No es nochebuena, por lo tanto, si el Rey está en prime time es que España está en crisis. Este era el mensaje que Felipe VI quería comunicarnos el 18 de marzo cuando ofreció un discurso que despertó las críticas de amplios sectores por obviar las informaciones publicadas sobre el Rey emérito. Muchos vieron en la cacerolada que simultaneaba su discurso una oleada de descrédito de la Corona que están tratando de frenar con una nueva estrategia de comunicación al albur de la crisis del coronavirus.
Tradicionalmente, la comunicación de la Casa Real se resumía en eso, una comunicación tradicional, más vinculada a las necesidades comunicativas de mediados del siglo pasado que a una comunicación del siglo XXI: la de era de las redes sociales, la comunicación bidireccional, la sobrexposición (des)informativa y la rápida respuesta. La Casa Real combinaba una agenda representativa e institucional con una más couché. Se trata de una comunicación básicamente visual, fotografías e imágenes que representaban a una institución que buscaba legitimarse a través de la iconografía monárquica, de una narrativa de otro tiempo. Cuando Casa Real necesitaba hacer una sobreactuación de comunicación, para tratar de paliar algún 'conflictillo' familiar, acostumbraban a bajar del escalón real para situarse en lugares cotidianos, con el objetivo de humanizar a los miembros de la familia, incluso ofreciendo breves palabras lanzadas al aire que captaba alguna cámara, todo un signo de cercanía y simpatía. Claramente insuficiente.
La crisis del covid-19 ha cambiado la comunicación real. Tras el discurso-cacerolada, parecen haber encontrado una motivación, una narrativa, que legitima su existencia, estar al lado de la gente, intentar ayudar a los sectores productivos, ejercer de interlocutores con empresarios, sindicatos, tercer sector. El twitter de la Casa Real se ha llenado de contenido real, de una familia que trabaja para estar al lado de su país. Cruz Roja, Mercamadrid, UGT, CCOO, CEOE, ministros, presidentes autonómicos y alcaldes, ONCE, Asociación Española Contra el Cáncer, Salud Mental España, Unicef, Cofadrias de pescadores gallegas, Cermi, Cáritas, Asociación de Mueres Víctimas de Trata y Explotación Sexual… hasta la Guardia Real se ha puesto en marcha contra el coronavirus.
La visita del Jefe de Estado a las instalaciones de Ifema convertido en un hospital en tiempo récord, agradeciendo el trabajo encomiable de todos los operarios, civiles y militares que han conseguido el milagro de IFEMA, son el último ejemplo de una comunicación real, de una comunicación que sale de Palacio se enfunda una mascarilla y guantes para estar donde una palabra de aliento y agradecimiento puede marcar la diferencia. La comunicación es la parte visible del hacer, y si la comunicación de Casa Real ahora es diferente, es porque han puesto su agenda al servicio del país, para intentar aportar desde su posición su granito de arena a ese hashtag que ahora utilizan en sus redes sociales #launiónhacelafuerza.
Imagínese usted que hubiera hablado de su crisis particular, en lugar de la que afecta a miles de infectados y otros miles de fallecidos, qué ejercicio de egolatría
Soy consciente de la crítica que muchos hicieron a la intervención de Felipe VI sin referencia alguna a la crisis particular desatada por su padre. Sin embargo, considero que fue acertado centrar el objetivo de la comunicación que respondía únicamente a ejercer de mensajero real del riesgo. Imagínese usted que hubiera hablado de su crisis particular, en lugar de la que afecta a miles de infectados y otros miles de fallecidos, qué ejercicio de egolatría, los titulares hubieran obviado el coronavirus para centrarse en el virus particular de esta corona. Porque, además, se le puede criticar que no dijera nada, pero no que no hiciera nada, Felipe VI desheredó a su padre de un solo golpe, no está mal para una institución que acostumbraba a tapar, no a cortar por lo sano.
Desconozco si a las 20:00, los miembros de la Casa Real salen por sus balcones a aplaudir a todas las personas que están siendo la primera línea de esta batalla contra el coronavirus, sería un gesto bonito que se sumaría al reconocimiento de los balcones de España, porque la Casa Real tradicionalmente ha salido a los balcones para que se les aplaudiera, es hora de que salgan a aplaudir ellos también. Los niños de la Familia Real británica ya lo han hecho.