El pasado 1 de junio entró en vigor la nueva tarifa eléctrica, una tarifa única que acaba con la democracia e impone una única opción a todos los ciudadanos. La nueva tarifa tiene tres tramos con diferentes precios, con tan mala suerte que el tramo barato ha caído entre las 00:00 y las 08:00, cuando la mayoría de la gente está durmiendo. Es una tarifa ideal para panaderos y tertulianos de El Larguero.
El caso es que la luz está cada vez más cara y las redes buscan culpables. Se ha hablado de Felipe González y Aznar por su papel en la privatización de las eléctricas, yo añadiría también a Nikola Tesla por descubrir la corriente alterna. Lo cierto es que hippies, perroflautas y demás comeflores, es decir, las democracias occidentales en general, iniciaron hace años un proceso de descarbonización de la energía para hacerla más limpia y (por ahora) más cara.
Es la victoria del discurso ecocapitalista que por un lado reprocha a Corea del Norte que vertamos barriles de uranio enriquecido al río y por otro no cuenta que tenemos sólo 1 vehículo cada 100.000 ciudadanos y fuimos el primer país del mundo en prohibir la tala de árboles para producir papeletas electorales.
La factura de la luz además es compleja, la llaman la piedra Rosetta porque se tardan décadas en descifrarla. Algunos estudios recientes indican que podrían existir algunas partidas dedicadas a criptomonedas y a Médicos sin Fronteras entre ese amalgama de tarifas, impuestos, peajes y alquileres que terminan repercutiendo en un ciudadano que empieza a mosquearse. No ayudan esos artículos periodísticos con tips para ahorrar en la factura, con consejos como “practicar el nudismo, seguir una paleodieta o leer con velas aromáticas”. La gente ya sabe a partir de ahora van a tener que elegir entre planchar la camisa o planchar la oreja. La nueva tarifa ha sido la reina de la semana en las redes.
Y mientras el Twitter boomer estaba entre planchas, lavadoras, Dixan, Ariel y Colón, en el Twitter zoomer se viralizaba el juego del viajero en el tiempo que mata una mosca y altera la realidad futura. Es un juego que requiere cierto nivel de cultura freak, no podemos garantizar que lo entiendes al completo si ya has recibido una dosis de la vacuna.