Antonio García Ferreras se refirió el pasado 6 de febrero al director de Informe Semanal, Jenaro Castro, como “censor”, “comisario político” y “manipulador” por no mostrar en su programa los resultados de la autopsia de Rita Barberá. El aludido denunció los hechos ante la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), que ha lamentado que el presentador de Al Rojo Vivo se refiriera a Castro en estos términos, pero que no ha apreciado motivos para condenar esta acción, dado que García Ferreras está amparado por su derecho a la libertad de expresión.
El origen de esta polémica se remonta al pasado diciembre, cuando Informe Semanal emitió un reportaje titulado Presunción de inocencia en el que se denunciaba la utilización de la corrupción como arma política y se señalaba a la prensa como uno de los agentes que contribuyó al fallecimiento de Rita Barberá. Unas semanas después de su emisión, el diario El Mundo reveló el resultado de la autopsia de la exalcaldesa de Valencia, que mostraba que su muerte se produjo por un fallo multiorgánico derivado de un “problema hepático”.
García Ferreras culpó a la televisión pública de no informar a sus espectadores de ese dato y la emprendió contra el periodista de TVE: "Jenaro Castro (estuvo) para diseñar un Informe Semanal manipulador que señale a todos los medios, a toda velocidad. Pero ahora que tiene la autopsia... Y en Las mañanas de RNE (están) calladitos todos: "Ocultemos lo de la cirrosis. Que los espectadores de Televisión Española e Informe Semanal o los oyentes de RNE sigan pensando que fue como consecuencia de la presión de los medios". Y añadió: "Es la censura que imponen algunos y que tiene sus efectos en TVE y RNE", proseguía, tildando al director del programa de La 1 de "comisario político".
El pasado 24 de febrero, Castro trasladó un escrito a la comisión de arbitraje de la FAPE en el que acusaba a García Ferreras de haber violado el código deontológico de la profesión al proferir contra su persona una serie de insultos “muy graves” que, además, suponían un ataque contra su “profesionalidad” y su “reputación”.
La FAPE reconoce que estos calificativos son seriamente vejatorios y desvalorativos, pero incide en que expresan “una acerva crítica derivada de opiniones divergentes sobre temas de actualidad palpitante, de trascendencia social, de preocupación pública”. Y, por tanto, el discurso de García Ferreras está amparado legítimamente por la libertad de expresión.