A estos tiempos convulsos no podemos calificarlos de guerra civil, por descontado. Pero guerra son, porque existen igualmente el odio, la violencia, la falta de altura de miras, el egoísmo y la miseria moral que auspiciaron aquella horrible confrontación entre hermanos. Dicen que eso no es verdad, que eran las dos Españas, las dos caras de la moneda, la España de hisopos, curiales, tricornios, militarotes y caciques frente a la de las antorchas quema iglesias, revolucionarios de salón, delincuentes, aprovechados y fanáticos. Qué van a decir. La realidad es que a la mayoría de españoles la contienda les tocó donde estaban, independientemente de sus ideas, y eso les situó en un lado u otro de la historia. Un señor que conocí de crío decía que a él la lotería le tocó con la República, y eso que no jugaba en el sorteo. A muchos les pasó lo contrario. Así, es difícil decir en que bando estabas, máxime cuando todos se hartaron de matar en la retaguardia hasta decir basta, aprovechando las circunstancias para saldar viejas cuentas o, simplemente, dar rienda suelta al sádico que muchos llevan dentro.
La historia oficial que nos pretenden endilgar habla de buenos y malos, de coherencia, de fidelidades, pero cuando desciendes a la vida real todo eso no son más que palabras vacías. Me temo que sucederá lo mismo cuando, en un futuro más o menos próximo, nuestros descendientes nos pregunten en qué bando estábamos cuando los separatistas asaltaban el orden constitucional, los chavistas destrozaban el orden social y Sánchez pretendía darle la vuelta a la monarquía parlamentaria. Deberemos responder si las perlas de Montero nos parecían buenas o malas, si Vox era la ultraderecha filo nazi, si el PP era el coadjutor de un régimen de falta de libertades. Habrá que satisfacer la curiosidad de quienes nos demanden nuestro criterio, nuestra postura, nuestra actitud. Esto, en el terreno del periodismo, cobrará una singular importancia para el preguntado. Si nos remitiésemos al franquismo, muchos se despachaban con un “era lo que había y yo no podía hacer nada para cambiarlo” o el socorrido “yo nunca me metí en política, bastante tenía con llevar un jornal a casa con la necesidad que pasábamos todos”.
Somos personas que tienen miedo a decirle a su jefe que es un inútil, a nuestra pareja que no la queremos, a nuestros hijos que nos han decepcionado, a nosotros mismos que somos un fraude
Con estos tiempos de enorme penuria económica en los que ya estamos instalados, aunque en los telediarios parezca que todo es una fiesta, la excusa económica podría colar. Incluso la del apolítico que, harto de tanta mentira, se desentiende e intenta mantener una vida al margen, deambulando por las estrechas calles del disimulo sin hacerse notar. Pero cuando todo el biombo del pretexto se desplome, veremos que siempre hay una razón que jamás explicaremos a nadie, y es que somos unos cobardes. Somos personas que tienen miedo a decirle a su jefe que es un inútil, a nuestra pareja que no la queremos, a nuestros hijos que nos han decepcionado, a nosotros mismos que somos un fraude. Deambulamos por la vida tapados con la manta de la disculpa para abrigarnos, porque la verdad es heladora.
Hemos aprendido a convivir con ese monstruo que devora y medra en la oscuridad, parafraseando a Modiano. Y ya no sabemos cómo hacerle frente, así que da igual en qué bando estemos porque siempre será el de los perdedores, el de los que se resignan a que las cosas sean como son porque, en el fondo, sentimos un pavor cerval a cambiarlas. El bando en el que estamos es el de toda la humanidad, el bando de los atemorizados por lo que ven a diario y porque saben lo que eso representa. Para evadirse de esa visión dantesca, unos se drogan, otros ven fútbol, algunos siguen las desgracias de alguna famosa e incluso hay quien se pertrecha en su trinchera de libros para intentar escapar a bandos, a guerras, a salvajismo. El escapismo es la más sutil forma de cobardía.
Todos, incluso aquellos que se creen a salvo, están, estamos, en el mismo bando. El de los cobardes que se dejaron arrastrar hasta la fosa común por haber preferido mentirse a sí mismos y a los demás que a alzar la voz y decir basta
Da igual. Todos, incluso aquellos que se creen a salvo, están, estamos, en el mismo bando. El de los cobardes que se dejaron arrastrar hasta la fosa común por haber preferido mentirse a sí mismos y a los demás que a alzar la voz y decir basta. Te lo digo a ti, Europa; te lo digo a ti, Estados Unidos; te lo digo a ti, Occidente; se lo digo a usted, lector.
Y me lo digo a mí mismo. Con vergüenza y un terrible sentimiento de pesar.
Luis
Dios mío Miquel, sabías palabras. Cómo me identifico con todo este artículo y con ese pesimismo de optimista bien informado que resume con la frase: "Da igual en qué bando estemos porque siempre será el de los perdedores". Que duró es ver que todo se desmorona y eres consciente que no se puede luchar con lo inevitable. Un dolor que te destruye al ser consciente que alguien ha escrito está Ópera y desde el primer acto sabes que terminará en tragedia.
Max
Esta vez estoy en claro desacuerdo, D. Miquel. Sí que existen valientes. Hay quienes son capaces de todas esas acciones que usted enumera en su columna de hoy. Capaces ante sus jefes, ante familiares, ante amigos y vecinos. Capaces de decir honradamente lo que piensan sabiendo que van a ser laminados de inmediato. No son ellos los que fallan. Fallan quienes, a la vista de la injusticia implacable que cae posteriormente sobre ellos, callan y miran a otro lado, temerosos de correr la misma suerte. Queda alguna esperanza
Carabino
No hay buenos y malos sino el interés de agentes económicos foráneos, que hecharon mano de lo mas atrasado, cutre y trepador del estamento militar, -los africanistas- para echar abajo al gobierno legítimo de la república. Hecho que pagaríamos caro, con tres años de guerra civil, un bloqueo impuesto por las potencias occidentales,un atraso económico, político y democrático, que nos tuvo a la cola del desarrollo del tercer mundo con nuestros mejores profesionales,contribuyendo al desarrollo del primer mundo, mientras aqui imperaban la corrupción, la miseria y la cartilla de racionamiento.
xaxonem
MIs antepasados estuvieron en el bando perdedor.... y me enseñaron el camino para que no tropezara en la misma piedra que ellos han tropezado. De todo lo que me dijeron saco una simple conclusión a su consejo: "Sé tú mismo" Y eso hago. NO dejaré que el comunismno, ni siquiera el socialismo, piense por mi.
marqueslinchado
El suprematismo catalán nunca deja de sorprender: los relojes alemanes como símbolo de la democracia.
José Alejandro Vara
También los pensamientos rancios tienen aquí cabida.
RafaR
Valiente chorrada. No se trata de que se añoren otros tiempos. Se trata de que en Cataluña no existe una democracia real.Para que haya democracia han de haber demócratas. Y a la vista está que de eso escasean ciertos territorios. Empezando por Cataluña y continuando por el País Vasco. Son totalitarios, xenófobos, excluyentes, tanto los políticos que (des)gobiernan como los votantes que les votan. Así que, sí, al resto de los ciudadanos de bien nos importa un carajo las votaciones de esta gentuza.
Joaquín P.
Estamos siempre en el bando de los perdedores porque no elegimos nunca nuestro destino. Unos pocos, políticos de interés siempre, que viven del erario público, envenenan nuestros pozos de agua, matan nuestro ganado, incendian nuestras cosechas, prostituyen nuestros ideales ajenos a la ideología…, y mediante ardides funestos logran que la convivencia siempre pacifica y honesta de nuestros humildes y decentes pueblos de España se troquen en “…odio, la violencia, la falta de altura de miras, el egoísmo y la miseria moral.” Así de claro y así de simple.
Reliable1
Un PP en dudas se encomienda a Ayuso para arrimar(se) al 'repasso' que Vox le tiene preparado a partir de las 8 p.m. en el sobrepaso.
Clodomiro Pinciano
Le sigo a diario. Me encantan sus artículos, pero nunca los he comentado aquí. Por curiosidad he leío alguno, incluso los del dialecto ese que llaman "catalá". Veo que las hienas últimamente van inmisericordes a por usted. No le llegan a la suela de los zapatos. Destilan odio y maldad. No soportan que les canten las verdades del barquero. Y lo que peor soportan es que razone lo obvio: Vox no es un partido ultra, ni antisistema, ni racista ni machista. Provengo de una arraigada tradición familiar de izquierdas, por ambas ramas(materna y paterna). Me inocularon la idea desde pequeño que los nacionales, osea Franco y las derechas en general, eran asesinos, corruptos y explotadores. Y que las izquierdas eran honestas, democráticas y luchadoras siempr en favor de los necesitados. Incluso en la Facultad castellana donde estudié Historia en los 80 me encauzaron concienzudamente hacia una visión historiográfica marxista. He alternado mi voto entre todas las izquierdas(PSOE,IU, Podemos) y me he dado cuenta, tarde, de su sectarismo, sus mentiras y su fracaso histórico en cualquiera de sus variantes. Pero ha sido ahora cuando definitivamente he aborrecido de ellos por tres causas principales: su tibieza frente al separatismo, el desastre de su política de inmigración y el abrazo al feminismo radical y excluyente. En VOX he encontrado un partido que da respuesta a esas desgracias y a los desgraciados que las defienden. Y ni soy fascista, ni machista, ni racista ni todos los "istas" que la izquierda quiera añadir. Ánimo don Miquel. Cada vez somos más los que pensamos como usted.
Juanmanuelito
Pues ya ve usted, hay un tal J. Brennan que afirma que "En democracia el problema son los votantes". De lo que deduce que no son los votados.
SirBaskerville
Bon dia des de Barcelona, capital del Principat de Catalunya. Vamos a ver miquelet, que no me aclaro….según tú, las “preguntas terribles” son de fácil respuesta???? Cuando copies lo que te han mandado que pongas, procura fijarte bien, ya que la omisión de una simple coma o de una nimia conjunción como imagino que es este caso, dan al traste con el mensaje que se pretende enviar……suele pasar cuando no eres el autor de lo escrito. En cuanto a lo de las dos Españas, lo retrató perfectamente el gran Antonio Machado: “Una España que muere, y otra España que bosteza”. Y no te preocupes por la respuesta que darás a tus descendientes, no hará falta que digas nada si leen tus escritos……la respuesta está clara y será tanta la vergüenza que sentirán que jamás te la harán.
sergioabelleira
De acuerdo, Don Miquel. Pero esto no es nuevo. En los ya lejanos setenta y ochenta hablaba Aleksander Solzhenitsyn del Ocaso del Valor como la principal causa de la futura perdición de Occidente, España incluida. Valor como valentía y también como principio. Van íntimamente unidos. Y, faltando los principios, una vez demolidos, desaparece también la valentía por defenderlos. Es el camino hacia la nada intelectual. Es eso que llaman el pensamiento líquido. No sé de qué nos extrañamos. Y, créame, hasta es posible que nuestros herederos ni nos pregunten sobre el asunto una vez debidamente lobotomizados.
marqueslinchado
Hacía tiempo que no leía tanta tontería, toda junta y por escrito. Suena a extinto.