Los dos periódicos más vendidos de España han protagonizado recientemente algunas escaramuzas que reflejan la tensión que se vive actualmente en la prensa escrita, motivada por la crisis del sector y por las consabidas inquinas que existen entre sus editores. Las diferencias entre ambos medios afloraron hace unas semanas, cuando El Mundo y El País se lanzaron varias pullas tras la publicación de los últimos datos de la empresa Comscore sobre las visitas que reciben sus webs. Ambos diarios eran líderes y ambos, los preferidos por los españoles para informarse de los asuntos más importantes. No quedó ahí la cosa, pues esta semana el rotativo de Prisa ha aprovechado la polémica generada alrededor de la niña Nadia y su padre para reivindicarse frente a su principal rival y, de paso, para enviar algunos dardos envenenados hacia sus responsables.
Cualquier lector habitual de prensa conoce varios ejemplos que acreditan la afición del jefe de Prisa, Juan Luis Cebrián, por embarcarse en cruzadas contra empresarios y periodistas del gremio. Normalmente, utilizando El País como arma y, a la vez, escudo para defender sus intereses.
Muy atrás quedan aquellos tiempos en los que, en su empeño de mantener la imagen de Felipe González libre de sospechas y acusaciones -para beneficio de los negocios de Jesús de Polanco-, el rotativo generalista de Prisa arremetía siempre que tenía ocasión contra los periodistas más críticos con el PSOE. También tuvieron lugar hace unos cuantos años los intercambios de golpes entre el diario de Prisa -con Cebrián en las sombras- y El Mundo de Pedro J. Ramírez, motivados por su rivalidad empresarial, pero siempre iniciados tras un casus belli más o menos consistente.
Hoy en día, los conflictos entre estas empresas tienen bastante menor repercusión que hace unas décadas, debido, entre otras cosas, a que sus tiradas y su influencia han mermado considerablemente. Ahora bien, su enemistad se sigue reflejando de forma periódica en sus páginas.
En los últimos días, han sido varios los artículos en los que 'El País' ha recordado –de una forma más o menos explícita- la mala praxis de su rival y ha ensalzado la labor de los periodistas dirigidos por Antonio Caño.
En los últimos días, se ha vuelto a producir uno de estos enfrentamientos. Aparentemente, se inició el pasado viernes, cuando El País publicó un reportaje en el que desmontaba varios puntos de la historia publicada el 26 de noviembre en El Mundo sobre la niña Nadia Nerea, enferma de un mal conocido como tricotiodistrofia y con un padre excesivamente imaginativo –y mentiroso, según ha reconocido él mismo- a la hora de hablar del estado de salud de su hija y de describir las terapias a las que ha sido sometida.
Prisa carga contra 'El Mundo'
Desde entonces, han sido varios artículos en los que ha subrayado –de una forma más o menos explícita- la mala praxis de su rival periodístico y ha ensalzado la labor de los redactores dirigidos por Antonio Caño. "La familia empezó a contar esta historia en las televisiones en 2009 en programas de máxima audiencia. La última campaña se inició a raíz de la publicación de un artículo en el diario El Mundo el pasado sábado" (un ejemplo) / "Tras un primer artículo en El Mundo y la visita del padre con la niña a diversos programas de televisión, el autor del blog Mala Prensa y periodistas de Hipertextual y de Materia-El País sospecharon de la veracidad de los datos" (otro ejemplo).
Conscientes de la repercusión del caso –agrandada por una semana de sequía informativa-, los responsables del diario de Unedisa decidieron dedicar un editorial a esta polémica. En el texto, publicado este miércoles, reconocen que la información suministrada por el padre de Nadia no se contrastó y piden disculpas a sus lectores. "Vamos a intentar con todas nuestras fuerzas que esto no se repita. Vamos a revisar los controles de calidad y nuestros protocolos de comprobación de las noticias. Y vamos a intentar hacer mejor nuestro trabajo cada día", prometen.
Estos episodios prueban que no hace falta mucha munición para que estalle una guerra entre dos medios de comunicación. Especialmente si Juan Luis Cebrián se encuentra directa o indirectamente relacionado con el conflicto.
Eso sí, tras reconocer el error, se muestran “orgullosos del periodismo” que practican y ponen en valor las revelaciones relacionadas con el escándalo fiscal de Football Leaks. De paso, aprovechan para enviar un mensaje a quien corresponda: “Nunca hemos publicado una noticia a sabiendas de que es falsa. Otros sí lo han hecho, pero no queremos dar lecciones de moral a nadie”.
Guerra de datos
Dentro de un sector que se encuentra inmerso en una grave crisis económica desde que comenzara la imparable decadencia del papel, hace más de una década, es muy habitual que los rotativos dediquen una parte de su espacio a resaltar sus logros frente a los de sus competidores. Así lo hizo El Mundo el pasado 22 de noviembre, cuando publicó un artículo en el que se definía como el “líder absoluto en internet”, con 14,44 millones de usuarios únicos en octubre, frente a los 14,36 de El País. Ese día, a su redacción llegaron varias botellas de champán y una tarta en la que estaba escrita la palabra ‘líder’, según relatan fuentes del rotativo.
Unas horas después, el rotativo de Prisa respondía a su rival con una noticia en la que se situaba como “el periódico digital en español más leído del mundo”, con 11,6 millones de usuarios únicos en septiembre, por los 9 millones de El Mundo. “El liderazgo de El País no es solo cuantitativo. La principal apuesta del periódico global es por la calidad de sus contenidos, en un ecosistema donde abundan las noticias sensacionalistas e incluso falsas”, destacaba en el artículo.
Ayuso contra De la Serna
Un mes antes, el adjunto al director del diario, Javier Ayuso, firmó una columna en la que criticaba los peores vicios del periodismo online. “La irrupción de internet en el periodismo ha hecho un daño irreparable a una profesión ya de por sí muy castigada por la crisis económica y por las presiones de los poderes públicos y económicos. (...) La Red es un canal infinito e histérico que somete a una presión infernal al periodista. (...) Muchas veces se retuercen los titulares para conseguir más lectores, convirtiéndolos en una parodia de lo que realmente dice la noticia (…). Al final, la verdad, si es que hubo algo en su origen, se va desmigando poco a poco”.
No pasaron muchos días antes de que Víctor de la Serna respondiera a tales afirmaciones con una especial contundencia: “¿Un "daño irreparable" al periodismo? Si de verdad lo piensa el director adjunto de un periódico, que deje el oficio o que reconozca que, dañado éste irreparablemente, a partir de ahora su medio renuncia a ello y se dedica a otra actividad. La publicidad, la propaganda, el tráfico de influencias... vaya usted a saber”.
Estos episodios prueban que no hace falta mucha pólvora para que dos medios de comunicación decidan ir a la guerra. Especialmente si Juan Luis Cebrián se encuentra directa o indirectamente relacionado con el conflicto. Que se lo pregunten a Pedro J. Ramírez. O a Jaume Roures. O a los responsables de Atresmedia o El Confidencial. Todos ellos han sido últimamente objeto de su ira.