Pedro J. Ramírez no se cansa de responder ante su "mordaza inaudita". En este caso, lo ha hecho a través de una carta enviada a El Mundo, pero que el diario no ha publicado. Se trata de la respuesta del periodista, punto por punto, al comunicado que la semana pasada publicó Unidad Editorial sobre el conflicto que ambos mantienen. La compañía negó cualquier tipo de censura y acusó a Ramírez de falta de lealtad. El fundador del rotativo envió este texto al periódico que fundó invocando el derecho de rectificación. En línea con esta guerra sin cuartel, el director de El Mundo, Casimiro García-Abadillo, y el presidente de la antigua Unedisa, Antonio Fernández-Galiano, tienen un papel protagonista en el texto.
En esta rectificación, Pedro J. recuerda que el propio diario publicó que no se había ido de su puesto por su propia voluntad. También destaca que su último libro, publicado precisamente por Unidad Editorial, recoge los motivos de su despido. Define su situación actual como "estado de excepción" porque no le dejan escribir en ningún medio. Y dice sentirse "asombrado" por la actitud de su antigua compañía.
Por su interés, confrontamos aquí ambos textos, punto por punto.
PRIMERO:
UE: La relación laboral que unía a Pedro J. Ramírez con Unidad Editorial fue extinguida con efectos del día 31 de enero de 2014 de mutuo acuerdo.
PJ: Mi relación laboral quedó extinguida de “mutuo acuerdo” sólo después de que Unidad Editorial tomara unilateralmente la decisión de destituirme como director. Así lo hice constar ante el Consejo de Administración y las asambleas de periodistas y así consta en el editorial del 31 de enero: “Pedro J. Ramírez dejó bien claro que no se va por su propia voluntad”.
Sobre los motivos de esa destitución me remito a las palabras de García Abadillo el 4 de febrero: “Pedro J. ha sido cesado porque en los últimos tiempos el periódico había publicado informaciones muy comprometidas que afectaron a instituciones, partidos, sindicatos etc y porque los poderes fácticos de este país no soportaban a un director como Pedro J.”
La única razón que me impulsó a asumir ese “mutuo acuerdo” –además de evitar a El Mundo el daño de la salida traumática de su fundador- fue la inclusión del compromiso de UE de publicar mis cartas dominicales. Todos los demás derechos que se me reconocían no eran sino la transcripción de los recogidos en mi contrato de 2007, elevado a público con la “garantía solidaria” de RCS “en relación con las cantidades indemnizatorias”.
La vigencia de la cláusula de no competencia sólo puede entenderse en este contexto de reciprocidad: puesto que iba a seguir publicando dos años en El Mundo, me comprometía a no hacerlo durante ese tiempo en ningún otro diario impreso o digital.
SEGUNDO:
UE: Ante los graves, reiterados e insubsanables incumplimientos por parte de Pedro J. Ramírez de los deberes de lealtad y confidencialidad asumidos en el acuerdo suscrito, Unidad Editorial comunicó formalmente a Pedro J. Ramírez el 7 de noviembre de 2014 la finalización de su colaboración semanal con El Mundo, antes de que éste enviase su última “carta” a la dirección del diario. No tiene fundamento, por tanto, relacionar esta decisión con ningún tipo de censura. Fue la terminación de la relación de colaboración, comunicada en tiempo y forma, y no el contenido de la carta de Pedro J. Ramírez, lo que explica su no publicación.
PJ: Los “graves, reiterados e insubsanables incumplimientos” que llevaron a su presidente Fernández Galiano a comunicarme que UEhabía decidido dejar de publicar mis cartas se resumen en dos: haber reiterado que mi destitución se produjo “tras una brutal campaña del Gobierno” y haber vertido críticas sobre mi sucesor, en mi Carta “Sobre peces y peceras”.
Al margen de otras consideraciones, es evidente que fue UE quien renunció a “subsanar” esos supuestos incumplimientos.
En primer lugar porque el relato más detallado de la trama político-financiera que precedió a mi destitución es el incluido en el libro “Contra Unos y Otros” que acaba de publicar La Esfera, perteneciente a UE, y que yo remití al propio Galiano para su revisión. Y en segundo lugar porque la Carta “Sobre peces y peceras” fue publicada en El Mundo después de que pasara el filtro del derecho de veto del director y después de que el propio Galiano, a quien también se la envié, la remitiera a Italia, y me comunicara la decisión de publicarla.
Galiano me andelantó telefónicamente al filo de la medianoche del viernes 7 que UEhabía decidido adoptar medidas contra mí pero no fue hasta el martes siguiente cuando se me entregó una carta cuyo contenido no se corresponde, por cierto, con sus palabras. En esa carta se invocan unos supuestos acuerdos de un consejo de administración pero UE se ha negado a presentar su acta pese a haber sido requerida por vía notarial.
En todo caso, con anterioridad a estos hechos ya había comunicado a Galiano que mi Arponero de ese domingo incluiría una crítica muy severa a Mariano Rajoy
TERCERO:
UE: Unidad Editorial no pretende limitar en absoluto la libertad de expresión de Pedro J. Ramírez, sino aplicar su contrato laboral y los acuerdos que él firmó libremente y que regulan los términos de su relación con la empresa editora de El Mundo tras su salida de dirección. En estos contratos, Pedro J. Ramírez asumió una obligación de no competencia con Unidad Editorial, por la que fue debidamente remunerado durante la vigencia de su contrato laboral. El cumplimiento de esta obligación de no competencia no supone ninguna limitación a su libertad de expresión sino, simplemente, cumplir los contratos, que son ley entre las partes. Pedro J. Ramírez podrá expresar libremente sus opiniones en las formas y maneras que tenga por oportuno, siempre que no supongan competir con su antiguo empleador.
PJ: Puesto que en la citada misiva Galiano me comunicaba al mismo tiempo la decisión de incumplir el compromiso de publicar mis artículos y la pretensión de seguir imponiéndome la cláusula de no competencia, su efecto práctico es la flagrante limitación de mi libertad de expresión y la anulación de mi derecho al trabajo como periodista. Algo propio de un “estado de excepción", como alega mi representación procesal.
Se trata de la doble prohibición de escribir en cualquier periódico impreso o digital. En El Mundo porque, según lo publicado, García-Abadillo puso mi expulsión como condición para continuar como director y en los demás diarios por ser competidores de El Mundo. Es esta mordaza inaudita, al cabo de 40 años de ejercicio periodístico y artículos dominicales, la que me ha llevado a solicitar las Medidas Cautelares Urgentes, reclamando que “una de dos”: o UE cumple el compromiso de publicar mis Cartas o me libera del pacto de no competencia mientras la justicia entiende sobre el fondo del asunto.
CUARTO:
UE: La obligación de no competencia libremente asumida por Pedro J. Ramírez con Unidad Editorial en su contrato laboral no está en absoluto vinculada a las colaboraciones en su artículo semanal en El Mundo bajo el título “Cartas de un arponero ingenuo” y la revista La Aventura de la Historia. Estas colaboraciones eran remuneradas de forma independiente.
PJ: Abochorna leer que la editora de un diario comprometido con la verdad afirme que “la obligación de no competencia… no está en absoluto vinculada a las colaboraciones en su artículo semanal”. Puesto que UE ya ha vulnerado su confidencialidad, reproduzco la cláusula 7.2 del acuerdo: “Durante la vigencia de la obligación de no competencia… la empresa encarga al señor Ramírez la realización de colaboraciones con el diario El Mundo en su edición de los domingos”.
QUINTO:
UE: Por último, Unidad Editorial manifiesta su malestar por una polémica que nunca ha pretendido alimentar con Pedro J. Ramírez, fundador y uno de los principales artífices de los grandes éxitos de El Mundo a lo largo de los más de 24 años que permaneció al frente de la dirección del periódico.
PJ: Me asombra leer que UE “nunca ha pretendido alimentar una polémica con el fundador de El Mundo”. Tras las humillantes declaraciones que el consejero delegado de RCS Pietro Scott Jovane realizó en El Pais, tras mi exclusión de la foto del 25 aniversario, tras las vejatorias referencias de García-Abadillo y tras el incalificable editorial del 3 de noviembre, cuesta imaginar qué podría haber hecho la editora que fundé en el caso de haber querido “alimentar” esa “polémica”.