Medios

Cebrián amplía su poder y tira de Keynes y Mandela en una Junta 'a la búlgara'

El presidente de Prisa sorprende con citas sobre la independencia de los medios justo cuando se entrega a bancos y fondos de inversión. Ni uno solo de los accionistas presentes interviene en la Junta General del 'holding'. La empresa se vanagloria de deber 'solo' 3.200 millones de euros que pretende devolver en seis años.

Ni una palabra crítica. Ni un murmullo. Ni un grito. Ni una intervención. Ni un solo accionista que alzase la mano. Así de tranquila, casi a la búlgara, fue la Junta General Extraordinaria de Prisa para los mandamases de la empresa. El presidente del holding de medios, Juan Luis Cebrián, y el consejero delegado, Fernando Abril-Martorell, tuvieron un camino sencillo, expedito, demasiado plácido teniendo en cuenta la complejidad e importancia de lo que presentaron ante sus accionistas. Quizás influyó que el cónclave prisaico se celebró en una fría mañana de martes y no, como en ocasiones precedentes, un sábado. O quizás es que el coraje sucumbe frente a la resignación en estos tiempos de crisis.

A falta de oposición, lirismo. Como contagiados de la gélida mañana madrileña, los socios de Prisa presentes en el nuevo edificio del Museo Reina Sofía -sí, aquí los museos se usan para estos menesteres- no tuvieron demasiados motivos para la alegría. Sobre todo al observar los números del viejo imperio que se desmorona pero siempre encuentra oxígeno, aunque sea 'in extremis'. Pero, eso sí, pudieron deleitarse con la comentada intervención de Cebrián. No sabemos si lo hizo porque es académico de la lengua, porque le pilló la inspiración o porque quería huir de las cifras asfixiantes, pero lo hizo. Citas a Keynes y Mandela, entre otros. 

El máximo dirigente de Prisa empezó con una cita al economista Joseph Schumpeter, que, según recordó, "triunfó tras quebrar el banco en que era primer ejecutivo" (¿Estaría pensando en sí mismo?). De este teórico del capitalismo, el bueno de Juan Luis aprendió que "la creación de riqueza puede ser comparable a un acto de amor". ¿Empalagoso? No, lo siguiente. Pero Cebrián aún quería mentar al bueno de Keynes, en este caso para contradecirle y asegurar que, en el futuro, "no todos tenemos por qué estar muertos". Amor y muerte. Un discurso quevedesco, casi. Luego vino el repaso, un poco menos almibarado y desde luego apresurado, a la situación de la empresa. Fue eufemístico, pero tan breve que no aparecieron bostezos. Pero había una traca final para el recuerdo. 

El académico Cebrián parafrasea a Madiba y asegura que "una mala prensa libre es preferible a una prensa servil"

Especialmente divertida o, mejor dicho, paradójica fue la mención al fallecido expresidente de Sudáfrica. "Quisiera por lo mismo cerrar esta breve intervención, en el día del homenaje a un líder global, campeón de los Derechos Humanos, como Nelson Mandela, con una frase suya que resume nuestros anhelos y la validez de nuestras convicciones, sin las cuales todo empeño empresarial resultaría estéril: “Una prensa crítica, independiente y de investigación es la sangre de la democracia. Debe ser libre de la interferencia del Estado. Debe tener suficiente potencia económica para resistir las lisonjas de los funcionarios gubernamentales. Debe poseer una independencia respecto a los intereses creados para ser valiente e inquisitiva sin miedos ni favores. Ninguno de nuestros enfados con las imperfecciones de los medios debería autorizarnos jamás a sugerir ni siquiera débilmente que la independencia de la prensa tenga que ser comprometida o coaccionada. Una mala prensa libre es preferible a una prensa servil técnicamente buena”.

Antológico. Sublime. Inolvidable. Sobre todo si se tiene en cuenta que Cebrián pronunció estas referencias a la "independencia", la "valentía" y la "prensa libre" justo el mismo día en que, de facto, su empresa estaba entregando parte de su accionariado, a través de 'warrants' o acciones, a fondos buitre y bancos

Abril-Martorell revela que se ha acabado la necesaria unanimidad para decisiones importantes de Prisa

La intervención del número dos de la empresa tampoco tuvo desperdicio. Además de los detalles de la refinanciación, ya explicados aquí, soltó, como el que no quiere la cosa, una perla que atestigua cómo los principales directivos de Prisa no están para debates, sino que prefieren imponer sus criterios. Primero, Abril-Martorell contó los complejos dimes y diretes que ha padecido durante la negociación del acuerdo de refinanciación con la friolera de veintisiete bancos y diecisiete fondos buitre.

Y, a renglón seguido, cuando estaba destacando los principales aspectos del acuerdo, dejó caer la bomba: "La eliminación de la necesidad de unanimidad para todas las decisiones (gracias a someter la documentación contractual a legislación inglesa), lo cual supone un incremento de flexibilidad en la toma de decisiones del Grupo". O sea, como la unanimidad es costosa, larga y difícil de alcanzar, mejor que unos pocos decidan por el resto, ¿no? 

Fue una Junta del todo optimista. Los gerifaltes de Prisa se vanagloriaron de que ya solo deben 3.200 millones de euros. Claro que en 2008 debían hasta 5.500. La ayuda no encubierta de los Gobiernos y el rescate de los bancos y, ahora, de fondos buitre han garantizado el futuro de una empresa cuyos números eran, más que rojos, ruinosos. 

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