Opinión

Háganme caso, vengo del futuro: así se amordaza a la prensa libre

Visito España y veo pasar cosas que me suenan en principio a déjà vu. Aunque si me esfuerzo más, es un recuerdo claro. Sé que aquello que viví está volviendo a pasar aquí y puedo decir dónde estaba yo en aquel momento que hoy se me present

  • Pedro Sánchez -

Visito España y veo pasar cosas que me suenan en principio a déjà vu. Aunque si me esfuerzo más, es un recuerdo claro. Sé que aquello que viví está volviendo a pasar aquí y puedo decir dónde estaba yo en aquel momento que hoy se me presenta calcado y evidente. También recuerdo lo que pasó después, esa es mi ventaja objetiva, que sé lo que sucederá y, por eso, deberían ustedes seguir leyendo.

Durante mi carrera he intervenido en crisis públicas de todo tipo en diversos países y en tres continentes. Sin embargo, una intervención profesional, una sola, me hizo emigrar de la Argentina. La responsable fue la tristemente célebre Ley de Medios K. O Ley Mordaza, como la llamaron muchos.

Aquel intento marcó el rompimiento definitivo del kirchnerismo con las garantías constitucionales, fue un ataque frontal a la libertad de expresión y dio lugar a la aparición de medios militantes y a la desaparición de muchos medios críticos. Este cambio drástico transformó la información general en una semilla de todo lo sectario que pudiera crecer.

El kirschnerismo, en un ataque frontal a la libertad de expresión y a las garantías constitucionales, promovió la aparición de medios militantes y forzó la desaparición de muchos que eran críticos

Recuerdo que en medio de aquel contexto de crisis en el gobierno (igual que aquí) fui contratado para que comunicara lo que pasaría si esta ley se aprobaba, por un grupo de medios muy grande de la Argentina. Entre los que figuraba el principal grupo crítico del gobierno. Acepté el desafío y comuniqué la verdad sobre el objetivo de imponer aquella ley.

Puesto en funciones, accedí a la Ley de Medios de Venezuela y resulta que habían hecho una especie de copy-paste bastante burdo. Ahora visito una España revuelta, con una oposición atontada en su mayoría por el golpe inicial de lo inconcebible tras lo inconcebible, aconteciendo a diario ante sus narices.

Me he divertido mucho porque varios amigos me pidieron mi opinión durante la vigilia a la mexicana que usó Pedro Sánchez para ganar tiempo. Y he repetido como un mantra: se quedará. Cuando en una crisis se gana tiempo, siempre es para ver cómo se negocia para quedarse. Más tarde pesco una entrevista en la cual, cuando le preguntan por qué no había aceptado preguntas de medios aquella mañana, Sánchez confiesa inconscientemente: “Estoy aquí, estoy respondiendo a preguntas y mañana también tengo otra entrevista (en la Cadena SER). Lo importante era hacerlo hoy aquí (en TVE)”.

Loros disfrazados de periodistas

Ese es el objetivo, una sola voz, la suya y en los lugares propios. Solo él dice la verdad. El problema es que tamaño lavado del cerebro social necesita un coro a medida, loros disfrazados de periodistas o tertulianos que repitan el relato: entonces ahí se viene una ley de medios para los españoles.

La portavoz de Podemos declaró enseguida: “Hay que democratizar el poder mediático a través de una ley de medios que garantice la pluralidad frente al dominio de una derecha mediática que está en posiciones golpistas". Tanta coincidencia me deja pasmado: no puede ser real que haya escuchado esas mismas palabras en boca de otra funcionaria, años atrás, en el sur de América.

Cuando en breve se trate una Ley de Medios para España, compárenla con la argentina o con la venezolana y verán que más que Ley de Medios estarán ante una Ley de Miedos. En 2010, cuando empecé a revelar el verdadero origen y el objetivo de la Ley kirchnerista, el acoso brutal en redes, las serias amenazas que recibí y una crítica tan falsa como maliciosa difundida en la TV pública y en medios oficiales sobre mi persona y mi tarea, tornaron mi situación personal tan grave que decidí irme del país.

Cuando conozcamos los detalles de la Ley de Medios que se nos anuncia para España, compárenla con la argentina o con la venezolana y verán que más que Ley de Medios estarán ante una Ley de Miedos

Un coche estacionado en lugar prohibido era el punto desde el cual fotografiaban a quienes entraban y salían de nuestro edificio. Todos los organismos del Estado estaban siendo usados para acosar a una empresa de comunicación que defendía a decenas de medios críticos con el gobierno. Y a quien escribe estas líneas, personalmente. No consiguieron nada para acusarme judicialmente en ningún frente, pero sí que me quitaron de en medio por las malas.

Nuestra tarea de desenmascaramiento afectó en su corazón la credibilidad de los nuevos medios partisanos, la buena intención democratizante de esa ley, y la dejó con el ala rota porque fueron forzados cambios en la redacción original.

Terminaron entregando, diez años después, un país hecho añicos y ahora luchan contra la justicia por su impunidad. Porque si hay algo importante que sigue es eso, controlar todo lo que se pueda la justicia. Escuché también que ya hablan de lawfare, dos gotas de agua con Cristina Kirchner, es una de sus palabras favoritas.

Les aseguro que en esta etapa se juega fuerte, es cuando se colocan nuevos operadores más agresivos en los pasillos de los tribunales para ofrecer o amenazar y se usan los servicios de inteligencia para monitorear a opositores, jueces y periodistas. Se trata de un manual, no de un plan. Pero es muy bueno, y lo mejor está en su adaptabilidad a cada pueblo, esa es la principal virtud del socialismo del siglo XXI.

No hay otra posibilidad para un gobierno con espíritu bolivariano que la huida hacia adelante. No tiene elección posible, apretando cada vez más la garganta de la libertad de quien ose criticarlos. Y son capaces de llegar muy lejos para asegurarse de ello.

Quien quiera oír, que oiga.

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