Opinión

La 'derechona' en Madrid: entre la caspa y la pistola

Han recibido a Andrea Levy a pedradas dialécticas. El centroderecha ya gobierna la cultura de Madrid. "Vuelve el franquismo, la caverna"

  • Almeida y Levy

Ya han llenado el patio madrileño con 'caspa' y 'pistolas'. Ni cuatro días le han dado a Martinez-Almeida para sentarse en su despacho de la plaza de Cibeles. Todo son admoniciones e insultos desde la trinchera de los intelectuales del progreso, valga el oxímoron. Referencias a la 'pistola' de Millán Astray, a la 'caspa' de Vazquez Montalbán, a la 'caverna' de cualquiera menos de Platón... 'Alerta antifascista, todos a la calle', bramó Pablo Iglesias tras el vuelco andaluz. La 'derechona' acaba de aterrizar en el Ayuntamiento de Madrid y, al parecer, estamos a dos minutos de regresar a las tinieblas del franquismo.

Muy poco hizo, en verdad, Manuela Carmena por la cultura de la ciudad. Puso al frente, primero, a un Zapata que se permitía llenar las redes con bromas chuscas sobre el holocausto. Luego promocionó a una Celia Mayer, deshilachada patrona de los titiriteros. Como estrambote del esperpento, optó por nombrarse a ella misma concejala del ramo, cual una calígula a lomos de un caballo desbocado. Todo se lo llevó por delante la anterior alcaldesa. Desde el teatro Español a las salas de música en vivo, pasando por los centros museísticos o los toros. Desastrosa gestión, encaramada entre el sectarismo y el clientelismo. Ni siquiera le permitió a José Luis Garci hacer unas tomas en el Retiro para su 'El crack 3'.

La alcaldesa Villacís

El panorama cultural madrileño en el cuatrienio de Carmena ha sido un escenario vacío en el que tan sólo cabe la náusea. Lo recordaba Karina Sainz Borgo en un reciente artículo. Casi todo está por hacer y lo que se hizo, mejor olvidarlo. O sepultarlo.

Almeida ha designado a Andrea Levy, responsable del área. ¡Una catalana!, mascullan muy enojados desde sus propias filas. Necedad superlativa. Joan Matabosch también es catalán y lo está bordando en el Teatro Real. Tampoco Boadella erró en los Teatros del Canal. Habrá que darle a Levy un margen de confianza. Tiene experiencia política, ha combatido a los golpistas en el Parlamento de Cataluña y mostró su firmeza negociadora ante Cs cuando se empeñaban en hacer alcaldesa a Begoña Villacís 'los años pares'.

La izquierda se dispone a cargar con saña contra Levy. No ha abierto la boca y ya se la quieren tapar con descalificaciones de graderío de quinta regional

Habrá que darle algo de tiempo. Peor que en Andalucía no se hará. El 'gobierno del cambio', en su empeño por levantar las alfombras de siete lustros de socialismo, acaba de detectar que el negociado de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales (la 'consejería B de Cultura') dedicaba tan sólo un millón de los 25 de su presupuesto a proyectos culturales. ¿El resto?. Pagaba nóminas, subvenciones, ayudas... Es decir, amiguetes y 'cuñaos'.

No se ha escuchado a los intelectuales del ozú clamar contra ese latrocinio del susanismo y allegados. Agitaron lo de Millán Astray (o Queipo de Llano, a saber) de 'cuando oigo la palabra cultura me llevo la mano a la pistola'. Y aventuraron todo tipo de catástrofes sobre el territorio andaluz tras la llegada de la 'derechona'. Nada de eso ha ocurrido, salvo el descubrimiento de la cueva de Ali Babá que tenían montada Chávez, Griñán y otros asociados.

De aristocracia a lupanar

Gritan lo mismo ahora contra Levy. Una retahíla de espumarajos, un vendaval ofensivo. La derecha, ya se sabe, no puede conducir la cultura ni la educación. Desde siempre han sido territorios exclusivos de las izquierdas. Ahora se disponen a dar la batalla de Madrid, a cargar con saña contra Levy y su gestión. No ha abierto la boca y ya se la quieren tapar con descalificaciones de graderío de quinta regional.

"El escritor que se pelea con la izquierda, está perdido", advertía Carpentier. Un pobrecito concejal de Cultura que intento hacer lo propio, ya puede enfundarse en la armadura. Levy es valiente y está entre los que sospechan que la cultura es aquello que hace que la vida merece la pena ser vivida. T. S. Elliot y muchos madrileños piensan lo mismo. La cultura es la aristocracia de la vida. Algunos se empeñan en convertirla en un lupanar.

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