Esta semana se ha celebrado la Semana Internacional de la Nostalgia. La nostalgia calificada de revolucionaria de Ana Iris Simón, que ha sacado a colación en relación al plan España 2050 que quizás, además de hamburguesas de chía y torreznos de tofu, estaría bien que un ciudadano de 40 años tenga en propiedad algo más que una skin de Fortnite, y si puede ser que nazca un niño de vez en cuando.
La nostalgia en blanco y negro de VOX Murcia, que ha pedido la vuelta a los colegios del himno de España, la sección femenina y el bofetón como herramienta pedagógica. La nostalgia colectiva de la reunión de Friends, por la que HBO ha pagado 3 millones de dólares a cada uno de los actores, y que nos ha hecho descubrir que Ross y Rachel llevan por lo menos un mes con la segunda dosis puesta.
Hasta el madridismo ha inventado un nuevo tipo de nostalgia: la nostalgia prematura, echando de menos a Zidane antes de que salga por la puerta, sabiendo que va añorar esta etapa y que ahora sí se avecina ese régimen fascista presagiado por Pablo Iglesias en Madrid, en la figura de Antonio Conte.
Es normal que en un mundo sin certezas en el que las vacunas se pinchan a la carta, las condenas firmes son revisables y ya ni siquiera a los cantantes del rock se les permita drogarse según Eurovisión, la gente busque refugio en el pasado, especialmente cuando revisa la historia y descubre que Telecinco y los youtubers llegaron con la democracia.
De segundas dosis, planchar de madrugada, indultos y controles antidóping en Eurovisión se ha hablado en Twitter en la Semana Internacional de la Nostalgia.
Y frente a la nostalgia y el pasado, futuro y modernidad. Esta semana hemos estrenado el mayor avance científico y social desde la imprenta, los mensajes de audio a velocidad X2, a los que se le presuponen usos como ahorrar tiempo o preveer el futuro.
También tenemos en Correos a un defensor de la justicia social y las minorías. Esta vez han sacado una campaña de denuncia contra el racismo, lanzando una serie de sellos en los que, cuanto más oscuro sea el color, menor valor tendrá. Que se han hecho un lío, vamos, o a lo mejor como sociedad no estábamos preparados para performances conceptuales en el mundo de la filatelia.