Análisis

Es la suerte de la familia Pujol lo que está en juego

           

  • Jordi Pujol y Artur Mas.

En el punto más bajo. Tras el castigo recibido esta semana en el Parlamento catalán, donde el presidente en funciones se ha arrastrado cual siervo ante los amos de la CUP implorando sin éxito ser investido Presidente, Artur Mas vive los momentos más difíciles de su carrera, los más amargos, receloso de todo y de todos, los más duros, sospechando traiciones por doquier, pero al tiempo convertido en roca convencida de su misión en esta tierra, profeta de la patria prometida, héroe vocacional para quien la soledad es virtud que convierte en laurel las espinas del día a día. Cena familiar del clan Mas el viernes noche. Sobre un lienzo de fina holanda van saliendo a relucir los nombres que hoy pueblan las páginas de la prensa y las pantallas de internet. Con inusual dureza, el líder humillado va repasando la lista “dels traïdors”, empezando por La Vanguardia del conde de Godó al que hemos anegado en dinero desde la Generalitat y que ahora, de repente, ha cambiado de rumbo para oponerse al prusés y pedir que rectifiquemos, se ha entregado a La Caixa, que abandonemos a estas alturas el camino sin retorno iniciado con tantas dificultades.

Y hay traidores en la propia Convergència. Sobre la mesa se encabritan los nombres de Germà Gordó, de Andreu  Mas-Colell, de Felip Puig –qué desmayada manera la suya de aplaudir el lunes a mediodía, tras la aprobación de la moción de ruptura con España de los 72 votos contra 63-; y hay dureza para “els personatges mediocres i lamentables que ara pul-lulen pel Parlament”, como la insufrible Forcadell o el inaceptable Llach, por no hablar de “els trepas professionals”, el patético Romeva, apodado Romefakis, que sigue aguardando su oportunidad, su minuto de gloria como efímero President, y hay una andanada brutal contra Oriol Junqueras, el odiado amigo al que tenemos que soportar a nuestro lado con la sonrisa siempre puesta, el cobarde que se ha escondido estos días dejando que yo me coma toda la mierda, me enfrente a las CUP y asuma en solitario el brutal castigo, el desgaste de enfrentarme a la comunista Gabriel y al pico de oro Baños, como si él no tuviera nada que ver, como si no fuera en la misma lista que yo, largo tiempo esperando que mis enemigos me despedacen para alzarse definitivamente no ya como líder de ERC sino como padre de la independencia desde el liderazgo indubitado de toda la izquierda catalana.

Lo que le importa a Mas es alcanzar la meta soñada. Cualquier sacrificio es bienvenido en aras del gran sueño

Pero “tot són mals menors que s’han d’aguantar en aquest procés”,  resuenan sus palabras en un silencio expectante, mientras de París comienzan a llegar noticias terribles, “perque la independència és l’únic objectiu i està per damunt de tot, inclús de sortir uns anys de la UE i de sacrificar-se unes dècades amb governs d'ultra esquerra o antisistema perque amb el temps aixó s’arreglarà per tornar al model social d’ara”. Este es el verdadero Mas, el aprendiz de estadista dispuesto a todo en una aventura a la que, en nombre de 1,96 millones de catalanes –el 35,6% del censo electoral- pretende arrastrar a 7,5 millones, la mayoría de las cuales “pasa” de semejante empeño o simplemente se oponen a él. Un viaje para el que Mas reclama a sus leales estar “disposats a tot per damunt de les persones, de companys de viatge i de model social i de societat”. Lo que importa es alcanzar la meta soñada. Cualquier sacrificio es bienvenido en aras del gran sueño: “l’important és l’objectiu únic: la separació de la resta d’Espanya. No hi ha res més”.  

Mas será investido por la CUP

¿Le alcanzarán las fuerzas al mesías para llegar a la tierra prometida de esta Nueva Albania que pretende para los catalanes? Ante su familia renueva votos de firmeza y promete no tirar la toalla. “Aixó és molt dur, molt dur, però ja no hi ha marxa enrere, tenim que continuar fins al final, perquè no hi ha possibilitat de diàleg racional amb gent dels tres partits, PP, PSOE i Ciutadans”. Lo primero, superar el escollo de la CUP. Mas y su entorno están convencidos de que los antisistema le prestarán el par de diputados necesarios para ser investido president antes del 20 de diciembre, fecha de las generales españolas. La CUP celebra magno evento el 29 de noviembre en el que, de entre el tumultuoso oleaje asambleario, brotará una fórmula alambicada que permitirá a Baños y a Gabriel, la borroka del flequillo cortado a cuchillo, salvar el muro del “Mas nunca jamás” pregonado durante la campaña electoral e investirlo para su tercer y más tormentoso mandato.

“El miedo de todos los partidos catalanes, incluido Ciudadanos, a ir a nuevas elecciones autonómicas en marzo terminará forzando el acuerdo entre JxSí y la CUP”, asegura un buen conocedor de la realidad catalana. Porque, a pesar de los datos arrojados por el CIS catalán este viernes, inverosímiles por otro lado, la CUP no quiere jugar a la ruleta rusa de perder los 10 diputados logrados el 27-S. Y fundamentalmente porque ERC y Convergencia no acudirían a esa cita coaligados como ocurrió en septiembre. Junqueras ya lo ha hecho saber oficialmente a Mas. La ganadora de esa nueva consulta sería muy probablemente ERC, por delante de una CDC que, sumida en una crisis terminal y con graves dificultades para financiarse, necesitaría presentarse ante los ciudadanos alicatada hasta el techo, refundada de pies a cabeza, proceso para el que precisa un tiempo del que no dispone. ¿Y con Mas al frente? Son muchos los que en CDC se muestran convencidos de que el illuminati no se presentaría a esas autonómicas, dejando al partido en la mayor de las orfandades. “Y todo el mundo sabe que, sin Mas, Convergencia se disolvería como un azucarillo”.

Es una de las paradojas más llamativas de la pesadilla catalana. Mas se ha convertido en el indiscutible estandarte de un proyecto independentista imposible de alcanzar con las solas huestes de la derecha burguesa a la que siempre dijo representar Convergencia, y está necesitada, por tanto, del apoyo trasversal del movimiento secesionista que se extiende desde la ribera de CDC hasta la izquierda radical y antisistema, anticapitalista, esa izquierda comunista y libertaria renacida con fuerza en Cataluña. Arturo y sus caballeros convergentes necesitan, pues, esa tropa como masa crítica para llegar a la otra orilla del mar Rojo, y en ERC saben igualmente que le siguen necesitando al menos hasta alcanzar el Sinaí y poder entonces despedir al héroe como una antigualla, porque la presencia de Mas al frente del prusés sigue siendo para no pocos sectores sociales y empresariales catalanes un referente, un oasis dentro del caos, una garantía de “cordura”, asómbrense, sin la cual descarrilaría mucho antes de llegar a puerto.

La clave de la familia Pujol

Es la explicación que subyace tras el fascinante silencio mantenido durante los debates de investidura por Junqueras. El líder de ERC literalmente se ha escondido estos días, dejando a Mas solo ante el peligro. Un lince el ojiplático Oriol, toro sentado y pacientemente dispuesto a ver pasar ante su puerta el cadáver de su enemigo. Hay un factor en liza, no obstante, que el líder de ERC no controla y que podría resultar determinante para la suerte del prusés. Se trata de la partida secreta, un juego muy sutil, que discurre entre Madrid y Barcelona y que se desarrolla en torno a la familia Pujol. Este viernes declaraban en la Audiencia Nacional dos de los hijos del molt honorable lladre (trincón), razón por la cual Mas sabía que no podía liarse la manta a la cabeza con la CUP antes de conocer la suerte que podían correr Pere y Josep Pujol Ferrusola. Hay una relación profunda entre el padre del soberanismo y el que no ha pasado de ser su chico de los recados, que explica los contactos secretos que mantienen casi a diario. Madrid tira de la cuerda pero no ahoga, y Mas juega a amagar y no dar con la independencia. La misión del presidente de la Generalidad es evitar la cárcel a la familia Pujol. Para los entendidos, es la suerte de los Pujol, que no el prusés, lo que está en juego. 

La burguesía catalana se halla de nuevo en manos de la izquierda radical y antisistema

El caso es que el burgués barcelonés tipo se ha acojonado mucho cuando ha visto el corte de pelo de Anna Gabriel en la tribuna de oradores del Parlament. “Artur Mas se ha vuelto loco…!” susurran por las esquinas. El movimiento de pánico, incluso entre gente proclive a tontear con el independentismo, ha adquirido proporciones no vistas en estos años. La Historia se repite. La burguesía catalana se halla de nuevo en manos de la izquierda radical y antisistema, como ya ocurriera en los años 30 del siglo pasado. El miedo de no pocos sectores de esa burguesía que votó JxSí para arrancar mejores términos en una negociación con Madrid a resultar arrollados por la revolución social de la CUP, podría y debería hacer estallar el prusés a poco que el Gobierno central sepa hilar fino alternando contundencia y talento. El conflicto ideológico planteado entre las clases medias soberanistas votantes de CiU y el soberanismo de extrema izquierda de las CUP y ERC se antoja irresoluble a estas alturas del siglo XXI, y permite anticipar la reedición del viaje a Madrid, o quizá a Burgos, de los Cambó de turno dispuestos a pedir árnica, es decir, a solicitar la ayuda de la Guardia Civil para salvar sus muebles de la revolución antisistema.     

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