El panorama televisivo español es altamente curioso. Mientras algunos formatos desparecen de la parrilla sin demasiada explicación -los ritmos actuales no dejan que las cosas sigan su curso con normalidad-, otros se eternizan en la programación sin notar prácticamente el desgaste propio del paso del tiempo. Piensen en Gran Hermano, el buque insignia de la longevidad televisiva en nuestro país. Dieciséis ediciones lleva ya a sus espaldas y continúa arrasando en audiencia -pese a que ha tenido momentos de menos tirón-. Dieciséis años, que se dice pronto, viendo a desconocidos convivir en una casa -horrorosa- y aprendiéndonos nombres de personas que, posiblemente, nunca más volveremos a ver. Eso es entrega y pasión y lo demás, puras bobadas.
Durante este larguísimo período, una cara se ha encargado de ser la imagen del formato -lo de Pepe Navarro haciendo de presentador en la tercera edición no cuenta-. Si Gran Hermano ha llegado a nuestros días es gracias a Mercedes Milá. La presentadora controla el medio como nadie, es una ferviente convencida del formato y consigue dotar de ritmo e interés lo que, a priori, no debería tener ninguno. Ese es el arte de un presentador, esa es la gracia. Otros realities equiparables han ido cambiando de figura de referencia, con más o menos suerte y mejor o peor éxito -Pilar Rubio consiguió hacer desaparecer Operación triunfo-. Pero, ¿no se cansa la Milá de hacer siempre lo mismo? Ella dice que no, pero del dicho al hecho...
La presentadora se ha encargado de repetir, en diversas ocasiones, que tiene apalabrado con Paolo Vasile un nuevo programa a cambio de llegar hasta la decimosexta edición de GH. No es que vaya a dejar el reality -sabe que es imprescindible-, pero sí debe estar ya un tanto cansada de hacer lo mismo año tras año. En lugar de Suso y Sofía, serán Paula y Omar, pero las tramas son las mismas y sus guiones prácticamente intercambiables. Y otra cosa no, pero Mercedes Milá no es de las que se acomodan. ¿Llegará un punto en que dejará de presentar GH? Confiamos en que sí. Ese momento será también el final del formato tal y como lo conocemos. Otros llegarán -Jorge Javier Vázquez o quién ostente en ese momento el récord de horas en directo-, pero nada será igual. Ay, Mercedes...
Eso sí, la catalana no es la única presentadora que se ha hartado de su programa. Otros han dado signos más que evidentes de aburrimiento mortal. Éstos, sin ir más lejos:
Jordi González
El nivel de nerviosismo y hartazgo de Jordi González va en aumento en cada nueva edición del Debate de GH. El presentador, normalmente muy tranquilo, amenaza casi cada día con abandonar el plató si el público, los invitados y los colaboradores no se comportan un poco mejor. Y no es de extrañar. González lleva encadenando programas relacionados con realities demasiado tiempo. Pudo lidiar con el fenómeno 'Belén Esteban' en GH VIP -con sus merecidas vacaciones-, pero verse de nuevo haciendo lo mismo debe haberle sobrepasado. Un descanso no le vendría mal.
Jorge Javier Vázquez
La ventaja del formato de Sálvame es que todo se nota. Los colaboradores no pueden fingir y los presentadores tampoco. Durante una buena temporada vimos a Jorge Javier Vázquez desubicado, desganado e incluso arisco. Había perdido el tono, trataba con superioridad a casi todo el mundo y había dejado de pasárselo bien. Con el tiempo, él mismo reconoció la sensación que todos teníamos. Pasar tantas horas en televisión y con un nivel de implicación como el de Sálvame debe ser agotador. ¿Cómo se va uno a casa descansado después de una batalla campal entre Mila y Kiko Matamoros? Ahora, que ha estrenado un musical propio, parece que se le ha pasado un poco. A ver si aguanta.
Anne Igartiburu
La presentadora lleva tantos años acompañando a los espectadores a mediodía que se ha convertido en un clásico -como Los Simpson en Antena 3-. Anne Igartiburu es la cara de Corazón. Sus pasos a vídeos, su estilo y sus coletillas forman parte del imaginario televisivo, pero, claro, de todo se cansa uno. Igartiburu trató de dar un requiebro a su trayectoria y dejar el formato para siempre, o eso creíamos. Cambió a la tarde, con otro tipo de programa y un nuevo horario. No funcionó. En nada, la aventura quedó cancelada y tuvo que volver -con el rabo entre las piernas, imaginamos- a su reducto de crónica social. Anne debe estar aburrida, aunque lo disimula bien. Y, de paso, se ha casado por sorpresa.
Mariló Montero
Más que aburrida, lo que debe estar Mariló es encorsetada. La presentadora puede dar mucho más. Es la reina de las redes sociales, de las noticias virales y del castigo a los colaboradores. El problema es que los temas de La mañana y la pertenencia a Televisión Española no la dejan brillar bien. Somos de los que continuamos pensando que dentro de poco la veremos en otros canales, con otros retos y dando el juego que ella sabe que puede dar. Mientras tanto, y entre entrevistas con Bertín, continúa trabajando, pero se nota que no es lo suyo. ¡Lo que podría hacer en Mediaset! Piel de gallina.
Y antes de terminar, ¿creen que Jordi Hurtado estará cansado? ¿Cuántos años lleva en Saber y ganar? ¿Cien? Lo suyo sí es para medalla al mérito en el trabajo.