Cuando se juntan las sesiones de control al Gobierno en el Congreso y en el Parlament de Cataluña, la hora del circo está totalmente asegurada, tanto en la carrera de San Jerónimo como en el Parc de la Ciutadella. Estos miércoles de confinamiento que ya se acaban han dado para muchos momentos de decepción, porque, frente a tanta muerte en los hospitales por el coronavirus -aún no sabemos si más de 27.000 o de 40.000-, hemos tenido que asistir a la falta de oratoria elegante y respetuosa de sus señorías y también, y lo que es más importante que las formas, el fondo: a la falta de unidad.
Olvidémonos de que ésta vaya a existir en las próximas décadas a no ser que nos quede por vivir algo peor al drama actual de la pandemia y entonces nuestros políticos tendrán nuevamente la oportunidad de demostrar que saben luchar por el bien común.
Reclamos de unidad
A tres días para que se levante el estado de alarma y muchos piensen que todo se ha acabado y que ya podemos hacer vida normal -nada más lejos de la realidad-, algunos líderes políticos no han cesado de pedir unidad, luchar juntos, juntos podemos, unidos lo haremos mejor. Palabras que me recuerdan a un pasado no tan lejano de lo que en su día pedía Ciudadanos, con tres diputados en el Parlament -hace ya una década- cuando poco tenían que ganar o perder y cuando llegaron a tocar el cielo en el Congreso, pero esa unión para alcanzar consensos brilló también por su ausencia. Ahora, con diez diputados, pedir unión y ser útil no resulta tan efectivo como cuando tienes más de 50 escaños. La historia política reciente lo demuestra, por suerte hay una buena hemeroteca.
La unidad es una palabra que tanto Sánchez como Torra han utilizado mucho en las últimas horas, con fines diferentes, claro está, y que no deja de ser una total y absoluta falacia. Los molinos de los que hablaba Sánchez el domingo sólo existen en el Quijote y físicamente en el Campo de Criptana, nada más. En este país ni existe unidad ni, por lo que ha demostrado, va a existir jamás. La pandemia ha dado a sus señorías una oportunidad histórica que han desaprovechado. Ni en las largas semanas para mantenernos confinados, que era lo único que podíamos hacer ante el virus, ha habido consenso.
Las fronteras se abren, el virus podrá volver a volar por todo el mundo si no existen los mínimos y necesarios controles. La pregunta es: ¿estamos preparados en El Prat y en Barajas para la nueva etapa?
España está ya en fase 3, el domingo se acaba el estado de alarma y nos podremos mover libremente y todo va a volver a la 'normalidad política'. Torra se irá y no tiene nada que perder. Ya lo ha dicho sin cesar en la Cámara catalana, que su objetivo es la independencia no como táctica sino como estrategia y que es un camino en línea recta. Lo tiene claro y no tiene nada que perder ni temer, dejará a Cataluña habiendo realizado una nula gestión de gobierno, pero una más que aprobada gestión durante los duros meses de la covid-19. Eso sí, la unidad entre ERC y Junts per Catalunya también ha brillado por su ausencia, tirándose la caballería por encima bien sea por tema de Salud o de Mossos, depende del partido que esté al frente. Esto va así en Barcelona y en Madrid. Seguiremos tirándonos los trastos y montando semanalmente el circo mientras la vida fuera de las cámaras va a otro ritmo.
No podemos bajar la guardia, miremos a Pekín. Las fronteras se abren, el virus podrá volver a volar por el mundo si no existen todos los controles necesarios. ¿Estamos preparados en El Prat y en Barajas? ¿Controles de temperatura, higiene, desinfección de espacios, cero aglomeraciones, embarques manteniendo las distancias? Confiemos. Los rebrotes van a seguir, el virus sigue con nosotros como día a día y hora tras hora, nos repiten científicos de aquí y de allá.
El debate científico
El debate científico nada tiene que ver con el político, por mucho que muchos se afanen en contaminar e intoxicar. Me da igual si eres de izquierdas o de derechas, independentista o constitucionalista, si me salvas la vida, te aseguro que me da exactamente igual. Pero otros, el valor de la vida no lo tienen integrado aún. La hora del circo sigue servida porque con el verano que llega, cuando acabe este eterno estado de alarma, no se habrá acabado la batalla.
Esperemos que nuestros políticos sepan estar a la altura para superar las secuelas que nos está dejando el virus. Las económicas se consideran las más importantes, pero estaría bien dedicar tiempo, además de planes para el sector de la automoción, planes para una conciliación real, planes para una educación de calidad, planes para una vejez de lujo sea en residencias o casas particulares. Hoy no voy a entrar en todos aquellos ancianos que solos, totalmente solos, sin ningún familiar que los acompañara, nos han dicho adiós. Hoy no, hoy si has llegado hasta aquí quiero recordar una frase de Charles Chaplin cuando decía que “la vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos".