El periódico The New York Times ha sacado este martes en portada un artículo de opinión en favor del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su polémica amnistía. Se titula: "España está haciendo algo valiente".
El autor de dicha opinión, Omar G. Encarnación, es profesor de Política en Bard College y autor de Democracia sin justicia en España: la política del olvido, entre otros libros. Cabe destacar que en diciembre ya escribió un artículo titulado "En defensa de la amnistía española en Cataluña" en la revista Foreign Affairs. También publicó en The New York Times dos días antes de las elecciones del 23 de julio una opinión titulada "España va a estar bien", en la que define al líder del Ejecutivo como de "centroizquierda".
Encarnación empieza su último artículo reconociendo que la nueva ley de amnistía de España ha provocado "un gran revuelo" y que "decenas de miles de personas han salido a las calles para protestar contra una ley que proporciona un indulto general a cientos de políticos, funcionarios y ciudadanos comunes y corrientes atrapados en el referéndum ilegal sobre la independencia catalana en octubre de 2017, y una mayoría de españoles se opone".
No obstante, más adelante, el profesor advierte que "muchos comentaristas y políticos, principalmente de derecha, han argumentado que la amnistía debilita el Estado de derecho en España e incluso pone en peligro la democracia del país". A su juicio, "a pesar del hedor a oportunismo político que flota en torno al acuerdo de amnistía de Sánchez, éste es un intento audaz (incluso valiente) de poner fin a la crisis catalana y ofrece una salida a un estancamiento perjudicial para España".
Encarnación termina criticando la solución propuesta por la oposición: "El manual para derrotar al separatismo en Cataluña desplegado por el conservador Partido Popular y el ultraderechista Vox gira en torno a procesar a personas por delitos no violentos, prohibir los partidos separatistas y movilizar al electorado español contra Cataluña. Es difícil ver cómo de ese enfoque puede surgir algo más que rencor y división".
jgarejula2
¿Y cuánto ha costado este artículo a los españoles? ¿ De qué partida ha salido el dinero? ¿O es de algún fondo de reptiles de donde ha salido la pasta? Porque ya sabemos cómo se "financiaban" artículos similares a favor del independentismo catalán y lo de "volem votar". La desvergüenza de la banda de Sánchez corre pareja con su incapacidad para hacer nada que no sea posturear y arramplar con todo lo que hay en los cajones.
JaimeRuiz
Ese mundo académico estadounidense es exuberante, quién sabe cuántos cientos de miles de profesores e investigadores hay, de modo que no cuesta mucho encontrar entre la masa "woke" quien repita lo que dicen Sánchez, Puigdemont, Otegui, Rufián, Iglesias, etc. Lo único interesante es que sea portada del NYT porque este periódico tiene un prestigio a todas luces injustificado, sencillamente es un órgano de propaganda de la mafia que tiene a personajes como Alexandria Ocasio-Cortez en la Cámara y muchos otros, y su información siempre tiene un sesgo de esa clase (esta vez le toca a España, tratándose de Hispanoamérica se conoce mejor, esta vez son Sánchez y Puigdemont, que no han violado a ningún niño ni han usado personas bomba como las FARC, a las que ese periódico siempre defiende). ¿Saben ustedes que la audiencia del WSJ es mucho mayor? Es algo que la inmensa mayoría de la gente desconoce, dada la hegemonía tradicional del diario fundado con el refrendo del hijo de Ortega y Gasset, hoy abiertamente órgano del narcocomunismo y dedicado, como la siniestra RNE, a tratar de salvar a Hamás. Esa hegemonía de ese diario en España es lo que hace creer eso. El NYT no es el decano del periodismo, sólo un órgano sesgado de una casta perversa muy parecida a la que oprime a España hoy.
DANIROCIO
Cuanto Nos Cuesta La Gilipollez Que Escribe Este Diario,vergonzoso Es Lo Que Esta Haciendo Este Gobierno Pagando A Miserables Para Extender Temas Falsos Que Solo Benefician A Los AntiespaÑoles Entre Ellos El Sanchez Y Sus Socios Con El Agravante De Que Nos Toman Por Tontos
Wesly
Claro, claro, para apaciguar a los delincuentes que incumplieron la ley, lo mejor es indultarles, amnistiarles, colmarles de privilegios, perseguir a los jueces y policías que, cumpliendo con su deber, les detuvieron, juzgaron y condenaron, pagar entre todos la deuda pública que solo ellos han contraído. De esta forma, humillando a los funcionarios que cumplieron su función, humillando a los ciudadanos que cumplen la ley y pagan sus impuestos, de esta forma, implantando la arbitrariedad (prohibida por el artículo 9 de la Constitución), y la impunidad selectiva (prohibida por el artículo 14 de la Constitución), pretenden que se solucione un "conflicto" que no tiene nada de conflicto. Si unos delincuentes incumplen la ley hay que detenerles, juzgarles y condenarles, lo que no supone conflicto alguno. El gobierno tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley. Para ello les pagamos los abultados sueldos y los escandalosos privilegios de que disfrutan.
Aquiles
En esto es en lo que se gastan Nuestros impuestos … las embajadas catalanas , Biicit a sus Bancos y empresas , ni un euro más de nuestro dinero a los fastos indepes !!!
Igcio
Más comprada que la vice de la UE...
trshjpn
Copio el artículo del NYT. Es espeluznante *The New York Times* _OPINION GUEST ESSAY_*Spain Is Doing Something Brave*, Jan. 8, 2024, By *Omar G. Encarnación* _Mr. Encarnación is an expert on Spanish politics and the author of “Democracy Without Justice in Spain.”_ Spain’s new amnesty law, on its way to the statute books after passing Congress in December, has ignited quite a ruckus. Tens of thousands of people have taken to the streets to protest the law — which provides a blanket pardon to hundreds of politicians, civil servants and ordinary citizens caught up in the illegal referendum on Catalan independence in October 2017 — and a majority of Spaniards oppose it. Many commentators and politicians, mainly on the right, have argued that the amnesty weakens the rule of law in Spain and even imperils the country’s democracy. Much of the anger stems from how the amnesty deal came about. Socialist Prime Minister Pedro Sánchez promised during his electoral campaign last summer that there would be no blanket amnesty, even though he had pardoned nine Catalan separatists in 2021. But after an inconclusive election result left Mr. Sánchez needing the support of Catalonia’s separatist parties to secure a parliamentary majority, he changed tack and introduced the law. That it also applies to Spain’s Public Enemy No. 1 — Carles Puigdemont, the former Catalan leader who authorized the referendum and has been a fugitive from Spanish justice since 2017 — only intensified the bad feeling. Yet despite the stench of political opportunism that hangs around Mr. Sánchez’s amnesty deal, this is a bold — even a brave — attempt to put an end to the Catalan crisis, offering a way out of a damaging impasse for Spain. It also testifies to the positive role that amnesties can play in democracies. In our current era, defined by impunity and democratic backsliding, amnesty might appear to be a backward step. But it should always be an option available to political leaders to confront moments of crisis. Nothing comes remotely close in advancing peace and reconciliation. Political amnesties have a long, noble history dating back at least to the murder of Julius Caesar in 44 B.C., which prompted the philosopher Cicero to ask the Roman Senate to consign the memory of the murder to perpetual oblivion. In more recent times, nations have relied on amnesty to find a way out of political jams and, however imperfectly, to move forward. The 1660 Act of Indemnity and Oblivion accompanied the end of the English Civil War, part of the rebuilding of the English Restoration. In America the Amnesty Act of 1872, which removed most penalties imposed on former Confederates, including the prohibition of the election or reappointment of any person who had engaged in insurrection, rebellion and treason, contributed to Reconstruction. Amnesty played a leading role in bringing down the curtain on South Africa’s apartheid regime. The Truth and Reconciliation Commission, which was established in 1995, famously traded truth for justice by granting amnesty from prosecution for those willing to testify fully. For the commission’s chairman, Archbishop Desmond Tutu, amnesty was an essential component of the reconciliation process because of the promise it held for securing the truth and for healing the social divisions created by apartheid. Amnesty, in the form of prisoner releases, was also part of the 1998 Good Friday Agreement, which ended the three decades of violence in Northern Ireland known as “the Troubles.” Less known is that a sweeping political amnesty began Spain’s transition to a full democracy after four decades of authoritarian rule. The Amnesty Law of 1977 covered all political prisoners, including Catalan and Basque nationalists, as well as the members of the Franco regime. This law is seen as the linchpin of Spanish democratization, and rightly so. Aside from putting a symbolic end to the Spanish Civil War, a bloody conflict that ended in 1939, it enabled most of the political compromises found in the 1978 Constitution — including the incorporation of the Spanish monarchy into a democratic framework, the separation of church and state, and the provision that allowed for the partition of Spanish territory into self-governing regions. To be sure, there was a big downside to the 1977 amnesty. It helped conceal the so-called Spanish Holocaust, the wave of political reprisals undertaken by Gen. Francisco Franco against the defeated Republicans at the end of the civil war, including thousands of executions and the creation of concentration and labor camps where many prisoners died of neglect and malnutrition. Spain eventually addressed this dark history in 2007 with the Historical Memory Law, which offered reparations to the victims of the civil war and the dictatorship. But amnesty for the old regime was upheld. It was necessary, everyone agreed, for putting the past to rest. It is disheartening that many who will benefit from the Catalan amnesty law have shown no remorse for their actions. Mr. Puigdemont remains unrepentant and his party, Together for Catalonia, or Junts, has not ruled out holding another illegal referendum. But the most important beneficiaries of the new law are not the radical separatists who violated the Spanish Constitution but rather the vast majority of Catalan and Spanish people who want to put the separatist drama behind them. This amnesty is for them, though they may not see it that way now. For one thing, the amnesty law is likely to bolster political stability in Catalonia. It undercuts the argument among some separatists that Madrid is incapable of clemency and compromise, robbing them of a rallying cry, and is sure to strengthen the moderate wing of the Catalan separatist movement, which has embraced negotiation as the only viable route to securing independence. As support for Catalan independence declines, the amnesty will also allow Spain to show the world, appalled by the violence that accompanied the referendum, that it is moving on.
PepeFrutos
Desde que leí en Julio en el NYT que Puy du Fou en Toledo era franquista por recrear la historia de los Reyes Católicos y el Imperio de los Austrias, cualquier cosa....
Birmania
El NYT tiene su precio, como todo el mundo. Y Omar Guillermo Encarnación, wokismo de manual. también.