Opinión

La conexión africana de Wagner

Hasta la semana pasada Níger, una república del Sahel situada entre Malí y Chad y habitada por unos 25 millones de personas, era el baluarte de Occidente en límite sur del Sáhara. Se le tenía en Europa como un valor seguro y un socio

  • Manifestantes a favor del golpe de Estado en Níger. -

Hasta la semana pasada Níger, una república del Sahel situada entre Malí y Chad y habitada por unos 25 millones de personas, era el baluarte de Occidente en límite sur del Sáhara. Se le tenía en Europa como un valor seguro y un socio confiable, un lugar en el que se podía invertir y entregar ayuda al desarrollo. Eso hasta hace unos días. Con el derrocamiento de su presidente, Mohamed Bazoum por parte del comandante de la guardia presidencial, Abdourahamane Tchiani (más conocido como Omar Tchiani), años de paciente esfuerzo y miles de millones de euros de inversión se han esfumado.

Los primeros en protestar, con todo, no fueron los europeos o los estadounidenses, sino sus vecinos, la llamada Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), una organización fundada en 1975 y que reúne a 15 países de la zona, cuatro de ellos (Malí, Burkina Faso, Guinea y Níger) ahora suspendidos. Los ministros de exteriores de la CEDEAO se reunieron en una cumbre de emergencia e impusieron sanciones a los cabecillas del golpe, congelaron todas las transacciones financieras con el gobierno de Níger, interrumpieron las conexiones aéreas y cerraron las fronteras. Le dieron al directorio militar presidido por Tchuani una semana para restituir en el Gobierno a Bazoum. De no hacerlo se reservaban la intervención directa.

El ultimátum no ha afectado a Tchuani, al contrario, le ha envalentonado. Tan pronto como supo que su Gobierno estaba sancionado por sus vecinos sacó a sus partidarios a la calle y dirigió su ira contra las embajadas de EEUU y Francia ya que ambos países tienen bases permanentes en Níger. El recurso al anticolonialismo es muy popular en todo el Sahel, un conjunto de repúblicas disfuncionales, machacadas por la pobreza y la falta de expectativas. De todo eso echan la culpa a los colonizadores a pesar de que el Níger en concreto lleva 63 años como república independiente, tres más que como colonia francesa.

Su Gobierno ha gastado unos 500 millones de dólares en entrenar a los militares locales para que puedan combatir ellos solos a los terroristas islámicos

Con Estados Unidos no pueden recurrir al comodín del colonialismo, pero a cambio tienen soldados estadounidenses allí para esgrimir como caso de neocolonialismo. La presencia militar estadounidense en el país es constante desde hace varios años. Su Gobierno ha gastado unos 500 millones de dólares en entrenar a los militares locales para que puedan combatir ellos solos a los terroristas islámicos. La consecuencia no buscada de este programa fue la creación de unidades de élite dentro de las Fuerzas Armadas de Níger que han ido ganando importancia conforme acumulaban nuevos conocimientos. La Guardia Presidencial, entretanto, un cuerpo pretoriano cuyo papel en la historia política del país ha sido muy importante, iba a menos. Eso generó tensiones dentro del ejército. Pero, mientras esas unidades de las fuerzas de operaciones especiales entrenadas por estadounidenses y franceses se encuentran desperdigadas por todo el país, la Guardia Presidencial tiene a todos sus efectivos en Niamey, la capital del país, que es donde se quita y se pone a los presidentes.

La historia del Níger independiente es corta, pero muy agitada. Tras la independencia se estableció una dictadura de partido único acaudillada por Hamani Diori, un antiguo funcionario colonial que los franceses enviaron a estudiar a París para formar parte de la élite indígena que se hiciese cargo del Níger independiente. El Gobierno de Diori acabó abruptamente con un golpe de Estado en 1974 que dio paso a un régimen militar que se extendió hasta 1991. Ese año el país instauró una democracia presidencialista y multipartidista, pero no duró mucho. En 1996 se produjo otro golpe de Estado y un nuevo régimen militar que duró hasta 1999. Se celebraron elecciones y se estableció la tercera república, pero en 2009 hubo otro golpe militar con su dictadura adosada. Finalmente se celebraron elecciones en 2011 y el país recuperó algo parecido a una democracia, al menos lo más parecido a eso que se puede pedir en aquel lugar del mundo tan desdichado.

Este último periodo de la historia de Níger ha estado marcado por la guerra civil en Libia, la guerra civil de Malí y todos los problemas derivados del yihadismo, que en Níger tiene dos fuentes. Por el oeste apareció hace unos años una guerrilla afiliada al Estado Islámico, por el sur otra cercana a Boko Haram, la banda yihadista nigeriana que amplió sus actividades hasta el Sahel. El régimen nacido de las elecciones de 2011 ha resistido a todos esos problemas, con dificultades cierto es, pero lo ha hecho. Gracias, entre otras cosas, al apoyo que le presta EEUU y la Unión Europea. A cambio sólo pedían que se acabase de una vez por todas la cadena de golpes de Estado y regímenes militares que han marcado la historia de Níger desde su nacimiento, y que la economía hiciese algunas reformas y se abriese al mundo.

Níger es uno de los mayores productores de uranio del mundo, un mineral muy demandado en lugares como Francia donde el 75% de la generación eléctrica se hace mediante centrales nucleares

No es mucho lo que puede ofrecer Níger en este aspecto. La mayor parte de la población (que ha pasado de 3 millones en 1960 a los 25 millones actuales) vive de cultivos de subsistencia. Las divisas entran a través de las remesas de los emigrantes, la cooperación internacional y las exportaciones de oro y de uranio. Níger es uno de los mayores productores de uranio del mundo, un mineral muy demandado en lugares como Francia donde el 75% de la generación eléctrica se hace mediante centrales nucleares.

El problema principal de los sucesivos gobiernos de Níger ha sido la construcción de algo parecido a un Estado y un marco jurídico que posibilitase el desarrollo. En ese aspecto tanto presidente Mohamed Bazoum como su predecesor, Mahamadou Issufu, han tenido cierto éxito. Estados Unidos y sus aliados han apoyado generosamente ese esfuerzo en desarrollarse. La Unión Europea, preocupada por las oleadas de inmigrantes procedentes del Sahel que tratan de cruzar el Mediterráneo, dedicaba (hasta la semana pasada, ahora ha interrumpido la ayuda) unos 125 millones de euros al año para mejorar la educación y los programas de desarrollo. EEUU sólo el año pasado transfirió 230 millones de dólares canalizados a través de USAID. El año pasado el gobierno de Níger aprobó un Plan de Desarrollo basado que preveía la transformación de la estructura económica para que se genere empleo y oportunidades. El plan fue celebrado en Europa, donde se organizó incluso una conferencia para animar a los inversores a fijarse en el país, que tiene una mano de obra abundante y joven.

Ha sido justo en ese momento cuando el país se ha desestabilizado. Y no es casual. La semana pasada se celebró en San Petersburgo la Cumbre Rusia-África a la que Bazoum no asistió. Eso hizo pensar a algunos analistas que se avecinaba algo gordo en Níger. El Grupo Wagner está atrincherado en la República Centroafricana, en Malí y tiene presencia en Burkina Faso. De hecho, conforme el golpe de Tchuani triunfaba, los canales rusos de Telegram empezaron a echar fuego amplificando una campaña de contrainformación en la que se describe a Bazoum como un lacayo occidental. El propio Yevgueni Prigozhin remató la campaña personalmente y publicó una nota en las redes sociales en la que se resumía el argumentario completo. Decía que todo era culpa de los antiguos colonizadores responsables de mantener a Níger en la pobreza y de llenarlo de terroristas para mantener aterrorizada a la población. Cerraba el mensaje asegurando que su compañía de mercenarios pondría fin a todo eso.

La larga sombra de los mercenarios rusos es omnipresente. Seducen a una serie de oficiales de ejército, por lo general jóvenes, y les dan cobertura para asaltar el poder. Y no sólo cobertura militar, también ideológica

No es casualidad que apareciesen banderas rusas y se diesen vivas a Putin en las manifestaciones a favor del golpe desde el primer día. Algo similar sucedió en Malí hace tres años cuando unos oficiales del ejército capitaneados por Assimi Goita derrocaron a Ibrahim Boubacar Keita. Idéntico escenario nos encontramos en el golpe de Burkina Faso de septiembre del año pasado. Un capitán del ejército llamado Ibrahim Traoré depuso al presidente Damiba que, a su vez, había derrocado a otro presidente, Christian Kaboré, en enero.

La larga sombra de los mercenarios rusos es omnipresente. Seducen a una serie de oficiales de ejército, por lo general jóvenes, y les dan cobertura para asaltar el poder. Y no sólo cobertura militar, también ideológica. En todos los casos es la misma historia: todos sus problemas vienen de la colonización europea y de que EEUU anda por allí. Pero eso se ha terminado, ahora pueden conseguir la verdadera independencia de la mano de Wagner. Los mercenarios, entretanto, se encargan de hacerse con los resortes de la seguridad del nuevo Gobierno, que se desconecta por completo de Europa y EEUU, renuncia a los programas de ayuda y suspende su participación en organizaciones internacionales como la Comunidad Económica de Estados del África Occidental, la Unión Africana o la Francofonía.

Tras eso pasan el cazo en forma de licencias mineras. Desde hace unos años proceden siempre de la misma manera. Saben que son Estados muy débiles, están presentes sobre el terreno y son extraordinariamente prácticos. No les interesa la ayuda al desarrollo o los programas de crecimiento sostenible, tan sólo colocar a gente afín en el Gobierno para que atienda a sus intereses que son meramente extractivistas. Por ahora les está funcionando. Se han hecho ya con varios países del Sahel de los que están sacando mucho dinero y que luego apoyan a Putin en los foros internacionales. Se han asentado, eso sí, en un polvorín en el que todo el que ha pasado por allí ha salido magullado.

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