El futuro de la movilidad está fuertemente marcado por las nuevas tecnologías de ayudas a la conducción, en un proceso poco a poco cada vez más automatizado que, de seguir así, se harán realidad películas de ciencia-ficción de no hace muchos años en las que los automóviles circulaban por sí mismos sin necesidad de manejo alguno por parte del conductor.
Sin llegar tan lejos, ya existen desarrollos tecnológicos para que los coches aparquen solos, un primer paso hacia una conducción autómata que algunos fabricantes tienen ya muy avanzada, sobre todo de cara a una movilidad urbana más ordenada y segura. No tardaremos mucho, por tanto, en ver coches por carretera que se mueven de un punto a otro guiados por todo tipo de ayudas, siempre con el argumento de tratar de ofrecer la máxima seguridad posible en los desplazamientos en busca de erradicar en lo posible los accidentes de tráfico.
Y Volvo, como claro estandarte de una de las marcas más involucradas en este sentido, sigue desarrollando todo tipo de sistemas que contribuyan a ello. De hecho, hace ahora dos años anunció que el desarrollo de estas nuevas tecnologías estaba encaminado a lograr que en 2020 no haya muertos en accidentes en ninguno de sus nuevos coches. Tecnologías todas ellas que actúan sobre los diferentes sistemas del vehículo de manera automática en función de la información detectada por una serie de sensores.
Es el caso del nuevo desarrollo de la marca sueca, una serie de sensores que apuntan a los ojos del conductor detectando el posible cansancio en función de diferentes parámetros. Van situados en el cuadro de instrumentos y miden el grado de apertura de los ojos, analizan la dirección de la mirada y el ángulo de su cabeza. Si el sistema detecta que el conductor está cansado, los dispositivos de seguridad del coche entran en acción automáticamente.
Actúan según unos datos preestablecidos en el ordenador de a bordo que se vale de sistemas ya conocidos como las alertas sonoras al conductor, el asistente de mantenimiento de carril, el control de crucero adaptativo o el aviso de colisión con freno automático. Aunque está en plena fase de desarrollo, el sistema está siendo ya probado en condiciones de tráfico real, lo que viene a significar que podríamos llegar a verlo en coches de producción antes de lo que podríamos imaginar.