-¿En serio en Madrid seguís en la fase cero?
-Así es, muy a mi pesar.
-Jajaja.
-¿De qué te ríes?
-De que quizás vuelvas a ver a tu familia y tu novio en 2021.
-Qué cabrón eres.
-Yo no me he inventado las asimetrías.
Esta divertida conversación, mantenida por WhatsApp con una amiga el pasado viernes, cuando se supo que Madrid no iba a pasar a la fase 1, es sólo una muestra más de lo que está pasando estos días. Abrasan los chats todos esos mensajes que comparan determinadas provincias con otras. Nadie entiende que Vizcaya sí pase a la siguiente fase pero no lo hagan Málaga y Granada, al igual que nadie entendió el empeño de Díaz Ayuso por correr demasiado en Madrid.
Atónitos, los confinados asistimos a una guerra de territorios. En la Comunidad Valenciana están que trinan con el Gobierno. Y la ceremonia de la confusión llega al paroxismo en el País Vasco, donde pasamos a la fase 1 pero Urkullu mantiene restricciones de la fase cero, como limitar el movimiento al municipio y no a la provincia, pero al mismo tiempo permite viajes entre diferentes provincias si se vive en pueblos fronterizos. Otro tanto con las clases, cuyo inicio está previsto para el 25 de mayo en toda España pero que en Euskadi empezarán el 18 para algunos cursos.
Este desmadre asimétrico parece ideado por algún matemático experto en la teoría del caos. Pero lo peor no está en las diferencias entre unos y otros ni en las confusiones que genera este confuso sistema de fases
Este desmadre asimétrico parece ideado por algún matemático experto en la teoría del caos. Tampoco debería sorprendernos, porque en este país la asimetría siempre está por encima de la igualdad. Pero lo peor no está en las diferencias entre unos y otros ni en las confusiones que genera este confuso sistema de fases; lo peor está en la atribución de las responsabilidades.
Las autoridades, sean las estatales o las autonómicas o las locales, aseguran que, por supuesto, toman decisiones por nuestro bien. Por nuestra salud y nuestro futuro. Gracias, que los dioses se lo contabilicen el día del juicio. Pero en todas esas comparecencias públicas que vemos por televisión, sea quien sea el compareciente, hay un tufo paternalista, excesivamente protector, como si los ciudadanos fuéramos pobres ovejas descarriadas que necesitamos de su guía inimitable para volver al camino correcto y sobrevivir. "Vosotros sois los culpables, pero ya estamos aquí para salvaros".
Pase lo que pase, los ciudadanos somos los responsables y ellos son nuestros mesiánicos salvadores. Asistimos a un ejemplo esclarecedor el sábado. El protagonista fue el ínclito doctor Simón, que es el único ciudadano español que rectifica más que Pedro Sánchez. Este epidemiólogo que parece sacado de la serie Futurama, con su voz afónica y sus prominentes cabellos, siempre con su jersey y su camisa, es ya un símbolo de la pandemia, aunque no necesariamente positivo.
La pregunta es quién es el responsable de que se utilice ese lenguaje para comparar a las provincias que han pasado o no de fase. ¿Esa responsabilidad es de un periodista que pregunta o de unas autoridades que han planteado la "desescalada" como un reality?
A un periodista se le ocurrió preguntar por las comunidades que habían "suspendido" al no pasar de fase. Al epidemiólogo le irritó la forma de plantear la cuestión. "Me va a perdonar el periodista, pero creo que hace un flaco favor a España hablando de suspender o no suspender en este proceso, porque vamos todos juntos y si suspense uno, suspendemos todos. Nadie ha suspendido. No planteen esto como una carrera".
Tenía razón el célebre doctor en que lo de los suspensos y aprobados puede sonar desafortunado. Pero la pregunta es quién es el responsable de que se utilice ese lenguaje para comparar a las provincias que han pasado o no de fase. ¿Esa responsabilidad es de un periodista que pregunta o de unas autoridades que han planteado la "desescalada" como un reality donde compiten los territorios? ¿Quién ha puesto unos criterios para cada provincia como si de un examen de oposición se tratase? ¿Quién ha permitido esta asimetría entre unos y otros? ¿Quién hace el "flaco favor a España" con un plan que parece una carrera?
Decía que la actitud de Simón es la típica de los políticos de todo color -aunque él no lo sea- durante el confinamiento. Paternalismo y elusión de responsabilidades. Nadie se equivoca porque todo es culpa del virus. Tampoco hay memoria para recordar los errores. Sin ir más lejos, el epidemiólogo decía el pasado 16 de febrero en El Objetivo que le sorprendía el "exceso de preocupación" por el coronavirus. El 31 de enero, en la comparecencia más recordada y compartida, decía que "creemos que España no va a tener como mucho más allá de algún caso diagnosticado".
La hemeroteca de Simón es peor que maldita. Es devastadora. Pero no seguiremos por ahí porque de nada sirve a estas alturas. Ninguno esperábamos lo que se nos venía encima, eso es cierto, pero no es verdad que haya una culpabilidad colectiva donde se difuminan las responsabilidades individuales. Eso solo es una burda y tradicional estrategia del Poder. Existen culpables. De la asimetría y de todo lo demás. Esos sí que merecen un suspenso. No tengo claro qué nota merecemos los confinados, pero lo seguro es que el caos nos lo comemos nosotros, vivamos en Madrid, en Vitoria o en el quinto pino.