Algo más de un año después de que Prisa cerrara la refinanciación de su deuda y su última ampliación de capital, que ascendió a 563 millones de euros, la compañía planea una nueva operación para recuperar el 25% de Santillana y tratar de incrementar el volumen de negocio de su división de educación, tal y como se comunicó al Consejo de Administración a finales del pasado año. El fondo de inversión titular de esta participación, Victoria Capital, puso a la venta hace dos años este activo y Prisa ya le ha hecho llegar su interés en recomprarlo. Actualmente, el grupo de medios de comunicación busca vías para financiar esta adquisición, que implicaría un desembolso de alrededor de 300 millones de euros.
Entre las opciones disponibles -según precisó Vozpópuli- está la de plantear una nueva ampliación de capital a los socios. La incógnita, en este sentido, es la relativa a cuántos tendrían la disposición o la capacidad de suscribirla tan sólo un año después de cerrar la anterior operación de este tipo.
En paralelo, se baraja la búsqueda de nuevos socios que aporten la liquidez necesaria para completar la reestructuración del accionariado. El problema radica en encontrar inversores que quieran apostar por el sector de los medios de comunicación y, en el caso de Prisa, por una compañía cuya situación ha mejorado en los últimos tiempos, pero que todavía cuenta con una deuda financiera elevada, explican fuentes de sus accionistas.
Prisa baraja la búsqueda de nuevos socios que aporten la liquidez necesaria para completar la reestructuración del accionariado.
Uno de los propósitos de esta operación -señalan estos informantes- sería el de 'españolizar' Prisa, es decir, el de buscar nuevos inversores significativos entre las empresas españolas, entre otras cosas, ante la próxima marcha de Telefónica. De momento, los consejeros del grupo no tienen noticias sobre los posibles interesados y entre sus accionistas existen ciertas dudas sobre el éxito que puede tener este plan.
Cambio de planes
Hay que recordar que Prisa se deshizo en 2010 de una cuarta parte de los títulos de Santillana, tras alcanzar un acuerdo con DLJ South American Partners. La compañía se valoró entonces en 1.116 millones de euros y le reportó a Prisa unos ingresos de 279 millones.
Seis años después, en noviembre de 2016, el grupo puso en venta esta división ante el vencimiento de 956 millones de euros de deuda que debía afrontar el 31 de diciembre de 2017. Pese a tener sobre la mesa algunas ofertas, los socios del grupo decidieron un cambio de estrategia y retiraron del mercado al buque insignia de Prisa, que en 2017 aportó el 56% de sus ingresos y el 86% de su resultado operativo EBITDA.
El plan que barajan su equipo directivo, encabezado por Manuel Mirat, pasa por adquirir el 100% de las acciones de Santillana y realizar diferentes inversiones en el negocio para su digitalización y posible expansión. La filosofía es que, con una Santillana fuerte, los medios de comunicación se podrán mantener y será posible hacer frente a los diferentes compromisos financieros.
Características de la deuda
Prisa contaba al término del tercer trimestre de 2018 con una deuda de 988 millones, frente a 1.422 millones de euros en diciembre de 2017. La cantidad hubiera sido menor si se hubiera completado la venta de Media Capital -filial portuguesa de Prisa- a la multinacional francesa Altice. Sin embargo, el regulador luso no dio el visto bueno a la operación y el acuerdo entre las partes se rompió.
Pese a esta circunstancia, la situación financiera de la compañía es mejor que en los años precedentes. Sus últimos acuerdos de refinanciación contemplan la amortización de 275 millones de euros de deuda en abril de 2020. Ahora bien, en caso de no hacerlo, los deudores no tendrán la posibilidad de reclamar por un incumplimiento del contrato y lo único que ocurrirá es que aumentará el tipo de interés.
Fuentes de los accionistas son conscientes de la intención de reforzar la estructura de capital del grupo antes de esa fecha. Ahora bien, reconocen las dificultades que implica poner en el escaparate un grupo cuya acción perdió casi todo su valor durante la 'etapa Cebrián' y todavía no se ha visto recompensada con la confianza de los inversores.