Si la versión original del Logan Break apuntaba directamente a un modelo familiar de bajo coste y eminentemente práctico, esta segunda generación se presenta manteniendo la personalidad práctica y versátil de su antecesor pero desde un resultado global que le lleva a mostrar un salto de calidad incuestionable. Es de esperar un precio de salida ajustado, pero ahora con versiones que, con motores más modernos y eficientes y equipamientos mucho más avanzados, podrán rivalizar incluso con modelos de segmentos superiores frente a los que seguirá ofreciendo un precio más contenido.
De entrada, su diseño deja ver ya una evolución muy pronunciada, con rasgos ya conocidos de los últimos productos de la marca y un diseño más estilizado. Por dentro, se aprecia aún más todo ello, con un salpicadero que ofrece ahora mucha más información al adoptar incluso sistema de navegación a través de una pantalla táctil de 7 pulgadas que incluye además Bluetooth para teléfono móvil y conexión USB para dispositivos externos. Además, en algunas versiones se podrá optar por elementos impensables en la generación anterior, como el control de estabilidad, limitador y regulador de velocidad o sensores de ayuda al aparcamiento.
Las dimensiones de la carrocería son de 4,49 metros de longitud, casi 15 centímetros más que la versión sedán de cuatro puertas, que le permiten ofrecer un maletero de 573 litros de capacidad, con los respaldos de los asientos traseros abatibles por mitades asimétricas que permiten ampliar el volumen de carga hasta los 1.500 litros y poder transportar objetos de hasta 2,7 metros de longitud.
La gama de motores contará con dos versiones de gasolina, un 1.2 16V de 75 CV como escalón de acceso para ofrecer un precio de salida muy ajustado y un más moderno 0.9 TCE de 90 CV dotado de sobrealimentación. En Diesel, el 1.5 dCi en versiones de 75 y 90 CV serán las opciones disponibles.
