Fernando Garea comunicó el pasado lunes a los responsables de El País su decisión de abandonar el periódico. Lo hizo pocas semanas después de que, por sorpresa, fuera relevado como cronista parlamentario y destinado a la sección de reportajes. En la redacción del rotativo, esto se interpretó como un castigo; como una acción con la que el director, Antonio Caño, le había abierto la puerta de salida de par en par. El periodista ha escrito hace unas horas una carta de despedida a sus compañeros en la que se muestra muy crítico con las personas que dirigen el diario.
En el correo electrónico, Garea confirma que “no tenía ninguna intención” de abandonar el periódico de Prisa, pero incide en que su deseo es el de seguir haciendo información política y parlamentaria, lo que ha motivado su marcha. “Es obvio que el director tiene competencia y atribuciones para cambiar de sección a quien quiera, pero también lo es que uno puede tomar la decisión más o menos libre de irse a otro lado, aunque duela y aunque no sea fácil”, expone en el documento, a cuyo contenido ha tenido acceso Vozpópuli.
Garea también manifiesta su disgusto por las formas empleadas por los responsables de El País durante las últimas semanas, entre otras cosas, porque le comunicaron su nuevo destino profesional por teléfono. “Prefiero no mirar atrás salvo para lamentar comportamientos dolorosos como el del redactor jefe de la sección, del que aún estoy esperando alguna explicación o mensaje o algo, profesional o personal, que muestre una mínima sensibilidad o rasgo de humanidad”, precisa.
En la última parte de la misiva, el periodista expresa su agradecimiento a sus compañeros y lanza un dardo envenenado a los responsables de la cabecera: “He aprendido mucho de vosotros (sus compañeros); estáis muy por encima de los jefes del periódico en lo profesional y, especialmente, en lo humano, que es mucho más importante”.
Diferencias con Antonio Caño
La salida de Garea del periódico generalista de Prisa vuelve a evidenciar la distancia existente entre Antonio Caño y una parte de la redacción del diario. Esta circunstancia llama la atención si se tiene en cuenta que el propio Caño acusó en 2014 a su predecesor, Javier Moreno, de vivir en una burbuja y de estar desconectado de la “redacción” y de la “sociedad”. Lo hizo en un informe interno que le encargó la cúpula de Prisa y que envió, por error, a medio centenar de miembros de la cabecera.
Con el Comité de Redacción del diario también ha mantenido varios desencuentros durante los últimos tres años. El más sonado tuvo que ver con su negativa a permitir la celebración de una encuesta con la que los periodistas de la redacción querían transmitirle su opinión acerca del rumbo del diario, al igual que habían hecho con el resto de sus directores a lo largo de la historia.
Caño y su equipo también han tenido sus más y sus menos con este órgano por sus decisiones editoriales. Así ocurrió cuando decidieron censurar una noticia que versaba sobre la relación con Telefónica (13% de Prisa) de Iván Rosa, marido de Soraya Sáenz de Santamaría. También cuando rehusaron publicar informaciones negativas para Catar mientras Prisa negociaba la entrada de un socio de este país en su accionariado (International Media Group) o cuando un editorial de la cabecera se refirió a Pedro Sánchez como un “dirigente poco cabal”, “insensato” y “sin escrúpulos”.