Todavía hay gente que opina que la celebración del Orgullo Gay es tan solo una verbena de un barrio de Madrid, una juerga de cuatro locas hermafroditas con mallas, tacones y carrozas multicolores.
Todavía hay gente que piensa que la homosexualidad es una enfermedad, gente con demasiado poder que predica que el ‘imperio gay’ está destruyendo la familia, su concepto de familia...
Todavía hay políticos que cambian de chaqueta según sople el viento. Gente que piensa que no hay ningún derecho que construir, libertades que reclamar o ganado que educar.
Sin embargo, el Observatorio catalán contra la Homofobia muestra un aumento del 4,5% de las discriminaciones y agresiones en Cataluña en los últimos años.
Sin embargo, la Asociación de Gais y Lesbianas de Madrid Acrópolis ha constatado hasta 63 agresiones solo en la capital en lo que va de año (con tan solo 12 denunciadas)
Pero no hay que irse a las grandes cifras para constatar una tendencia. Basta un pequeño paseo por redes sociales y medios para ver los kilómetros que aún quedan por recorrer en derechos y libertades del colectivo LGBT.
El plumilla homófobo
Esto se ha publicado tan solo hace 3 días en El Diario de Ferrol, un periódico con casi 20 años de historia. La edición digital de la noticia ya ha desaparecido. Ha sido borrada después de las innumerables críticas, aunque quede el rastro en la caché de Google. Una opinión personal de un periodista acostumbrado a mover las heces para atraer a las moscas. No está solo, el artículo espanta a menos gente de la que lo atrae. Muchos se sienten identificados.
https://twitter.com/Juanmi_News/status/748101283668688896
La madre indignada
La típica reacción del homófobo que no se reconoce. No importan las bombas del Isis o los cadáveres flotando en el Mediterráneo del telediario, lo realmente repulsivo e indignante para un hijo es que hablen de la condición sexual de un colectivo oprimido en horario infantil. La usuaria ha convertido en privada la cuenta tras verse agobiada por las reacciones. En eso tampoco somos ejemplares.
https://twitter.com/FetoViejo/status/748068594454532096
El grafitero irritado
Ocurrió en Sevilla con motivo de una exposición al aire libre del Orgullo. Un grafitero aprovechó el anonimato de la nocturnidad para dejar su huella en una de las obras y amaneció viralizado en las redes sociales:
“Lo siguiente será un póster de un tío dándole por el culo a otro… total... también es amor homosexual. En fin…”
@policia En Sevilla. Ruego se retire esta pintada lo antes posible. Incita al odio y la homofobia. #Stophomofobia pic.twitter.com/t7iMsKSqqO
— Lucía.♀ (@luciluperez) June 24, 2016
La sutileza del homófobo
A veces no son grandes insultos, artículos vomitivos o pintadas escuetas. Basta un pequeño gesto para mostrar una tendencia. La plaza Vázquez de Mella, situada en el madrileño barrio de Chueca, pasó a llamarse oficialmente plaza de Pedro Zerolo el 14 de Mayo. Pocos días después las placas amanecieron tapadas con pegatinas de la iniciativa de Falange ‘Las Calles no se tocan’.
https://twitter.com/guyermadrid/status/738062793316925440
La complicidad de la Iglesia
Ocurrió el pasado 16 de junio en la plaza de la Virgen de Valencia. El cardenal arzobispo Antonio Cañizares había convocado un acto para 'desagraviar' a la Virgen por un cartel publicado por el colectivo LGBT donde aparecían dos vírgenes besándose para anunciar las fiestas del Orgullo. El colectivo España 2000 desplegó la pancarta 'Valencia contra la degeneración'. La guerra de las dos Españas. Una oportunidad perdida para mostrar discordia con un cartel tal vez legítimo, tal vez desacertado.
Feixistes a l'acte del Cardenal Cañizares amb una pancarta amb el lema "Valencia contra la degeneración" #Homofòbia pic.twitter.com/YRdvT2hAka
— Escanyat (@escanyat) June 16, 2016