría absoluta, se legaliza el partido comunista justo después en semana santa, pero gracias a no alcanzar esa mayoría, hoy la democracia es más plural”, confiesa.

Debido a la legalidad de aquel partido, en el colegio "me convertí en el hijo puta de Suárez”, concluye sobre este asunto. “Legalizar a Carrillo era una cosa asombrosa y mi padre tuvo que asumirlo, incluso en mi propia familia”.

“A mi madre Carrillo no le gustaba nada ideológicamente y yo, siendo amigo de él, tampoco. Su mujer que es adorable, me sigue llamando para preguntar cómo estoy, pero una cosa es la política y otra las relaciones personales y el sentido de Estado”, cuenta Adolfo.

Sin embargo, el que da legitimidad a la izquierda y a la democracia, es Santiago Carrillo. “El PSOE no tenía ese protagonismo en aquel entonces”, confiesa. “Mi padre y Carrillo se fumaron una noche hasta las plantas del florero para concluir que uno se tenía que fiar del otro. El presidente del gobierno se la juega y legaliza este partido comunista. Así se tiró apra adelante y ese día cambia la historia de España”, cuenta.

A esa edad, Adolfo Suárez hijo vivió “amenazas terroristas con mucha normalidad”. “Estaba sometido a una amenaza en un momento donde se mataban a cien personas al año. En aquel momento, el atentado y la muerte era algo muy cercano y tenías que asumir que podía pasarte a ti en cualquier momento”, recuerda.

“Mi padre me enseñó una carta donde le decían que podían secuestrar a su hijo, y le advirtió que no permitiera que le secuestraban vivo porque él no podría hacer nada. A mí me sonó a un motivo de orgullo porque era una meta, yo tenía que protegerme”.

El papel de su mujer

Mi padre era un genio pero mi madre era un ser extraordinario. Hubiera sido imposible todo lo que hizo mi padre sino hubiera tenido la mujer que hizo al lado”, rememora Adolfo Suárez.

Ella era “absolutamente” una mujer de Estado. De hecho, ella fue la responsable de “mi afición por la poesía”. “Compartimos mucha lectura y mucha poesía. Cuando ella murió quise hacerle un homenaje escribiendo un libro”, cuenta.

“La poesía a mi padre la escribí en una clase de derecho”, recuerda.

¿Cómo fue la noche de las elecciones democráticas primeras en las que presentó Adolfo Suárez como UCD? “Fue ilusionante. Estaban amigos, familia y el gobierno entero. Aquello era muy abierto, el despacho de mi padre era el centro de operaciones. Era más lento que lo que es ahora pero mi padre estaba en contacto con el rey permanentemente con un videoteléfono. Era una cosa sideral, un aparato enorme en donde se veía al rey al otro lado”.

Su dimisión y el 23F

Pero Adolfo dimitió en enero del 81, dos años después. “Lo de las dimisiones nunca ha estado bien visto, pero creo que mi padre ha sido el más querido de la clase política, aunque no le hayan creído nunca. Él toma la decisión en agosto del año anterior, veraneando en Galicia, cuando tiene en su cabeza dos cosas: o convoca elecciones inmediatamente o agota la legislatura (que sería en el año 83). Él entiende que el pueblo español no estaba preparado para un gobierno socialista, le parecía temprano. En su lugar, busca a un sustituto como hizo Torcuato con él, alguien que hasta el 83 no supusiera un cambio drástico hasta que llegara Felipe González. Cuan acertado estaba mi padre, que luego se demostró que fue lo mejor cuando se pudo elegir entre Calvo Sotelo y un Felipe González con chaqueta de pana”.

Tres semanas después de que Adolfo Suárez dimitiera, se produce el 23F. “dos minutos después de aquello me dijeron que a mi padre le habían matado. Yo estaba en Moncloa en el piso de arriba del todo, con mi primo Diego estudiando griego en una zona habilitada para niños. Dejamos la radio más baja mientras estudiábamos y lo escuchamos en directo. Salí corriendo al gabinete, al fondo del pasillo, para enterarme de qué había pasado y me dijeron que mi padre había muerto”, recuerda.

Yo tenía mis armas de caza y las distribuí para tenerlas a mano. Pensé que el siguiente sería yo. Todo estaba desplazado al Congreso y poco tiempo después nos enteramos que no había muerto nadie y llegó Manuel Pérez Barriopedro para revelarnos las fotos de aquello”, le ha contado Illana a Bertín.

“Fue un ejemplo de dignidad, de dos políticos que asumen su cargo”, concluye su hijo.

Por su parte, “el rey hizo lo que tenía que hacer y poner a la gente en su sitio. Sobre el 23 F a lo mejor faltan detalles pero a día de hoy se conoce lo que ocurrió”, relata Illana.

Pero, ¿el rey nos salvó de un golpe de Estado que él mismo había preparado como cuenta Pilar Urbano en su libro? “Ese libro me parece una ignominia. Aunque fuese verdad ella se está desdiciendo de todo lo que ha expresado antes y está hablando por gente muerta. Mi padre me estaba preparando a mí para una cosa y de ella no se fiaba, me consta”, cuenta Suárez.

¿Por qué volvió un año después de dimitir? “Porque creyó que podía aportar cosas, hoy pienso que quizá hubiera sido mejor no hacerlo, pero esa era su decisión y pensó que podía aportar un punto de moderación que hoy ya existe, pero no entonces. El PP no era el gran partido de centro que es hoy, el PSOE estaba más radicalizado, no había un colchón entre medias y ese fue el espacio político que intentó ocupar él”, según relata Illana.

“Llegaron las elecciones municipales del 91 y fue un desastre, se cayó y fue su adiós definitivo a la política”, recuerda justificando que, en aquella época, era muy difícil tener un partido “de bisagra”.

Llega el alzhéimer

“Pensamos que tenía depresión, pero el médico nos advirtió que tenía alzhéimer y que necesitaría mucha, mucha atención”, recuerda su hijo.

Esto ocurrió justo después del famoso meeting que dio en 2003 para presentar a su hijo a elecciones. “Fue el día de los más tristes y también de los más bonitos de mi vida. Yo llevaba haciendo un año de campaña, yo no quería mezclar a mi padre, pero me dijo ‘Adolfo, tú te has pasado toda tu vida acompañándome a meetings a mí, así que o me invitas o me planto allí’, me dijo. No me quedó más opción que organizarlo, y lo hicimos lo mejor que pudimos y que supimos. Se lo dije a Aznar y pasó todo aquello. Mi padre en ese momento tenía alguna cosilla pero no sabíamos el punto. Poco después fue cuando supimos del alzhéimer y no la depresión por la muerte de mi madre”, ha añadido.

Sus últimos años fueron “entrañables. Mis hermanos y yo estuvimos permanentemente al lado de él. Hubo momentos difíciles pero puede ser una bendición si sabes aceptarlo. La enfermedad borra la base de datos pero no borra su forma de ser, le lleva a su punto más entrañable, y es curioso las muestras de cariño. Era un dulce y era un placer pasar horas con él, hasta hablar con la mirada. Los últimos días, sobre todo los dos últimos, hubo un momento de bienestar, muy sonriente, nos regaló sonrisas a todos”, concluye.

Illana… ¿Torero?

“Cuando empecé a torear en festivales, Padilla me dijo “o te pones delante de un toro o te retiras”, empieza hablando sobre su faceta de torero. “Tengo mi carnet profesional, pero no toreo porque sería traicionar y mantengo un respeto a los toreros”, rememora.

Volviendo a la política de hoy, “hemos dado una imagen pésima, nos hemos equivocado estos 30 años en muchas cosas. Tenemos que ser capaces de olvidarnos de la gestión y poner la vista en la política. La política es ilusionar y poner un futuro delante de la gente”, ha concluido.

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