Esta afirmación es una suerte vital para los ciudadanos que habitamos estas sociedades porque implica que mantenemos el espíritu de libertad que, se supone, caracteriza a nuestra civilización. Pero no me voy a referir a esta circunstancia. Ni tiene un especial interés para mí (lo doy por hecho) ni puedo aportar mucho al respecto (otros lo hacen mucho más detalladamente que yo).
En lo que sí me voy a detener es en la reflexión biológica que entraña y que merece la pena que analicemos. Me refiero al hecho de que la diversidad nos hace ser más adaptativos como especie porque aumenta nuestras posibilidades de supervivencia.
Analicemos el fenómeno que copa mediáticamente las emisiones durante la celebración del Día Internacional del Orgullo. Como cada año (y según la propuesta de McGarry & Wasserman), se buscaba reivindicar y visibilizar la presencia de las orientaciones sexuales e identidades de género
consideradas como marginadas y/o reprimidas. En otras palabras, se ha focalizado la atención en el sentimiento de aceptación y orgullo de las diferentes formas, modalidades, apetencias, morfologías anatómicas, estilismos estéticos y conductas relacionadas con la sexualidad. En estos aspectos de la fisiología y la etología humanas, estamos ante una apuesta por la diversidad que no tiene precedentes ni en otras culturas ni en otros tiempos.
Este movimiento social, en general, está completamente aceptado, asumido y normalizado para la mayoría de las poblaciones de los países occidentales. La amplia variabilidad de modismos existentes en torno a los variopintos apetitos copulatorios es considerado, en términos absolutos, como un valor positivo.
Llevemos esta reflexión al territorio de lo biológico. A todas las especies del planeta nos conviene ser lo más diverso posible. Cuanto más diferentes seamos, más posibilidades tendremos de sobrevivir a largo plazo (así lo desarrollé en un artículo, en esta misma publicación, donde exponía algunos de los argumentos por los que el racismo, desde el punto de vista biológico, lo podíamos considerar como una soberana estupidez).
Cuanto más plurales seamos como especie, más posibilidades tendremos de que, al cambiar el entorno, haya individuos que reúnan los requisitos de supervivencia, lleguen al estadio reproductivo y puedan generar descendencia
La idea básica es fácil de entender: la selección natural no es más que un filtro por el que tan sólo pasan (es decir, sobreviven y se pueden reproducir), los que ofrecen una configuración adaptativa con el entorno. Pero es que resulta que ese entorno dista mucho de ser un escenario fijo y estático. Muy al contrario, si algo define las condiciones de nuestro planeta es su dinamismo y versatilidad. Eso significa que el “colador” (referencia metafórica de la acción de la selección natural), está continuamente cambiado de tamaño, de forma, de constitución o de cualquier otra variable que le podamos asignar a su filtro. Si imaginamos, por ejemplo, agujeros de diferente color y forma geométrica (por hacer muy simple algo que es infinitamente más complejo), puede que hoy lo
adaptativo sea ser hexagonal y verde mientras que, mañana, solo consigamos sobrevivir si somos dodecaédricos y, además, azules.
La conclusión es evidente: cuanto más plurales seamos como especie, más posibilidades tendremos de que, al cambiar el entorno, haya individuos que reúnan los requisitos de supervivencia, lleguen al estadio reproductivo y puedan generar descendencia. Así se aseguraría puntualmente nuestra pervivencia en el planeta, aunque teniendo en cuenta que mañana todo puede volver a cambiar (y, de hecho, lo hará).
Esto lleva ocurriendo ininterrumpidamente desde que existe este fenómeno tan curioso que es la vida. Pero volvamos a la variabilidad de los diferentes aspectos relacionados con la sexualidad. Damos por hecho que, entre esa variabilidad se incluye la reproducción entre individuos XX y XY (la común a todas las especies de mamíferos). Esta garantía de generación de descendencia fértil, haría que los intereses socioculturales coincidan con los biológicos. Dicho de otra manera, en nuestras sociedades se posibilita la viabilidad del individuo sea cual sea su opción sexual en el abanico de posibilidades existente (no se le lapida ni se le cuelga de una grúa como ocurre lamentablemente en otras culturas), a la vez que la modalidad más “tradicional” garantizan los hijos que mantienen la continuidad de Homo sapiens.
Sin embargo, hay algo que me preocupa y, hasta el momento, no he leído/oído
ninguna reflexión al respecto. Hemos argumentado el porqué, de entrada, todo lo diferente y novedoso lo podríamos considerar como positivo ya que la unicidad que todo ser humano aporta enriquece el acervo común de variabilidad de nuestra especie. Sin embargo, esta receptividad con lo diverso que manifestamos desaparece por completo cuando nos movemos en lo más trascendental e importante: la variabilidad genética de nuestros descendientes.
Es evidente que muy pocos padres potenciales (por no decir ninguno) se van a decantar por retoños de tamaño pequeño, nariz ganchuda y prominente o índice de inteligencia reducido
A la hora de tener hijos, no queremos el más mínimo riesgo de tener algo “distinto”. Esto lo saben muy bien las potentísimas clínicas de reproducción asistida estadounidenses. Dado que allí existen muchas menos limitaciones éticas y legales que en la prudente Europa, muchas de estas clínicas se ponen las botas, sin pudor ninguno, ofertando una “carta” de óvulos y espermatozoides procedentes de donantes de lo más arquetípico. Todos los clientes, a la hora de elegir, quieren asegurarse de que no existe ningún gen extraño por ahí que pueda colarse en la configuración del genoma de su retoño. Ello es comprensible si asumimos que determinadas anomalías génicas y cromosómicas llevan consigo morfologías patológicas (cuando no letales) y/o fisiologías deficientes. Lo que no se entiende tan bien es que se ofrezcan datos relacionados con el color de los ojos, del pelo o de la piel del donante. Pueden deducir fácilmente cuál es la combinación más demandada, a lo que se unen exigencias relacionadas con la altura, la complexión física, el índice de masa muscular o las capacidades atléticas del emisor de gametos. Es evidente que muy pocos padres potenciales (por no decir ninguno) se van a decantar por retoños de tamaño pequeño, nariz ganchuda y prominente o índice de inteligencia reducido.
El avance de las técnicas de diagnóstico prenatal permite la detección de muchas circunstancias consideradas “anomalías” que terminan haciendo que niños que podrían haber nacido no lo hagan
En su defensa, muchos justifican esta actuación describiéndola no como un acto puramente egoísta, sino como una selección razonable que, además, redundaría en una mejora en la evolución de toda nuestra especie. Pero si analizamos objetivamente el hecho, ésta no sería más que una versión eugenésica conceptualmente muy parecida con los objetivos de Adolph Hitler. En el Tercer Reich se asesinaron, directamente, a todos los pertenecientes a “razas inferiores” que se pusieron a tiro (literalmente). Y lo que es biomédicamente más espeluznante aún (por lo que tiene de presuntamente “científico” y “bienintencionado”), se diseñó el programa Aktion T4 con el que en el que se exterminó (o esterilizó) a 275.000 personas entre discapacitados, enfermos mentales y homosexuales. El argumento era, igualmente, contribuir a la “mejora de la humanidad”.
Obviamente, existe una diferencia fundamental a favor de los demandantes de “niños a la carta”: aquí ni se mata ni se daña a nadie. Y, afortunadamente, es cierto pero ¿qué pasa cuando la decisión se traslada a embriones y fetos en desarrollo? El avance de las técnicas de diagnóstico prenatal permite la detección de muchas circunstancias consideradas “anomalías” que terminan haciendo que niños que podrían haber nacido no lo hagan.
La capacidad evolutiva de la especie
No voy a juzgar la decisión de los padres. Ni soy juez ni creo que sea una decisión nada fácil para los que les cae la cruz de tomarla. Pero sí que pongo de manifiesto nuestra enorme contradicción como sociedad: nos encanta lo diverso en la vida post-parto mientras que huimos de ella en la etapa fetal. Aplaudimos, apoyamos y protegemos la amplitud fenomenológica en los fenotipos y comportamientos de los individuos ya nacidos pero exterminamos (sin miramiento ninguno) las diferencias cuando se trata de la vida de nuevos individuos ¿Es que el paso a través del canal del parto cambia la esencia del proceso eugenésico? Nunca cruzar un umbral ha sido tan determinante.
No quiero entrar en discusión. Simplemente dejo esta reflexión. La selección de
embriones y el aborto de los fetos están sometidos a argumentos claramente personales y
subjetivos (de hecho, la disputa entre grupos sociales a favor y en contra existe desde
hace décadas) pero existe un argumento puramente biológico que es irrefutable: se
disminuye la variabilidad genética de las nuevas generaciones y, con ello, se merma la
capacidad evolutiva de la especie.
Messidor
La autora mezcla alegramente conceptos que sólo comparten una semejanza superficial: variabilidad genética, variabilidad congénita, diversidad ontogenético-cultural... La variabilidad genética de nuestra especie es sorprendentemente baja, probablemente porque somos todos descendientes de un reducido y reciente grupo de supervivientes. La variabilidad genética, en efecto, es favorable para una especie porque aumenta las posibilidades que 'alguien sobreviva a cambios drásticos', pero no tiene absolutamente nada que ver con meter a negros con calzador en películas donde no pegan. Incidentalmente, el racismo no es exactamente una estupidez, sino (al igual que el antirracismo) un sinsentido, porque en H.,sapiens no hay razas, o si se prefiere, hay una sola. Uno de los dogmas woke es que la "diversidad" es buena. Pero esta diversidad woke no tiene absolutamente nada que ver con la variabilidad genética. Y jamás se ha demostrado que, digamos, un equipo de trabajo formado sólo por hombres suecos blancos heterosexuales tenga peor rendimiento que otro que incluya negros, chinas, malayos, esquimales, transexuales, lesbianas etc. Por eso es un dogma, es un artículo de fe sin la menor prueba a su favor (de hecho hay algunos indicios en sentido contrario). A pesar de ello, hay empresas que explotan el imperio de lo woke vendiendo, literalmente, "asesoría para la diversidad". Si esto no le convence de la putrefacta decadencia de la izquierda occidental, yo ya me rindo.
SirBaskerville
Pues no, si bien San Valentín sí que es un día inventado por la superstición cristiana, el 8M no tiene nada de “inventado”, pues se celebra el Día de la Mujer Trabajadora (esto último parece que se va perdiendo con el paso del tiempo) y se hace en conmemoración de la manifestación de mujeres rusas en 1917 en demanda de comida y por el retorno de los combatientes, de hecho la chispa fueron los incidentes en las interminables colas para el pan que espontáneamente derivaron en protestas contra el régimen zarista.
Tony010
Sinceramente, no sé qué tiene que ver la BIOdiversidad con la imposición de la ideología woke, precisamente la destructora de la unidad familiar como único modelo antropológico existente hasta ahora para reproducirnos y criar hijos. No entiendo la columna y la foto que la preside, y eso me produce ya una desconfianza total desde inicio. Mala elección, porque asociar el wokismo a la biodiversidad es una aberración intelectual, que la Sra. Dña. Vistoria de Andrés nos lo da como algo "hecho" (aún no se ha enterado de que el 33% de la población europea ha votado contra el wokismo en las anteriores elecciones UE). Es cierto que el racismo es conceptualmente una estupidez soberana, pero la misma estupidez es asociarlo con lo anti-LGTBI, estúpida asociación muy bien explotada por el wokismo. Lo que ella asume como positivo para la supervivencia de la especia se contradice totalmente con el brutal envejecimiento de la población desde que la islamoizquierda impone lo woke a golpe de talonario y BOE, destrozando la unidad familiar e impulsando la infelicidad de millones de personas que acaban solas tiradas en la cuneta de la vida. La pose woke es un virus al que haya que combatirlo todas las mañanas de cada día, porque, gracias a Dios el wokismo no tiene nada que ver con el anti-racismo ni con la biodiversidad.
nataliany
No, no apoyamos la diversidad ,ni tenemos por qué. Ya se encarga la naturaleza de asegurarla con su falibilidad finalista....ó no. Los humanos, como otras especies, practicamos la selección natural y el survival of the fittest, que lleva millones de años funcionando. Por lo demás, aceptar la diversidad es inteligente y "humano" ,promoverla, crear monstuos... ....y más como negocio, es suicida....y poco edificante..
Lareforma2024
La Teoría de la Evolución aún tiene que explicar su ineficiencia energética. ¿Para qué gastar infinidad de tiempo y energía en desarrollar la reproducción en base a 2 sexos? Por otra parte, el ser humano ha evolucionado en unos parámetros algo distintos al de el resto de las especies. Individuos poco atractivos para procrear, que en otras especies lo tendrían imposible, en los humanos lo consiguen en perjuicio de otros "darwinanamente" más válidos. El individuo bajito y cojo, si tiene ingenio que le da poder, procrea, por poner un ejemplo. En absoluto niego la evolución, creo en ella por sus pruebas, pero hay muchas piezas que encajar todavía para comprenderla. Saludos.