Hace unas semanas, las miradas de incredulidad inundaron el salón principal del Casino Gran Círculo de Madrid cuando Juan Luis Cebrián aseguró al grupo de políticos, periodistas y empresarios allí congregados que Prisa es una de las empresas menos hipotecadas del sector de los medios de comunicación. Los discursos del sucesor de Jesús de Polanco nunca han destacado precisamente por su carga de autocrítica, ni por incluir referencias a los puntos flacos del negocio, pero esas palabras rechinaron entre un público que pocos meses antes conoció que Prisa había tenido que refinanciar sus 3.200 millones de euros en obligaciones para sobrevivir y que, desde entonces, se ha visto obligada a vender una parte de sus bienes para poder pagar a la banca acreedora. Y es que, pese al optimismo que transmite Cebrián, lo cierto es que la compañía de medios de comunicación que dirige ha sobrevivido gracias a deshacerse de varios de los negocios que más valor le otorgaban, algo que ha provocado que su activo descienda desde los 6.703 a los 2.426 millones de euros.
Basta echar un mero vistazo al balance de situación de este holding de medios de comunicación para cerciorarse de que la opinión de Cebrián está sustentada por su fe o por su afán de camuflar la crisis de Prisa. Pero se encuentra muy lejos de la realidad. Es cierto que su deuda ha descendido durante los dos últimos años desde los 3.200 millones hasta los 1.676,6 actuales, pero eso no ha obedecido a la especial habilidad de sus gestores o a la llegada de un inversor con cientos de millones en la billetera, sino a una política de descapitalización que ha menguado considerablemente la dimensión de la compañía.
La sobrevaloración que realizó Prisa de Digital Plus generó una pérdida contable de 2.064 millones de euros
Durante este tiempo, la propietaria del diario El País se ha deshecho de Digital Plus, uno de los pilares de su imperio, que vendió a Telefónica por una cantidad cercana a los 725 millones de euros. También ha cedido a Penguin Random House varios de sus sellos editoriales, entre ellos Alfaguara, por alrededor de 70 millones de euros. Divisiones como la de revistas han quedado reducidas a la mínima expresión tras renunciar a editar Cinemanía o Rolling Stone. Y ha abandonado negocios, como el de la televisión en abierto, donde su participación en Mediaset se ha reducido en los últimos dos años desde el 17% hasta menos del 3%, según datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En este proceso se ha descubierto que los responsables de la compañía habían sobrevalorado algunos de sus negocios. Estimaron que con su puesta en el mercado iban a recibir más dinero del que realmente valían, como se demostró en el caso de Digital Plus, cuya operación de venta generó a Prisa una pérdida contable de 2.064 millones de euros que llevó al grupo a cerrar 2014 con un déficit de récord. Esto, claro está, ha sido muy perjudicial para una empresa que adoptó a partir de 2014 la política -por las presiones de los acreedores- de desinvertir para aminorar el volumen de su deuda. De empequeñecerse para no morir.
La ayuda de la banca acreedora
No ha sido el único traspié que ha sufrido el grupo desde entonces, puesto que a medida que su dimensión se reducía, también lo hacía el valor bursátil. En mayo de 2015, cuando sus acciones apenas sí valían unos céntimos de euro (0,27 euros) y cualquier pequeña oscilación a la baja de su valor espantaba a los inversores, sus responsables decidieron aplicar un 'contrasplit' para agrupar sus títulos (1 por 30), lo que provocó que la cotización de cada uno se fijara en 8,1 euros. En la primera sesión, se desplomaron un 4,9%. Actualmente, su precio es de 5,025 euros.
En mitad de esta gran depresión, la banca acreedora ha adoptado el papel de 'poli bueno'. Ha tirado de mano izquierda ante la tempestad que afecta a su deudor. En diciembre de 2013, tras la inestimable ayuda del Gobierno, Prisa accedió a capitalizar su deuda, lo que sirvió para aliviar sus urgencias. Desde entonces, ha realizado varias quitas, y lo ha hecho movida por una lógica aplastante: prefiero cobrar una parte de lo que me deben a quedarme sin nada. A finales de mayo, estas entidades le habían perdonado a Cebrián 226 de los 1.284 millones de euros (mediante subasta inversa) que debía haberles pagado desde que se completó la refinanciación. Hace una semana, aceptaron un nuevo canje de deuda por acciones (a dos años) que, con el valor actual de la compañía en bolsa, les haría perder entre 50 y 75 millones de euros.
Desde diciembre de 2013 hasta mayo de 2014, los bancos concedieron quitas a Prisa por valor de 226 millones de euros
Conocedores de la situación límite que atraviesa Prisa (en quiebra técnica, con un patrimonio neto de -424,9 millones de euros), los fondos buitre que desde hace mucho tiempo le sobrevolaban han aterrizado para tratar de sacar beneficios de su mala salud. Especialmente inquietantes resultan los movimientos de Amber Capital, que con un 15% de las participaciones de la compañía en propiedad ha comenzado a maniobrar para tratar de minar el poder de Cebrián, ante su afán de obtener réditos de su inversión, según publicó Financial Times hace unas semanas. Pero Amber no es la única entidad de este tipo que está presente en Prisa, puesto que entre sus accionistas significativos también se encuentran BH Stores IV (3,85%) y el fondo al que representa el multimillonario Nicolás Berggruen (3,12%).
La jubilación del exdirector de El País y presidente del holding de medios de comunicación fundado por el patriarca de los Polanco está prevista para 2018. Hasta entonces, quien quiera moverle la silla debe tener consciente de que eso tiene un precio: 6 millones de euros, en forma de indemnización. El cómo y el hacia dónde evolucionará el grupo es una incógnita, con o sin él, aunque la realidad es que queda muy poco de aquel gran imperio que durante años fue capaz de influir con fuerza el rumbo de la agenda política española.