Jesús Cintora es un periodista incómodo. Uno de esos informadores que no se ruborizan por acompañar los datos de opiniones y posicionarse del lado del protagonista de la noticia. O en el extremo contrario. Esta actitud ha sido el motivo de su cese como presentador de Las mañanas de Cuatro, dado que Mediaset buscaba para el puesto a alguien más objetivo y mucho menos propenso a meterle en problemas innecesarios. Pero detrás de esta decisión empresarial son muchos los que han visto una mano negra, la del Gobierno, a la que atribuyen la caída de Cintora por ser perjudicial para los intereses de Moncloa.
Desde el inicio de la legislatura, han sido varios los movimientos que se han producido en los medios de comunicación que se han vinculado con las presiones procedentes de Moncloa y de Génova. El que más repercusión alcanzó fue el de Pedro J. Ramírez, cesado en enero de 2014 como director de El Mundo, supuestamente, por la publicación de escándalos que afectaban directamente al Ejecutivo, como los que se encuadran en el ‘caso Bárcenas’.
La salida del editor del diario de Unidad Editorial fue considerada por el sector más crítico de la profesión como un triunfo de los poderes fácticos. El propio Federico Jiménez Losantos la atribuyó a las coacciones procedentes de Moncloa, del PSOE y de Zarzuela, cuando esta última Institución estaba encabezada por Juan Carlos I. El mismo Pedro J. Ramírez la encuadra dentro de una estrategia del Gobierno para situar al frente de las principales cabeceras generalistas a periodistas cómodos para Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta y responsable última de la política de medios de comunicación del Ejecutivo.
TVE: siempre señalada
Siempre que surge el debate de los “despidos ideológicos” en los medios de comunicación, aparece el nombre de Televisión Española. A la corporación se le ha acusado, desde el inicio de la democracia, de ofrecer a los ciudadanos información sesgada para beneficiar al partido alojado en el poder, así como de contratar o reciclar periodistas en función de su cercanía o simpatía al gobierno de turno.
Pedro J. Ramírez o Ana Pastor han sido dos casos de despidos de medios de comunicación de los que se ha culpado al Gobierno
Uno de los “sacrificios mediáticos” que más revuelo ha levantado en la presente legislatura es el de Ana Pastor, quien fue fulminada de su puesto de conductora de Los desayunos de TVE tan sólo dos meses después de que el PP colocara a Julio Somoano al frente de los Servicios Informativos de TVE. Casi a la par, Xabier Fortes fue apartado La Noche en 24 horas. Ambos periodistas disponen de ese perfil incisivo que tantas filias y fobias genera dentro y fuera de las empresas periodísticas. Al igual que Cintora.
Pero los cambios más profundos en el organigrama de Televisión Española no se han producido hasta los últimos meses, cuando Génova ha impuesto su criterio en el ente público y ha auspiciado una serie de cambios con la pretensión de dar un giro a la derecha a su línea editorial. Ahí se explica la sustitución del "blando" Leopoldo González-Echenique por José Antonio Sánchez, "más acomodadizo". También el nombramiento de José Antonio Álvarez Gundín como director de informativos o el ascenso a la Jefatura de varias de sus secciones de personas que han sido sospechosas de orbitar alrededor del Partido Popular, exponen a Vozpópuli fuentes del Consejo de Administración de RTVE.
El caso de El País
El cambio de director del diario El País en 2014 también se relacionó con la "mano negra" del Gobierno, aunque en este caso no tanto por la ideología de Javier Moreno -el anterior responsable-, como por la actitud de su sustituto Antonio Caño, mucho menos crítica hacia el Ejecutivo y, en especial, hacia las figuras de Rajoy y Sáenz de Santamaría.
Desde la redacción de este periódico, consideran que este cambio fue todo un guiño de Juan Luis Cebrián hacia Moncloa por la ayuda que la vicepresidenta brindó a Prisa para conseguir la vital refinanciación de su deuda. Es decir, no lo ven como algo impuesto, sino como una "muestra de gratitud" que también se escenificó cuando el presidente ejecutivo de Prisa decidió enviar a Argentina a Carlos E. Cué, periodista encargado de cubrir la información del PP cuyo perfil es mucho más "incómodo" para el poder que el de su sustituto, Javier Casqueiro.
Los directores de 'El Mundo', 'El País' y 'La Vanguardia' fueron sustituidos en tan sólo unos meses
Lo que sí se relacionó con las presiones ejercidas por el Gobierno fue la destitución como director de La Vanguardia de José Antich, acaecida tan sólo unas semanas antes que la de Moreno y la cual tuvo su raíz en la línea editorial "excesivamente independentista" que tomó el diario bajo su dirección, la cual, lógicamente, colisionaba con los intereses de Rajoy, explican fuentes conocedoras de aquel episodio.
El caso de Jesús Cintora ha sido el último que se ha atribuido a las coacciones gubernamentales, aunque sus causas sean distintas, según confirman a este periódico varias fuentes de Mediaset. La parcialidad del presentador y el modo en que se acercaba en sus programas a posiciones ideológicas diamentralmente contrarias a las del Ejecutivo han provocado que muchos concluyan que su caída se debe a Mariano Rajoy, a Soraya Sáenz de Santamaría o a la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro.
Pero los informantes consultados por este periódico concluyen que el principal motivo por el que fue apartado de su cargo tiene nombre y un apellido: Jesús Cintora. Él y sólo él cavó su tumba; y con su forma autoritaria de dirigir a su equipo y de tratar a algunos de sus invitados se granjeó una serie de "enemistades dentro de la empresa" que, como ocurre en todas estas situaciones, en algunos casos apoyarían su cese y, en otros, harían la vista gorda ante este movimiento.