Daniel Sirera abandonará el Consejo Audiovisual de Cataluña en los próximos días tras una década como consejero de la institución. Han sido los años de mayor tensión política en esta comunidad autónoma en varias décadas; y, en este tiempo, los intentos de los independentistas por incrementar su control sobre los medios de comunicación, públicos y privados, han sido evidentes.
En esta entrevista, hace un repaso a lo que ha sucedido durante su mandato y ofrece algunas claves sobre las estrategias que la Generalitat ha seguido en los últimos años para mantener engrasada, y libre de culpa, a TV3, una televisión a la que se le ha acusado de ser el principal altavoz de las reivindicaciones independentistas.
Pregunta: Diez años en el Consejo Audiovisual de Cataluña que terminarán en los próximos días. ¿Qué balance hace de este tiempo?
Respuesta: La sensación que tengo es que no he podido cumplir con el mandato que me asignó el Parlament en 2012. El objetivo del CAC es velar por el pluralismo político, social, cultural y lingüístico de los medios públicos y privados y la verdad es que el proceso político de Cataluña ha volado por los aires cualquier posibilidad de que los medios públicos fueran neutrales y veraces. Se han visto arrastrados por esta locura política.
P: ¿Será el CAC menos plural a partir de ahora?
R: Los nombres que se han puesto encima de la mesa responden a una mayoría independentista y socialista. Si estos últimos años el CAC ha sido una coartada para que los medios públicos hicieran trabajo a favor de la independencia, a partir de ahora eso va a ser mucho más descarado.
P: ¿De qué forma ha utilizado la Generalitat los medios públicos y el CAC?
R: Bueno…, ha intentado controlar los medios públicos que dependen de ella, pese a las tensiones existentes entre ERC y Junts. También ha intentado tejer un entramado mediático favorable mediante subvenciones y ayudas públicas. No ha tenido ningún tipo de problema para utilizar cualquier instrumento para conseguir sus objetivos. Recuerdo que incluso el propio exconsejero de Presidencia, Francesc Homs, nos exigió que sancionáramos a los medios de comunicación que se negaron a difundir la publicidad del referéndum ilegal de noviembre de 2014, ideado por Artur Mas.
P: Se señaló a tres radios…
R: El Gobierno autonómico le pidió al CAC que actuase en contra de esas tres radios. Algunos consejeros, entre ellos yo, nos negamos a apoyar esa medida, dado que esas empresas estaban cumpliendo la ley, pero la Generalitat les impulsaba a lo contrario. Entonces, la mayoría independentista del Consejo decidió amenazar a esos medios (SER, COPE y Onda Cero) abriéndoles un expediente. Que, por cierto, guardó el presidente Loppacher en un cajón cuando la dinámica política cambió.
P: A usted le han intentado callar y le llegaron a impedir participar en una votación…
R: En estos nueve años ha pasado casi de todo. En un primer momento, se me intentó impedir que diera mi opinión en las redes sociales. Se me prohibió también votar a un acuerdo en el que se discutía si Mónica Terribas había cumplido las misiones de servicio público al ir alertando a las personas que estaban preparando el referéndum del 1-O sobre dónde estaban la policía y la Guardia Civil. Quiso utilizar la radio pública para garantizar la celebración del referéndum. A mí me impidieron votar por un comentario que había hecho en Twitter. Lo llevé al contencioso-administrativo y gané. El CAC recurrió, con todos los servicios jurídicos a su servicio… Yo tuve que pagar un abogado. Pero es que eso no lo podía tolerar. La batalla contra los que pretenden cercenar nuestras libertades debe ser total. Ellos siempre avanzan para tratar de acallar al disidente.
P: Disidente… Hemos llegado a un punto que defender la ley implica pronunciar esa palabra…
R: Es cierto. Digo el término disidente porque en el CAC, por desgracia, los que pensábamos que no se puede hacer cosas al margen de la ley hemos sido una minoría en este tiempo. Pero sí, ahora quien defiende la Constitución y el Estado de Derecho es considerado como una persona extraña en Cataluña, un mal catalán, alguien que no está en su sano juicio… Aquí se intenta normalizar la independencia, el uso exclusivo del catalán y otras lacras. En fin, somos muchísimos los que queremos que Cataluña siga siendo abierta, moderna, una tierra de acogida, que es lo contrario a lo que defiende esta gente.
P: Usted ha señalado muchas veces la política del CAC de enviar mensajes a Madrid con críticas a los medios de comunicación generalistas…
R: El CAC se ha utilizado como una especie de coartada para que los medios de comunicación públicos pudieran hacer lo que quisieran. En ocasiones, ha llegado a hacer cosas asombrosas, como la que dices, que para mí es malversación de recursos públicos. Es que hemos llegado a analizar reportajes de Telemadrid… ¡Que ni siquiera se ve en Cataluña!
P: ¿Cuál ha sido lo más sorprendente, relacionado con TV3, que ha visto en este tiempo?
R: Ha habido muchos ejemplos que han saltado a los medios de comunicación sobre temas que te hielan la sangre, como la quema de un ejemplar de la Constitución en directo. Y luego hay temas mucho más sutiles, como la perversión del lenguaje. En TV3 se ha dicho que en España hay presos políticos y políticos exiliados… ojo, eso, en los informativos. Otra cosa que me ha preocupado mucho es el tratamiento de las imágenes, pues los independentistas recurren a manipulaciones habituales para hacer valer su postura. Muchas veces, el gran mal está en el enfoque, en el subtítulo, en el plano o en el enfoque. Eso es lo que es constante, lo que entra todos los días en los hogares y lo que traslada una determinada idea propagandística de Cataluña a los espectadores de TV3. Por esto mismo, entiendo que TV3 sólo la vean actualmente quienes piensan que hay que salir a la calle porque España intenta destruir Cataluña. Es muy absurdo.
En TV3 se ha dicho que en España hay presos políticos y políticos exiliados… ojo, ¡eso, en los informativos!
P: En el pasado, ha habido quejas porque las personas de clases bajas que aparecían en TV3 hablaban en español y, el resto, en catalán.
R: Claro, esas son pequeñas sutilezas. Empar Moliner, la que quemó la Constitución, siempre dice que en su país las prostitutas y drogadictos son los que hablan en castellano. Pero ahora hemos ido más allá, pues ya hay quien dice que en TV3 tiene que hablar en catalán todo el mundo.
P: Esto último es con matices, claro…
R: Eso es. Cuando Cayetana Álvarez de Toledo es entrevistada en TV3, se despierta la polémica sobre el catalán, pero cuando el invitado es Gonzalo Boye, que no habla catalán, pero que es el abogado de Carles Puigdemont, no dicen nada. Esto es constante…
P: Una de las últimas polémicas de su mandato ha sido la relacionada con el catalán en Netflix. Esto se venía venir…
R: Cuando el tema todavía no era mediático, el CAC hizo unas alegaciones al Proyecto de Ley Audiovisual en las que todos los consejeros reivindicaron la necesidad –salvo yo- de que se obligue a las plataformas a que tengan una cuota lingüística en catalán. Yo me negué porque creo que las cuotas lo único que hace es que las empresas pierdan interés por España.
P: Pilar Rahola, 8 horas de tiempo sin réplica en TV3…
R: La verdad es que ha habido incluso denuncias de algunos trabajadores en ese sentido. Es una anomalía salvaje que en una televisión pública alguien, que además es próxima a Puigdemont, pueda tener un programa en una hora de máxima audiencia en el que pueda expresar sin ningún tipo de contraparte sus opiniones; que pueda criticar a España, al Gobierno o al Rey sin que nadie pueda decirle que se equivoca. En ninguna televisión pública del mundo pasaría esto. Es pura propaganda del régimen que quieren instaurar en Cataluña.
P: ¿Es esta Cataluña la real o la que artificialmente transmite la propaganda?
R: Yo creo que Cataluña no está perdida. Hay muchísima gente que no es independentista y no cree que ése sea el camino para que Cataluña prospere. Lo que ocurre es que eso choca con la Cataluña real. Lo que aquí ocurre no se conoce en un fin de semana de vacaciones. Hay que estar aquí, pedir que tu hijo estudie un 25% en castellano o montar una tienda, poner un cartel de salida de emergencia en castellano y exponerte a una sanción de 1.000 euros… O que metas un recurso en la Administración en castellano y te contesten en catalán. Mira, yo soy catalanohablante. Mi lengua materna es el catalán y a mis hijos les he hablado siempre en este idioma. Pero yo me voy a dejar la piel, esté donde esté, para que alguien que quiere educar a sus hijos en castellano pueda hacerlo en cualquier parte de España. Esté donde esté.