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Mónica Naranjo: “Cuando mi hijo era pequeño, yo le daba miedo”

¿Qué puede reunir a Mónica Naranjo, Marina Castaño, Chabelita y la reina Letizia? Pues las revistas. Y no crean que con el calor y el verano la cosa se pone más interesante. Pocos cuerpos desnudos y muchas bodas, la mayoría aburridas y prescindibles. Menos mal que siempre nos quedará Jorge Javier, que está que trina con Letizia. ¿Quieren saber por qué? Lean, lean.

Mónica Naranjo: “Cuando mi hijo era pequeño, yo le daba miedo”. Y lo entendemos. Con la edad, Mónica Naranjo se ha relajado a todos los niveles. De aquella mujer que gritaba como una loca con el pelo de dos colores ya no queda nada. Ahora es presentadora, jurado, cocinera y en sus ratos libres, cantante. La Naranjo ha llegado a los 40 muy tranquila, después de retirarse una temporada de la vida pública, porque ella quiso, claro. Ahora ha sacado un disco con versiones -que no ha interesado nada-, tiene su sueldo en televisión y un hijo de 21 años. Sí, 21. Y oye, no puede estar más guapa. Las cosas como son. Otra cosa es que ya no sorprenda a nadie (Diez Minutos).

Carlos Lozano: “En mi armario tengo gorras y collares”. “¿Quién es un hombre 10?”, le pregunta el periodista a Carlos Lozano, y éste responde: “Vicente Ferrer. Podría serlo Brad Pitt también”. Y sí, este es el nivel que pueden esperar en toda la entrevista. Lo de Carlos Lozano es muy fuerte. Igual te cuenta que fue gogó cuando era joven y que llevaba el pelo afro, como que su armario está lleno de collares o que es un modelo “antimoda”. Pero lo mejor es la concepción que tiene de sí mismo. “[Me gustaría ser recordado] como un profesional que ha trabajado en los mejores programas de la televisión y que ha tenido una carrera brillante en el extranjero”. ¿Pero qué programas? ¿Qué carrera brillante? ¿Estamos ya a 28 de diciembre? Ay, Carlos, venga, bonito, cruza la pasarela (Diez Minutos).

David Bisbal: “Estoy muy enamorado de China”. No se asusten, no se refiere al país. No vamos a tener que ver a Bisbal con un alisado japonés y versioneando sus temas en chino. Se refiere a su última novia, una chica que se hace llamar La China, porque tenía una abuela japonesa -se ve que en su pueblo natal no sabían diferenciar entre china y japonesa-. Sinceramente, esta noticia nos da totalmente igual, pero nos gustaría saber qué cara se le ha quedado a Elena Tablada, a su madre y a su abuela. Si permanecen en silencio podrán escuchar el rechinar de sus dientes desde Miami. Ay, las Tablada, las únicas que acuden con un 3x1 al mismo cirujano (Semana).

Mónica Hoyos: “Voy a hacer un casting... Con la edad me he vuelto más exigente”. La ex de Carlos Lozano también vive en una realidad paralela. No sabemos si es la misma que el presentador, pero desde luego, Mónica Hoyos no sabe ni donde está. La ¿presentadora? ¿actriz? ¿modelo? dice ha cumplido muchos sueños y que de amores nada, que como ya se enamoró una vez, que ahora no sabe hacia dónde tirar. Ahora se ha vuelto bloguera -¡nooo!- y dice que su filosofía es “sacar cosas baratas de verdad, de 30, 15, 20 euros”. Vamos, lo que nos compramos todos los mortales. Para eso no hace falta que te abras un blog Mónica, con ir a Zara es más que suficiente (Semana).

Marta Sánchez, dos litros de agua... antes de cantar. Marta Sánchez es una diva, local, pero diva y como tal debe comportarse. Atentos a las manías de la cantante: Antes de salir a cantar se bebe dos litros de agua, limpia ella misma los baños de los hoteles donde se aloja, prohíbe que le pongan estilismos de color negro, exige que se le coloque hielo en los párpados, no toma el sol y dice que tiene demasiado pecho, ya que “la talla pequeña es más elegante”. Pero, Marta, si tú te has labrado una carrera como sex symbol por tus curvas, ¿cómo puedes ahora decir que vas a reducirte el pecho? Y haz el favor, no limpies los baños, que los encargados de la limpieza hacen su trabajo estupendamente. ¿Verdad que a ti no te gustaría que salieran a cantar por ti? Pues aplícate el cuento (Love).

Marina Castaño y Enrique Puras, romántico primer aniversario de boda en la Costa azul. Imaginen nuestra sorpresa al encontrarnos a una Marina Castaño visiblemente despeinada en las páginas de una revista. ¿Pero dónde habías estado, Marina? ¿A qué dedicas tu tiempo libre? ¿Sigues escribiendo? ¿Has olvidado a tu difunto marido? Marina Castaño es un personaje que nos fascina. Sin proponérselo se convirtió en la villana de la literatura y aterrorizó a España desde una fundación privada. Pero eso ya es agua pasada. Marina dejó la fundación, renunció al título de marquesa y volvió a casarse. Y todo por amor, o eso dice. Ay, Marina, quién te ha visto y quién te ve. De viuda de un premio Nobel a... ¿nada? (¡Hola!)

Ay, nuestra Teresa Lourdes, nuestra Terelu del alma, ¡ha vuelto! La colaboradora más buscada de la televisión estaba escondida en el gimnasio, entrenando con su hombre favorito, el boxeador José Valenciano. Terelu está contenta, radiante, feliz y más delgada. No mucho, pero más. La presentadora se encasqueta unas gafas de sol, unas mallas, una camiseta de tirantes y un bolso blanco que no pega nada y se marcha al gimnasio con su entrenador/acompañante. Allí se lo pasa teta, pese que sube, pesa que baja, cinta de correr, todo un despiporre. Ahora, también tenemos que decirle que a este ritmo, a la operación bikini no llega. Además, ¿no se supone que en verano se encargará de sustituir a Jorge Javier en el Deluxe? ¿No debería estar reapareciendo ya en televisión? ¿O es que hay otra colaboradora que le ha quitado el puesto? Ay, Terelu, el que se va a Sevilla... (Lecturas)

Jorge Javier está muy rabioso. Mucho. No se lo pueden imaginar. Resulta que no le invitaron a la recepción de los nuevos reyes y ha decidido sacar el hacha de guerra. Por la noche tiene pesadillas y todo, no se crean, que es un drama. El que escribe esto debe reconocer que tampoco le invitaron, pero con el calor, más vale quedarse en casa delante del ventilador. Pero menos mal que Jorge Javier tiene a su querido P. para animarle. “P. suele atacarme cuando estoy más tranquilo. Por ejemplo, si estoy tumbado en el sofá viendo la tele, se me queda mirando fijamente y me dice: ¿Me das un abracito? Ante mi negativa, contraataca: Si me das un besito te dejo en paz”. Gruño. Si estoy tomando el sol intenta tumbarse encima de mí. Si me meto en la piscina escucho cómo me pide que le cuente hasta tres para tirarse él también. La respuesta a todo este trajín se le escapa de manera involuntaria un día que le pillo relajado: Es que si no te molesto me aburro”. Pero Jorge, ¿cómo te va a invitar la reina Letizia si eres tan arisco? Capaz eres de no darle la mano para llamar la atención (Lecturas)

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