Lo peor de intentar sacar provecho personal de una desgracia colectiva es que hay veces que las cosas no salen como uno cree. Pecar no es tan sencillo como piensan quienes caminan por la aburrida senda del bien. Por eso, el locutor radiofónico de Placido, de Berlanga, se desesperaba porque el pobre hombre al que había invitado a cenar en Nochebuena la gente de bien no se deshacía en elogios hacia los generosos anfitriones y se limitaba a pedir más comida. Y vino. Ya se sabe que quien está en esa situación es porque ha hecho todo mal o porque lo merece.
La propaganda es en realidad otra forma de maldad, de ahí que muchas veces se tope con el muro de la realidad, que se empeña en desmentirla. O en calificarla de grosera. Las páginas de televisión de algunos medios avanzaban este viernes -y TVE lo promocionaba- que La 1 emitirá este domingo un especial informativo de 160 minutos que mostrará cómo se inyecta la primera vacuna contra la covid en España. Eso significa que habrá imágenes del primer vacunado y rimbombantes declaraciones del ministro de Sanidad. También se mostrarán declaraciones del agraciado, en las que dirá que tiene muchas ganas de ver a su familia, pues no lo hace desde febrero. Y, cómo no, desfilarán por la pantalla vídeos de la cadena de fabricación de Pfizer, donde cada segundo se realizan decenas de productos. Desde Viagra hasta el remedio contra la covid.
Quizás haya quien considere normal que la televisión pública ofrezca abundantes imágenes de este importante momento de la pandemia, y quizás sea necesario. A fin de cuentas, los ingleses también hicieron lo mismo y en casi todos los rincones del planeta hoy se sabe que el segundo vacunado se llama William Shakespeare. Pero lo cierto es que cuesta pensar que este programa no tendrá un tufillo pro gubernamental.
Porque desde que Rosa María Mateo llegó a su puesto, en agosto de 2018, TVE sólo ha demostrado toda su potencia de fuego cuando al Ejecutivo le convenía. En el resto, ha sido anónima o irrelevante. El ejemplo más evidente se produjo hace algo más de un año, cuando Pedro Sánchez y su tropa consideraron que sacar a Franco del Valle de los Caídos iba a ayudar a la izquierda a mejorar sus resultados en las elecciones generales y la televisión pública destinó 22 cámaras, 3 unidades móviles y un equipo de 50 personas a informar del traslado del cadáver al Cementerio de Mingorrubio.
Otros 'hitos' de TVE
Hay otros episodios que han tenido menos eco, pero que resultan igual de obscenos. Uno de ellos se produjo hace un par de semanas, cuando el Comité Olímpico Español celebró su gala anual de entrega de premios a los mejores deportistas y TVE no escatimó medios para cubrirla. De hecho, incluso el equipo de deportes del telediario emitió su sección desde el lugar donde se habían repartido los galardones. Casualmente, ese día Pedro Sánchez estaba por allí y ofreció un discurso en el que anunció que el deporte español -objeto habitual de demagogia- también se beneficiará de los fondos europeos contra la covid.
Con la retransmisión de la primera vacunación, el Ejecutivo tratará de otorgar relevancia a un hecho simbólico en la práctica, pero importante para fijar su discurso. Porque después de la terrible campaña del miedo de la Navidad, excesiva y agobiante, toca cambiar de registro y comenzar a hablar del compuesto microbiano que permitirá al país volver a la normalidad tarde o temprano. También resaltar las millones de dosis que el Ejecutivo conseguirá y lo rápido que las asignará a la población de riesgo.
La batalla del discurso ya la tiene ganada Iván Redondo, dado que si en enero vienen mal dadas, se podrá atribuir una tercera ola a las imprudencias cometidas durante las fiestas por los españoles. Pese a que hasta para coger un tren en la estación madrileña de Chamartín tuvieran que dar explicaciones a la Policía. Pero manipular a la opinión pública es sencillo: basta con distribuir entre las televisiones imágenes de cotillones y celebraciones alcohólicas para lograrlo.
En primavera tocaba exponer en los telediarios a los indisciplinados que se saltaban el confinamiento. En verano, hubo que abrir el país al turismo y se dio casi por superada la pandemia con el eslogan 'salimos más fuertes'. Como la situación epidemiológica se desmadró, tocó culpar al botellón y, en otoño, cuando la cosa se puso casi peor que en abril, se ensalzó el toque de queda y se advirtió del gran peligro de celebrar la Navidad.
Ahora toca cambiar de registro y subrayar la labor del Gobierno 'vacunador'. Y ahí ha hecho falta recurrir a Rosa María Mateo. Ella, no tengan duda, encantada, como siempre.