Twitter tenía un logo bonito con un color corporativo bonito y un nombre tan reconocible que había creado toda una jerga a su alrededor: tweet, tuitear, retweets, tuitero… hasta que el ego mesiánico de Elon Musk decidió cargarse todo porque no aguanta un minuto sin que hablemos de él. El objetivo de Musk está claro: quiere que todos conduzcamos sus coches a pilas y nos alienemos con su red social para más tarde seleccionar a los terrícolas más serviles y llevarlos a Marte en su empresa de viajes especiales SpaceX, donde creará una nueva raza de humanos dóciles y obedientes: los muskianos.
¿Quién te asegura que mañana no compra también La Casa de las Carcasas y consigue tener una base en cada calle del mundo para llevar a cabo su malicioso plan? Nadie. A Musk hay que pararle los pies. Hay que empezar por no hacerle caso. Si tardamos diez años en llamar Carrefour a Continente y todavía llamamos Mr.Propper a Don Limpio, podemos seguir llamando por su nombre a Twitter. Queremos que Twitter vuelva a ser como antes, un lugar agradable en el que podamos seguir insultándonos y amenazándonos de muerte por motivos banales entre desconocidos. Queremos que vuelvan los 140 caracteres y los vídeos con píxeles como puños como hace 10 años.
¿Qué es eso de un logo negro en 2023? Lo gótico está pasado de moda, hasta Robert Smith de The Cure parece mi abuela de bautizo. Fíjate en Barbie, Elon: una letra B sobre fucsia fuerte y 1.000 millones de dólares recaudados en una semana. Si a estas alturas alguien alberga alguna duda de la maldad de Elon Musk, que recuerde que además, innecesariamente, ahora para abrir esta red social tenemos que abrir una app en el móvil con una X, lo que convierte un simple gesto en una ruleta rusa.
Desde esta página inicio el movimiento Make Twitter Blue Again en el que se pide que Twitter recupere su nombre, su logo y su alegría y que Elon Musk sea juzgado en el Tribunal de la Haya por mamarrachismo antes de cumplir con su malvado plan. En Twitter esta semana se ha tuiteado sobre X, sobre Madrileños por las playas, sobre el récord de Barbie y sobre el clásico verganiego de Mbappé engañando al Madrid para que los qataríes le doblen el sueldo.