Cada movimiento de Carmen Cervera es noticia desde 1961. ¿Quién hubiera imaginado que aquella chica que quería ser modelo acabaría convertida en una de las principales voces culturales del país? Nacida en una familia más o menos acomodada, Carmen se presentó a Miss España habiendo ganado la corona de Miss Cataluña y con una educación exquisita y cultivada como bandera. Según cuenta, estudió en el Liceo Francés, en El Escorial, pasó una temporada en Londres, otra en Suiza y habla cuatro idiomas. Bailó flamenco para la reina Isabel II y tuvo un affaire con el rockero Johnny Hallyday. Como ven, no hay nada mejor que la imaginación para adorar una biografía. Aun así, Tita se presentó a Miss España -sin que lo supieran sus padres, dice, aunque luego su madre fue la encargada de animarla para que triunfara- y ganó. De ahí pasó por Miss Europa, Miss Internacional y Miss Mundo y empezó su leyenda.
De su primer matrimonio con el actor Lex Barker heredó la mansión de Sant Feliu de Guixols, una finca de 30.000 metros cuadrados que, actualmente, alberga la casa principal, un residencia que Tita construyó para su hijo Borja, dos residencias más, ocho piscinas, una cámara acorazada repleta de prendas de alta costura y una veintena de personas que se encargan de mantenerla. De su segundo matrimonio con el empresario y playboy Espartaco Santoni heredó una situación económica desastrosa, una carrera como actriz del destape y un divorcio que no tuvo ni que formalizarse porque a Santoni se le acusó de bigamia. Pero fue su tercer matrimonio con el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza el que la convirtió en lo que es ahora: una de las mujeres más ricas del país. Del barón heredó su afición por el mundo del coleccionismo de arte, un título que, aun sin efectos, viste mucho, y un patrimonio de valor incalculable.
Casas, coches y más casas
Además de la colección Thyssen-Bornemisza, valorada en más de 700 millones de euros, Tita cuenta con cuatro residencias en funcionamiento: la casa de Sant Feliu de Guixols, un chalet en La Moraleja valorado en 30 millones de euros, una casa en Marbella y Villa Favorita, la espectacular mansión situada en Lugano, perteneciente a la familia Thyssen y donde el barón tenía su colección de cuadros antes de trasladarla a España. Pero además, Tita posee varios apartamentos en la Costa Brava, una residencia en Marbella, propiedades en Uruguay, Estados Unidos, Jamaica y Reino Unido, una colección de vehículos que incluye un Rolls Royce y varios Mercedes, además del velero Mata Múa, de 38 metros de eslora, cuyo mantenimiento cuesta un millón de euros al año. Y todo ello sin contar el capital del que pueda disponer, así como las joyas, vestidos y demás enseres.
¿Se puede veranear en un yate entre Marbella e Ibiza pero decir que no se tiene liquidez?
Pero esta fortuna inmobiliaria supone una carga económica desorbitada para la baronesa. O al menos, así han tratado de hacérnoslo ver. El mantenimiento de las propiedades -que ronda los 10 millones de euros anuales-, de la colección, la adquisición de nuevos cuadros y la construcción de sus propios museos Carmen Thyssen suponen una inversión que el patrimonio que dejó el barón no puede sufragar. De hecho, se supone que el capital que le dejó ya se ha agotado. Y todo teniendo en cuenta que la mayor parte de este patrimonio -sobre todo, los cuadros y los inmuebles- se encuentran gestionados desde sociedades situadas en paraísos fiscales, con lo que no tiene la obligación de pagar impuestos más allá del IVA cuando se adquieren. En caso contrario, tendría que añadir varios millones de euros anuales a los gastos que ya tiene.
¿Se puede ser, entonces, una mujer rica pero no tener dinero? ¿Se puede veranear en un yate entre Marbella e Ibiza pero decir que no se tiene liquidez? ¿Se pueden pasar largas temporadas en una mansión con servicio y ocho piscinas y no llegar a fin de mes? Pues sí, se puede. Pero lo que para los demás sería un problema irresoluble, para Tita no es más que un pequeño contratiempo. Tras haber intentado vender el palacete de Lugano sin éxito -la oferta de 80 millones de euros no era suficiente-, Tita decidió hacer valer sus derechos y vendió La esclusa, el cuadro de John Constable. El Museo Thyssen perdió una de sus obras, sí, pero Tita consiguió pasar el bache económico. Y, total, ¿qué más da el arte cuando está en peligro un patrimonio de mil millones de euros?