Opinión

Adiós, Victoria

Victoria Prego se nos ha ido y con ella se va también una parte importantísima de la Transición. Porque para muchos de nosotros ella encarnó aquel periodismo que tenía

  • Victoria Prego -

Victoria Prego se nos ha ido y con ella se va también una parte importantísima de la Transición. Porque para muchos de nosotros ella encarnó aquel periodismo que tenía como objetivo informar a la gente acerca de lo que sucedía, de lo que pensaban los líderes políticos, de lo que se cocía en aquellas cenas que reunían en restaurantes como La Ancha o Lhardy a representantes de partidos diferentes que buscaban el pacto sobre los manteles, justo en ese mágico momento que los franceses denominan como Entre la poire et le fromage, expresión que como muy bien nos dice Alfred Delvau define el mágico instante en un banquete que se presta a la confidencia, al trato, al acuerdo y al feliz encuentro de diferentes pareceres. Dejó una crónica imprescindible de aquellos tiempos en los que parecía que los españoles habíamos dejado atrás nuestro vicio de odiar al discrepante en un magnífico libro que les recomiendo vivamente, “Así se hizo la transición”, Plaza y Janés, 1996.

Reseñar sus premios así como su dilatada carrera excedería con mucho el marco de este pequeño tributo a una periodista que reunía las dos condiciones imprescindibles de este oficio: saber qué preguntar y saber escuchar al entrevistado. En estos tiempos de cuestionarios hechos al dictado de los poderosos destinados al lucimiento del personaje la vamos a echar mucho de menos. Porque ella sabía cómo decir las cosas que había que decir pero con esa dulzura que algunos interpretaban como sumisión. ¡Qué error! Recuerdo cierta parodia hecha con bastante mala leche en la que se reproducía un interviú que Victoria le había hecho a Felipe González. A este lo encarnaba Hervé Villechaize – aquel enano que hacía de mayordomo del villano Scaramanga en la película de Bond “El hombre de la pistola de oro” – y Javier Gurruchaga haciendo de una Victoria totalmente excedé. La polémica subía de tono porque a mucha gente no le gustó nada hasta que el mismo Felipe zanjó el asunto con un “Bien lo de la Prego y estupendo lo del enano”. Era el año de 1988 y los modos y maneras, aunque ácidas, se aceptaban con la normalidad democrática que sería lo natural. La primera que se rio de aquello fue la propia Victoria, digámoslo todo.

En estos tiempos de cuestionarios hechos al dictado de los poderosos destinados al lucimiento del personaje la vamos a echar mucho de menos

Fue una todoterreno de nuestro oficio, trabajó en todos los medios, revolucionó el estilo anquilosado de los telediarios en TVE junto al también mítico Joaquín Arozamena desdramatizando el papel de busto parlante que hasta aquel momento habían tenido los encargados de informar al país a través de la televisión. Uno también la recuerda en aquel fantástico programa informativo, “El primer café” junto con mi admirada Isabel Sansebastián, otra monstrua que diría Rosario Flores, del periodismo. Cuando la conocí ya era un referente obligado. Nos presentó Fernando Onega nada menos. Me dijo “Te presento al periodismo”. Entonces todavía le quedaba mucho por hacer, entre otros asuntos el fabuloso documental “La Transición”, porque su obsesión profesional y me atrevo a decir que personal era la de la reconciliación nacional que supuso aquel período, unido todo ello a su firme y público compromiso democrático contra ETA.

Con Victoria Prego se nos va algo más que una excelente periodista y una buena persona. Se lleva consigo un trozo importantísimo de nuestra historia y una manera machadianamente buena de cómo explicar las cosas. Descansa en Paz, querida Victoria. Insisto, se te va a echar muchísimo en falta.

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