Opinión

Amor de hermanos

Hay que ver lo bonito que es el cariño fraternal y cómo vende en televisión. De los hermanos Cartwrigth de Bonanza a las Azúcar Moreno, pasando por la popularísima serie Hermanos, turca, ella, con cuatro temporadas en pantalla, 115 episodios

  • David Sánchez Pérez-Castejón

Hay que ver lo bonito que es el cariño fraternal y cómo vende en televisión. De los hermanos Cartwrigth de Bonanza a las Azúcar Moreno, pasando por la popularísima serie Hermanos, turca, ella, con cuatro temporadas en pantalla, 115 episodios y más lágrimas derramadas por los telespectadores que agua lleva el Mississippi, la hermandad es un asunto que emociona al personal. Igual será para olvidar aquel pequeño disturbio intelectual entre Caín y Abel, que acabó con éste último bastante perjudicado. Pero no divaguemos, que no somos la ministra Alegría. Como los ejecutivos de la Espantosa son muuuuuy listos, nos están preparando una auténtica exquisitez: la serie “Hermanos a la obra”. Por el título ya se imaginarán de qué va el asunto. Reformas caseras, ya saben, cambiamos el comedor y lo ponemos en el retrete, el retrete lo instalamos en la cocina que, a su vez, construiremos en el dormitorio y así podremos vivir en la caseta del perro.

El aliciente es que los que verán afectadas sus residencias serán celebrities, o sea que nada de pisos de cuarenta metros cuadrados en un polígono con las cañerías de plomo, ascensores eternamente estropeados, más humedad que en un submarino y ni una sola ventana que encaje. Aquí no. Todo será lujo y poderío a más no poder, que es lo que le mola al pobre, ver lo bien que viven los ricachones. Como anfitriones, aquí está el detalle, nada menos que dos hermanos queridos por el respetable: Julio José Iglesias y la sin par Chábeli, ¡oea¡, vástagos del mítico Julio, que no todo ha de ser Tamara Falcó. Sabemos lo que cobrarán: Chábeli 28.000 leuros por programa y Julio José bastante menos, 13.000. El ajo, en total, dice la productora que sale por 1.957.319,88 lereles. Y uno se pregunta, seguro de la envidia que va a despertar este más que merecido empleo de nuestros impuestos, ¿por qué no hacer lo propio con los hermanos Sánchez? No me dirán ustedes que lo del hermano músico del presidente no daría para un formato divertido, fresco, muy fresco, vamos, fresquísimo, a la vez que instructivo.

No me dirán ustedes que lo del hermano músico del presidente no daría para un formato divertido, fresco, muy fresco, vamos, fresquísimo, a la vez que instructivo

De entrada, así como sabemos lo que se meterán en la butxaca los hermanos Iglesias, podríamos saber lo propio con los Sánchez, presidente y hermanísimo. Del primero lo sabemos, del segundo ya no tanto. Sí, salen informaciones aquí y allá. Pero como muchas provienen de tabloides digitales que solamente fomentan el bulo y el fango sería estupendo tener informaciones de primera mano.

Por lo demás, la temática sería cultural. Yo propondría “Hermanos a la obra musical” como titulo y les haría visitar diferentes teatros consagrados a la ópera y la música clásica, a ver si hay que reformar algo y, ya de paso, contratar al hermanísimo. Eso, en el bien entendido que todos esos lugares deben estar en otros países por aquello de que allá dónde fueres, tributa tus haberes. Si a eso le sumamos que Begoña, que anda muy ocupada borrando páginas web de sus negocios, podría reformar la parte de las taquillas, la venta de entradas y los abonos por temporadas siempre desde la perspectiva de la transformación social competitiva, el éxito está asegurado. En Marruecos y otros lugares de África no están esperando otra cosa.

Ah, el amor, señores, el amor. Amor a tu esposa, amor a tu hermano, amor y más amor. Yo no sé a ustedes, pero a mí me emociona.

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