Soy catalana, nacida en Cataluña, con hijos nacidos en Barcelona, hablo catalán a mis pequeños y tengo la fortuna de poderme comunicar con mis amigos y familia en catalán, castellano e inglés. Me encantaría hablar más idiomas, pero esto es lo que hay. Feliz de haber vivido unos años en Madrid, donde casi he hablado más catalán del que hablo aquí. Es decir, estoy orgullosa de ser catalana y de saber catalán, pero llega un momento en el que el catalán aburre, se hace cansino, no la lengua, no, la persona, cuando por ejemplo en el debate de TV3 de europeas los de ERC -a falta de tener al líder Junqueras- ponen como prioridad política que el catalán sea considerado por la Unión como lengua oficial. ¿De verdad es eso tan importante? No doy crédito, no doy crédito porque Europa tiene mucho trabajo por hacer y ese no creo que sea precisamente un tema prioritario, y más cuando pese a no ser considerado oficial nos podemos dirigir a cualquier instancia europea en esta lengua y tenemos el derecho a ser respondidos en la misma. Así consta en las bases de funcionamiento de la Unión. La comunicación es lo más importante en el uso de una lengua y eso está garantizado en Europa. Quizás es que a falta de propuestas, buenas son tortas.
No doy crédito. Menos aún, sabiendo que pese a no ser considerada oficial nos podemos dirigir a cualquier instancia europea en esta lengua
Señores políticos -en este debate sólo había hombres-, se nos muere gente en el Mediterráneo en busca de una vida mejor y Europa tiene mucho que decir y mucho por hacer en materia migratoria y de seguridad. Que se lo pregunten a Open Arms. Cuando está en juego, por ejemplo, el mercado laboral y económico, el transporte, los derechos de los consumidores; cuando está en juego el cumplimiento de los derechos humanos, me parece un debate simplista y pobre, plantear que el catalán sea considerado lengua oficial, tan simplista que estoy convencida que el inteligente Junqueras jamás lo habría puesto encima de la mesa en un debate televisivo. El debate de nuestros candidatos catalanes a las europeas me pareció un mirarse al ombligo constante, no me quedó claro qué querían hacer en Europa ni unos ni otros, ni los independentistas ni los no independentistas. Al final, todo se diluye en una Unión Europea con más de 700 diputados, 28 países miembros y muchos sueldos a repartir que no están nada mal, créanme.