Hace seis años, España se quedaba prendada de una serie cuyo título es difícil de olvidar, Sin tetas no hay paraíso. En ella se contaba la historia de Catalina, Cata, una joven guapa, responsable y buena estudiante que tenía un grave complejo al tener poco pecho, y de Rafael, El Duque, un hombre guapo y apuesto que, debido a una infancia complicada, había terminado convertido en uno de los principales narcotraficantes del país. Cata y El Duque se encuentran un día en el barrio y ella se enamora tan perdidamente de él que no le importa dejar su vida de buena estudiante para adentrarse en un mundo de drogas, prostitución y tetas, muchas tetas. El público, evidentemente, se fascinó con el amor imposible de Catalina -interpretada por Amaia Salamanca- y con el físico de El Duque, al que dio vida -y cuerpo- Miguel Ángel Silvestre. El éxito de la serie convirtió a sus protagonistas en la pareja de moda y en el reclamo para todas las revistas.
Ahora, varios años después, volvemos a vivir una historia parecida. Desde que Telecinco estrenara la serie El Príncipe, el interés mediático que han despertado sus protagonistas nos vuelve a recordar a aquel El Duque que estaba en todas las portadas. Pero, curiosamente, poco le ha interesado a la audiencia que la serie cuente con un veterano José Coronado o el guapo Álex González. El chico de moda se llama Rubén Cortada. La serie narra la historia de un veterano policía que trata de imponer el orden en la barriada de El Príncipe con métodos poco ortodoxos. El problema aparece cuando llega un agente del CNI para investigar una posible colaboración terrorista en la barriada. Pero, a la tensión entre los policías, se une la historia de amor entre el agente y Fátima, una guapa profesora musulmana que, a su vez, está muy preocupada por su hermano Faruq, uno de los principales narcotraficantes del barrio. Amor, tensión y drogas, una fórmula infalible para las ficciones de Telecinco.
Vidas paralelas
El éxito de Rubén Cortada ha sido fulgurante. Nacido en La Habana hace 29 años, abandonó su sueño de ser tenista -como le pasó a Miguel Ángel Silvestre- para estudiar Ingeniería Automática y seguir los pasos de su padre, pero cuando le propusieron trabajar como modelo y viajar por todo el mundo, no se lo pensó dos veces. Rápidamente empezó a desfilar por las principales pasarelas y trabajó como imagen para marcas como Jean Paul Gaultier o Guess!, hasta que hace seis años decidió instalarse en España. Desde entonces, ha ido compaginando su carrera como modelo con estudios de interpretación. Y, desde luego, le han bastado dos papeles para convertirse en una estrella. Aunque hizo una breve aparición en la serie Bandolera, fue su papel en El tiempo entre costuras el que le dio a conocer. Allí interpretaba a un guapo y atractivo -como no podía ser de otra forma- vividor que seducía a la protagonista para abandonarla después. Cuando se le pregunta si se considera un sex symbol o si se siente deseado, dice que no, que le costó mucho que le dieran una oportunidad como modelo y que no se considera guapo. En fin.
España se enfrenta a un duelo de guapos. Uno en Telecinco y otro en Antena 3. Uno es el bueno y otro el malo.
La carrera de Miguel Ángel Silvestre no fue tan fulgurante aunque guarda muchos parecidos con la de Cortada. Nacido en Castellón en 1981, la vida de Silvestre iba encaminada hacia el tenis profesional, pero una lesión le apartó del deporte. Empezó a estudiar fisioterapia, hasta que le propusieron dedicarse a la moda -acudió a Mister España representando a Castellón- y, sobre todo, a la interpretación. Su primera incursión en la televisión fue con la serie Motivos personales, pero, sin duda, le costará mucho quitarse el sobrenombre de El Duque. Ahora, ha vuelto para interpretar a Alberto Márquez, un rico heredero que prefiere entregarse a su amor prohibido con Ana, una simple costurera, a dirigir las Galerías Velvet junto a su padre. Una historia de pasión y clases sociales que tan solo con el primer episodio ya consiguió barrer a la competencia.
España se enfrenta a un duelo de guapos. Uno en Telecinco y otro en Antena 3. Uno es el bueno y otro el malo. Pero ambos son altos, guapos, musculados, llevan barba y no se depilan el pecho. Está claro que ese es el prototipo de hombre que el público quiere ven en pantalla. La pregunta es, ¿quién saldrá victorioso del enfrentamiento?